El crítico francés Henri Meschonnic, en Célébration de la poèsie, sugiere que el valor de la poesía está en su definición. En uno de sus últimos ensayos, Octavio Paz se preguntaba ¿a cuántos y a quiénes les importaba la poesía? El poeta y crítico norteamericano Joshua Mehigam (Nueva York, 1969), de algún modo, gira en torno a estas dos preocupaciones para pensar la poesía a partir del buscador de google. La traducción es de María Isabel Lozada Carvajal.
La poesía es
No hace mucho, recolectando aforismos de poesía para un ensayo, visité la página principal de Google, puse el cursor en el cuadro de búsqueda y escribí: la poesía es. Google sugirió una serie de búsquedas que comienzan con esas palabras eternamente molestas. La primera fue: la poesía ha muerto.
Hay una serie de posibles reacciones ante esto, incluida ninguna reacción. Mi reacción fue lo que podría llamarse una risa de resignación, o más bien fue una fricativa bilabial oclusiva con un movimiento de cabeza hacia atrás. La situación es que yo lo sé, y sé que, en efecto, la poesía no está muerta. La clave es que mi percepción parece estar en desacuerdo con la de los demás. “Ha-ha”, pensé. “La profesión a la que le he dedicado mi vida parece estar muerta; por los demás, Ha-ha”.
Comencé a reflexionar sobre la imagen popular de la poesía en Estados Unidos y decidí ampliar mi investigación buscando solo la palabra “poesía”. Como había estado pensando en la imagen de la poesía, me pareció apropiado dirigir mi búsqueda hacia imágenes de Google. Encontré una página de resultados de búsqueda (389 imágenes) sorprendentemente instructiva.
Aprendí que las representaciones visuales más prevalentes son las plumas extravagantes, casi siempre costosas plumas fuente o plumas de gran tamaño. A menudo ninguna mano sujeta la pluma, como si un ángel la sujetara. La pluma o “el ángel” suelen estar al final de escribir algo, por lógica, la palabra “poesía” y nunca con una letra ilegible como la mía, sino con una fina caligrafía del siglo XVIII. Algo aún más revelador en ese sentido es que parece no haber tachaduras o errores. Debido a todas las plumas, también hay muchos tinteros, algunos derramados, y formando alguna palabra o pasaje poético. En cuanto al papel, el favorito parece ser el pergamino, de preferencia decolorado por el tiempo y a veces con las esquinas dobladas. Cuando el papel aparece en fotografías es más práctico usar el que se produce en máquina y para añadir un poco de clase se muestra con una pluma o un par de anteojos. Cuento dos bolígrafos de diferencia entre la pluma fuente y la pluma. A pesar de haber escrito poemas durante veintidós años, nunca he usado una pluma fuente. Pero ahora lo estoy considerando.
La retórica visual de letras y palabras parecía la clave para evocar la poesía. El guión, incluso sin un bolígrafo a la vista es por mucho el estilo favorito. Esto incluye desde una elegante caligrafía hasta fuentes de computadora. También incluye uno o dos tatuajes en el antebrazo de la palabra “poesía”. Después del guión, los enfoques más populares involucran la tipografía haciendo énfasis en la impresión. La mayoría de estas representaciones están llenas de palabras horizontales contiguas a las verticales que parecen evocar en un texto en bloque. Otras, forman un diseño parecido al Scrabble. La palabra poesía siempre aparece con letras adornadas en el centro, pero se necesitan otras palabras para el diseño. “Escucha”, “crear”, “cultura”, “belleza”, “espíritu” y “amor” son algunas que he visto. Las asociaciones de las palabras podrían ser peor. Pero el diseño termina siendo un cliché de la publicidad. Con tendencia a repetirse en los gráficos dados por Google, me hace pensar en quien los diseñó, a quien, en abril pasado, le asignaron el desconcertante trabajo de hacer que la poesía pareciera atractiva ante los lectores de la revista Connecticut o a los estudiantes en los pasillos de las escuelas. Claramente el sistema está del lado de la poesía.
Entre las imágenes, encuentro sorprendente la falta de verdaderos poetas, ya sea vivos o muertos. Esto incluye a Shakespeare, el poeta más popular de la historia. Las grandes cantidades de imágenes prediseñadas de poesía ofrecidas por Google tienden a mostrar dibujos animados o grabados antiguos, que debe ser la opinión de los estadounidenses de un poeta: una persona usando ropa renacentista o victoriana escribiendo en un pergamino con pluma y tintero o con una mirada soñadora al infinito. En su mayoría, son hombres con cabello largo y suelto, pero también hay mujeres con cabello recogido. Los hombres usando camisas holgadas y las mujeres con vestidos ajustados. Tal vez en la imaginación popular, los hombres son poetas del Renacimiento de San Francisco y las mujeres son los nuevos formalistas. Cuando los poetas no se encuentran sentados en sus escritorios, están recitando, a veces a una amante, a veces en el escenario, siempre gesticulando como Shakespeare. Shakespeare también viene a mi mente aquí, al escribir para una audiencia, se complacía a menudo riéndose con ellos sin vergüenza y a sus expensas, recordándonos a nosotros, magos en palabras, tímidos y tardíos, ese ardiente suspiro de baladas lamentables y los ojos enloquecidos que han caracterizado a la poesía.
Lo crean o no, Google también muestra que hasta el día de hoy la poesía y poetas siguen siendo ridiculizados. Google muestra muchos comics satirizando la poesía. Uno de ellos es “Chicken Poetry Reading” de Doug Savage, en el que el pollo-poeta recita:
Pollo.
La carretera.
El cruce está adentro.
No hay otro lado.
Esto es realmente genial, incluso si el humor es obvio. El problema es que probablemente esta sea la única experiencia con la poesía de la mayoría de las personas. De todos los comics que encontré ninguno tenía una mala intención, sin embargo tenían un punto poco favorecedor sobre los poetas. Los poetas son pretenciosos, los poetas son incomprensibles, los poetas son aburridos, los poetas son vagos.
Es importante mencionar que 30 de las 389 imágenes como las de Joe Camel, están dirigidas a niños. Muchas tienen coloridos imanes de refrigerador acomodados de tal manera que parezca hecho por niños. Catarinas, destellos, flores y bolígrafos adornan las imágenes. Algunos usan dibujos animados. Uno muestra a un niño y una niña volando sobre un libro de poesía como si fuera una alfombra mágica. Otro retrata a mi amigo de la infancia, Bulwinkle, recitando ¡hurra! La otra imagen muestra a mi peor enemigo, un pitufo sosteniendo una pluma más grande que el ¡boo! La mayor parte de esto parece inobjetable, realmente, y lo que sea irritante no se les puede atribuir a los niños, sino más bien a los adultos que subestiman a los niños e intentan obstinadamente engañarlos para que les guste algo que a ellos no. Sería genial si los arcoíris y rasgos cómicos pudieran servir como drogas de entrada a Hardy y Plath, y estoy a favor de adoctrinar a los menores de 10 años con “This Is Just To Stay” o incluso con John Ashbery. (Véase “Poesía no escrita para niños, que sin embargo podrían disfrutar”). Pero quisiera preguntar dónde está Dr. Seuss, Stevenson, X. J. Kennedy, o Bronzeville Boys and Girls de Gwendolyn Brooks.
Al mismo tiempo, en ocasiones me pregunto si la concepción de poesía no ha sido infantilizada de alguna manera. Durante décadas, la poesía ha sido usada como un juego o ejercicio de escritura para los niños. ¡Bueno! La mayor parte de esta poesía no está destinada para académicos, así como la mayor parte del futbol Pee-Wee no está destinada a ESPN. Y después cuando los niños cumplan 13, la poesía podría ayudarlos a estar solos, de mal humor y ser desagradables con un cuaderno Moleskine en vez de desayuno. ¡Bueno! Comienzo a sentir algo parecido a la Ley de Gresham, al enfrentarme una vez más al volumen de imágenes de poesía dirigidas a niños. Una vez más, esto no es un problema con los niños, sino con los adultos que les venden poesía infantil. Es el problema de una sociedad a la que le importa tan poco la poesía de adultos que su índice de imágenes muestra docenas de dibujos animados destinados a promover la poesía para niños, pero en ninguna imagen el rostro de Dante o Emily Dickinson. Es difícil imaginar que este desequilibrio no comenzaría a alimentarse de sí mismo, ayudando a producir la impresión de que la poesía es una búsqueda principalmente de la infancia.
Tal vez la próxima vez que un profesor de artes o un niño de tres años nos pregunten qué es la poesía, podamos decirle que no es una forma en que los niños aprendan autoexpresión o una pintoresca forma de arte practicada por extravagantes, adultos en atuendos divertidos usando un lenguaje especial. O al menos podríamos sugerir que eso no es todo.
En algún momento, mientras trabajaba en esta publicación, encontré imágenes de Rowlf, el perro de Los Muppets, recitando su poema “Silencio”. Mientras recita es interrumpido constantemente, primero por un viejo conserje que barre ruidosamente, después por un ave ruidosa, y finalmente por mi muppet favorito, Animal, que aparece tocando los botes de basura como si fueran una batería, ilustrando la línea de Rowlf, “el vacío sin fin resonando en nuestros oídos”. Después mientras continuaba pensando sobre las concepciones populares de poesía, escuché a los trabajadores de la construcción que habían regresado de su descanso. Salí a hablar con ellos sobre sus impresiones generales de poesía.
-Joe, un hombre en sus 50s y el guardia de seguridad de la construcción, fue el primero.
“Creo que la poesía es genial”, dijo. “pero, ya sabes ¿yo?- soy un rockero. Me gusta Jim Morrison, Sly Stone. Esos son los poetas ahora. Y no sé si los conoce- Neal Peart, del grupo Rush”. Le asegure que conocía a Neal Peart. “Y… oh, oh, oh! Interrumpió. “Bob Dylan”, pero Jim Morrison era su favorito. Morrison me dijo que quería ser poeta, pero después descubrió que los poetas no se hacen famosos.
Mark, un sujeto enorme con un bigote cuidadosamente cortado, estaba almorzando en su camioneta. Mark tiene 60 y tantos años y es consultor ambiental.
“[La poesía] no es muy interesante”, dijo inmediatamente, parpadeando y sacudiendo su cabeza. “¿A dónde pertenece hoy en día? No tiene lugar. Puede que en el pasado sí, pero ahora…” Cuando le pregunté si alguna vez había disfrutado un poema, Mark se limitó a responder: “No puedo decir que lo haya hecho”.
Después de haber molestado a dos trabajadores, decidí preguntarles a otras personas. Pase por una parada de autobús y abordé a “Marla”, una estilista jubilada de unos 70 años.
Lo pensó por un momento y dijo “Me gusta la poesía”. Mencionó a Maya Angelou, pero admitió que su interés por la poesía se detuvo.
Finalmente, hablé con una madre y su hija que se dirigían a casa desde la escuela pública que había en el vecindario. Jasmine en sus 30s y Chelsea de 9 años.
Jasmine respondió tajantemente, pero sin mala voluntad: “Nunca me ha gustado la poesía. Nunca la entendí. En la escuela la enseñaban de una forma que no podía comprenderla”. Luego pensó por un momento y agregó: “Los maestros no hicieron un buen trabajo”.
Chelsea tenía una perspectiva diferente sobre la poesía. Aunque no recordaba un poema en específico, dijo con gran entusiasmo: “¡Me gusta la poesía!
Por supuesto, que ni el fenómeno de autocompletar, ni las desalentadoras respuestas significan que la mayoría de las personas piensen que la poesía está muerta. Simplemente que los que realizan la mayoría de las búsquedas de poesía en Google son jóvenes amargados de 15 años. O también que una estrella del pop que no conozco tiene una canción llamada “La poesía ha muerto”. Puede significar muchas cosas. Pero eso no significa que la poesía está muerta, por una simple razón: la poesía no está muerta.
Si eres un fanático de la poesía tal vez se te haya ocurrido que la razón de autocompletar podría ser el rumor en torno al artículo de Alexandra Petri titulado ¿La poesía está muerta? Publicado en el Washington Post; o “Poetry Slam”, o “Decline of American Verse” de Mark Edmuson, en Harper’s de julio; o uno de los debates de la poesía contemporánea. Me es interesante resaltar que los autores y carteles que han escrito “la poesía está muerta” en artículos suelen defender la poesía contemporánea, que han usado el sarcasmo contra un crítico que ha dado un argumento desagradable sobre la poesía contemporánea estadounidense. Se supone que muestra cuán absurdo sería declarar muerta a la poesía. Sería particularmente triste, pero también sugestivo si el fenómeno de autocompletar se explica por el comportamiento de quienes se preocupan por la poesía, y reconozcan el hecho de que está viva a pesar de la terrible idea que están ayudando a nutrir.
Aun así, es difícil de ignorar el fenómeno de Google. ¿Qué pasaría si los hechos simplemente no importaran, como a menudo sucede? Hay diferentes formas de estar vivo. ¿Y si la vida de la poesía fuera como la vida de Amelia Earthart, digamos desde 1937 hasta su muerte en un montículo en las islas del Pacífico, cómoda y querida entre su familia adoptiva, pero deseando haber volado un poco más lejos?.