Max Rojas: Notas para una poética en tiempos de guerra

Se ha publicado, en Malpaís EdicionesFunerales del ahogado en la noche y otros textos inéditos de Max Rojas (1940-2015). Aquí leemos fragmentos de Notas para una poética en guerra, escrito en la primera década del siglo XXI. Sobre este texto dice Iván Cruz Osorio: “La relevancia de esta poética radica en que se trata del único escrito en que Rojas explica su posición como creador e implícitamente argumenta su proyecto estético”.

 

 

 

 

#Cuatro

(…) El poeta es el poeta porque está, de modo irremediablemente, solo, solo con sus voces, con su chamusquina, con la extrañeza de no saber qué son esas voces ni de dónde vienen, ni, bien a bien, qué quieren decir (…)

 

 

 

 

#Ocho

(…) Bajo determinadas circunstancias, el poeta puede ejecutar ciertos milagros. Por ejemplo: incidir en que el número de libélulas se incremente misteriosamente o hacer que en vez de lluvia se desplomen las estrellas. También puede amansar a las fieras y enfurecer a los mansos (…)

 

 

 

 

#Diez

Huidizas las palabras, las jodidas palabras que huyen, se escabullen, se deslenguan, se descalabran –las cabronas–, tercas, sin decir algo, cualquier cosa, de lo que el poeta quisiera que dijeran. Pero, no; no dicen nada, enmudecen o dicen pendejadas o dicen lo contrario de lo que quiere decir el poeta; muerden o lastiman o lanzan chorritos de vapor en vez de quemaduras, bufan en lugar de decir te amo, bufan como búfalos encanijados en lugar de decir Te Amo, suenan a óxido, a vidrio fragmentado, chirrían, se desdicen o se emboscan, pérfidas, maledicentes, perversas.

Pobre poeta, enmudecido entre palabras que se le sublevan, lo desobedecen, lo amortajan.

 

 

 

 

# Trece

(…) Cada voz es, pues, en su tono y estilo, en su lenguaje, única e irreductible. El poeta es lo que dice, pero también cómo lo dice, con qué palabras. El poeta es su lenguaje, y el lenguaje del poeta toma cuerpo en el texto, se convierte en lenguaje para otros –los lectores, para el mundo.

 

 

 

 

#Catorce

La poesía no está en el mundo para dar sosiego, la poesía no tiene por qué sanar a nadie o cauterizar heridas; antes bien, debe abrirlas. La poesía no tiene por qué tener piedad o compasión por nadie o dar buenos consejos o interceder por las almas que sufren en el purgatorio. La poesía debe ser como las llamas del infierno y chamuscar a todos los que se le acerquen.

 

 

 

 

#Dieciséis

Pero, a veces, el poema quema; algo de él nos saca de nosotros mismos –de mí mismo– y nos pone en crisis. Como que algo que nunca habíamos sentido o percibido –la realidad alterada, la realidad ensimismada o desaforada–, se hace manifiesto, se muestra, primera y acaso única vez ante nosotros, aunque no lo entendamos. (…)

 

 

 

 

#Diecinueve

(…) Cada poeta, por el solo hecho de serlo, tiene su propio y particular infierno que es, por así decirlo, su domicilio poético, no el mundano, y lo que hay detrás de lo espejos es el vacío. Pero un vacío en que deambulan los fantasmas (…)

 

 

 

 

#Veinte

Los poetas muertos son como los custodios (los ángeles custodios, si se prefiere) de los poetas vivos. Los cobijan, los cuidan, amorosos; les enseñan, más o menos, los conjuros precisos para que llegue la poesía o les soplan, al oído, los misterios y las artes del oficio (…)

 

 

 

 

#Veintinuo

(…) Si no quema o congela –piensa uno–, este poema o aquél o aquél u otro, no son, en verdad, poemas. Se parecen pero, no son: falta fuerza, rigor, dureza (o dulzura, según el caso). El poeta, sin duda, lo escribió en estado templado, ni en plena chamusquina ni en el ardor del congelamiento, pero así, no sale la poesía, que es éxtasis, lumbrada y no flamita mortecina.

 

 

 

 

#Veintiocho

El poeta es un transgresor de la ley y la buenas costumbres, casi un delincuente o, más bien, un delincuente nato que se disfraza de persona seria y respetable. Por algo, la mayoría de los mortales los evita, y se aleja de su obra como del infierno mismo. El poeta es un ser subversivo sin salvación posible.

 

 

 

 

#Veintinueve

La poesía es un juego pero es capaz de coser a puñaladas al que se deje (…)

 

 

 

 

#Cuarenta y uno

Es difícil ser poeta en medio del estruendo. El ruidero del mundo ha vuelto insoportable. Las voces se confunden y, en ocasiones, cuesta trabajo separar lo que realmente vale, de la escoria. Sin el silencio como acompañante el trabajo del poeta se complica. 

 

 

 

 

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