Poesía africana: Sophie Heidi Kam

Recuerda Anselm Jappe que tiene nuestro tiempo la urgencia de descolonizarse y reinventar la felicidad. Para lo primero, es necesario conocer a los nuevos poetas africanos. Leandro Calle construye un dossier en que leemos ahora a Sophie Heidi Kam (Burkina Faso, 1968). Es poeta, novelista, guionista y primera mujer dramaturga de Burkina Faso. Es autora también de libros para jóvenes. En poesía, podemos encontrar, entre otros libros: Sanglots et symphonies (Céprodif, réédition 2009), Quêtes (Céprodif, réédition 2009), Offrande (Découvertes du Burkina, 2009), Pour un asile (Découvertes du Burkina, 2009), Florilège (Céprodif, 2019), Mémoires vivantes (Céprodif, 2020); en teatro, Et le soleil sourira à la mer (Découvertes du Burkina, 2008 et 2017), Nos jours d’hier (Céprodif, 2013), Qu’il en soit ainsi (Sankofa & Gurli, 2014). Ocho veces laureada con el Gran Premio Nacional de las artes y de las letras. En 2018, mereció por el conjunto de su obra el premio Plume d’or 2018 de Burkina Faso. En 2019 accedió al rango de: d’Officier de L’Ordre du mérite des arts, des lettres et de la communication avec agrafe Littérature écrite et orale. Vive en Ouagadougou dedicada a la escritura.

 

 

 

 

El elegido

 

I

 

Yo te elegí para vivir sobre una alfombra inmaculada donde brota la tinta con los colores del arco iris

Te encerré en este imperio de palabras, sin fronteras, sin República sin capital

Te quiero aquí y ahora, en el momento donde las palabras se mezclan entre las trenzas de mis dedos

Te quiero en el instante en que mi locura encarna al verbo en el reino de los libertos

 

 

II

 

Tu frente es un asilo, un oasis a donde va a pastar mi soledad

Frente suave de ternura, quietud y pasión

Sus pliegues tienen el gusto de la espera y mi corazón canta el reencuentro con la belleza

Himno de los amores puros, escabel de las almas buscadoras de agua

 

 

III

 

Iré a mojar los labios en la sal de tu piel y de tu espalda, humillar mi sueño de mujer

Durante lunas y lunas, yo bebí las napas vaporosas y ahora mi sed, permanece

El tiempo de un poema, yo iré a mojar mis labios en el sabor sal y miel de tu piel

¡Toda desnuda, ir al encuentro de tu deseo!

 

 

 

 

 

La vida recomienza

 

En nuestras tierras y en nuestras almas, un cúmulo de calamidades

Hemos ardido bajo las mordeduras del sol, llorando nuestros sueños,

esperanzas y deseos, ¡mantequilla bajo el sol!

En la encrucijada de la duda, certezas, entusiasmos e ideales desfallecieron

La fuerza del baobab, dobló la espalda

¡Oh sed y hambre!

Duelos y delirios del alma en busca de ración

Momentos caóticos del clima en nuestra tierra y en nuestra carne

Grietas en la tierra, hendiduras del alma

¡Cómo nos ha castigado la vida y su revés!

Hundieron en nosotros sus colmillos, abriendo surcos y abismos…

 

Corrió mucha agua bajo el puente

Mucha agua se fue llevando basura y humus

El flujo del agua pelando nuestras tierras hasta los huesos

Y bajo el furor del viento y de la lluvia torrencial, surgió una tierra nueva

Una tierra nueva y hermosa en la virginidad reconquistada

En la sabana, los árboles cayeron, brotes jóvenes perpetúan la especie

Y la vida renace bajo una mirada nueva…

 

La tierra se estremece y yo canto alrededor de la prueba

En nuestras tierras y en nuestras almas se alza una coraza y acojo el retorno de la vida

Canto la belleza de la aurora naciente en su cuna de gasa

Aclamo los rayos del sol y los encantos dorados del crepúsculo

Exalto el anochecer, saludando las intrigas en su castillo de estrellas

Exulto en el candor de un alma sobreviviente

Entre las costuras de mi corazón, con ojo experimentado, canto la vida

 

 

 

 

 

La camella del desierto

 

Homenaje a Nefertiti y a los orígenes negros de la civilización

 

Mi cuello es la garganta de una vasija de arcilla cocida, lisa y grácil

En la cima aparece mi cabeza alta y firme como la de un griot mandinga

He aquí el trofeo de mi orgullo

Aquí mi descendencia

mis hijos y mis hijas celebrando con sus danzas las rondas de los días de mañana

 

Hijos e hijas de mi hogar

Orgullo de mis orígenes perdidos en el manoseo de la historia

Son ustedes los guardianes de mi nombre

Para mi gloria se enlazan esos cuerpos y hasta los límites de mi cráneo

se erigen en corona

Es la epifanía de mi retorno a las fuentes

mi historia que habita en mi país

 

Soy la camella del desierto cuyo largo cuello acompasa los pasos en los caminos del mañana

Los llevaré hacia oasis opulentos

Soy el faro

La vigía con ojos de radar encaramados a las murallas del país perdido

Mi historia residente en mis tierras ocre donde titila la estrella de mi destino

Los llevaré hacia oasis opulentos

 

 

 

 

 

A la salud de nuestras desdichas

 

¿Cómo curarte, oh pueblo de dolores inconsolables

pueblo extorsionado a tiros de cañón, a golpes de cucarachas en nuestras alacenas,

en nuestras alcancías y en nuestros bancos?

¿Cómo consolarte, oh pueblo de grito sofocado?

 

Festines inmolan tu aliento en el desfile de galas de lujo

Galas de copas que se entrechocan, se alzan y brindan a la salud de nuestras desdichas

Altar de las parrandas en donde se consagran nuestras dolencias

Tambores del hambre, de la enfermedad y el desempleo

Sufrimientos aplastados bajo el pisoteo de los cuerpos grasientos de nuestra pitanza

¿Cómo curarte, oh pueblo tajeado por las injurias?

 

Nuestras miserias son trofeos en bandejas de plata, monedas de melancolía en los salones de subastas

Billetes refulgentes colman las cuentas bancarias y la revuelta de nuestros gritos es detenida a navajazos en el cuello

¿Cómo consolarte, oh pueblo mi poema?

 

 

 

 

 

 

Ofrenda

 

Cuando el aliento se exila del cuerpo, la tierra vuelve a la tierra

Padre, aquí estoy a tu lado…

Este cirio y su fulgor para tu morada de sombra, mi preocupación

El brebaje para tu camino y su sed, mi plegaria

 

Como en los tiempos pasados, aquí estoy padre

en búsqueda de calor por este frío, mi manta

Te busco en la errancia de los días de antaño

Tortuosos se extienden mis caminos, el vaivén y

la caída bajo las ráfagas de la prueba

Un hambre inútil me atenaza el alma, embriaguez del mal de estar viva

En estos momentos te instalas sobre el teclado

melodías y viajes en el que yo ocupé el hueco de tus brazos protectores y

tu pecho vasto donde tu respiración calma aplacaba mis miedos

La tierra ha vuelto a la tierra, los tiempos de antaño devorados por el tiempo

La espalda bajo el peso de la prueba y yo canto en tu lecho mi dolor, tu ausencia

Mi palabra cantará en tu lecho, ofrenda en mi dolor, tu ausencia

 

Que este brebaje apague la sed, que el cirio aleje las tinieblas

Que la otra orilla sea un descanso

Como en los días de navidad, una morada agradable a tu alma

 

 

 

 

 

 

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