Poesía peruana: José Córdova

Osman Alzawihiri construye un mapa de la poesía peruana actual. Nos acerca ahora al trabajo del poeta y editor José Córdova (Porcón, La libertad, 1979). Es egresado de la Escuela Profesional de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Poemas, Cuentos, Artículos y Ensayos suyos ha sido publicados en las revistas Remolinos, Voces de España, el Búho, entre otras. Su poemario Animal desbocado (2012). Cuenta con Pretextos(2002) y la plaqueta Perfil del desencuentro (2007). Es editor de Cascahuesos Editores, también es editor de Surnumérica Editores, codirige la revista de creación literaria Ablaciones y La bitácora electrónica http://panopticoliterario. blogspot.com.

 

 

 

 

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-repartidos en manadas por la tierra
Acechamos a la vida por ahí en todas partes

 
en cualquier estado invitamos nuestro propio hecho polvo a
volverse y a estar
rebasados en cemento/ revertidos bajo un canto (ya rodado)
ignorando para siempre nuestra lengua
arghuyendo que nos hemos visto,
des/aparecidos            -des
/a-percib-idos y esperados-
devorando al que devora cuando ruge nuestro estó-mago
pues no siendo caníbal es sino equinoderm-o igual a los
anélidos
siempre devoramos los pelos y algunas carnesillas muertas
uñas y callos tiernos
el eterno pellejo de nuestro estrecho cuerpo

 

 

 

 

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-las moscas rebeldes persiguen mi paz donde habito con todos
los años
y van dejando en mi aliento el hollín humeante en mi laringe
-como fumando el piso-
con todo el zumbido que inventa mis sueños lascivos de hambre

 
¿quién tiene sueño?

 
donde no duermo, toda la horda se cansa
y remango la cara
para quedarme sobre este uterino y rugiente vacío
cuando mi lengua envuelve reservas de pan sin saliva hasta que
se fermenta
y luego en-gu-llir con-tenida pena

 

 

 

 

 

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-me despierto y me levanto: ahora no poseo almohada dónde
Soñarte
nada me acompaña
solo soy lo que tengo: este cuerpo que a veces poseo
y mi sexo es solo humo
pertenece a la esfinge de mi muerte
por eso mientras doblo el cuerpo dando vueltas por el mundo
como nada
siento el vórtice
que todos duermen
la noche va filtrando en rostro con los desperdicios de la luna
toda mi arquitectura capilar para que duerma

 
pero no:
aún me queda un ladrillo bajo la manga
para utilizar la noche como confortable cabecera

 

 

 

 

 

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mi madre al mirarnos

nos pare
y alumbra todos los días cuando sus pezones niegan su leche:
la encarcelan en su espacio sin pedir permiso
como un mendrugo que difícilmente se le sangra al día para
llenar este hartazgo

 
mi madre arranca su cosquilla
gime un sedante para de ir de ganas a gestar en nuestro barro
cinco al mismo tiempo
cinco dólares al día, cinco veces cinco, en miles de siglos

 
entonces, ¿por qué reprocharla por esta savia?

 

 

 

 

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