Preventa de Ararat: Nuevo libro de Louise Glück en México

El catálogo editorial de Círculo de Poesía continúa con la publicación de la obra de la poeta Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020, en su colección Visor Libros México. Hoy anunciamos la próxima publicación: Ararat, quinto título en la obra de la poeta y que ya se encuentra en preventa en nuestra librería en línea.

 

LOUISE GLÜCK (Nueva York, 1943), Premio Nobel de Literatura 2020, inaugura con Ararat (1990) —quinto libro de su trayectoria— su particular estilo poético que luego mantendrá a lo largo de toda su carrera: ya no se trata de recopilaciones de poemas más o menos cohesionados, sino de libros construidos casi como un único poema en partes, en torno a un solo tema, donde los símbolos funcionan por acumulación y cada texto aporta un contexto a los demás, multiplicando las interpretaciones y los puntos de vista sobre la experiencia del sujeto lírico.

Ararat toma su título del cementerio judío homónimo de Nueva York. Los poemas abordan el luto posterior a la muerte de un padre mitificado, enterrado allí, donde además descansa una de sus hermanas, fallecida prematuramente y que será también una presencia constante en el libro. La poeta explora el mundo de las mujeres sobrevivientes de la familia —la madre, la hija, la hermana— en un tono lacónico y reticente que abandona definitivamente la pirotecnia verbal de sus primeros poemarios y conecta con el silencio y el distanciamiento emocional que ella misma relaciona con su padre fallecido, un tono contenido que un crítico equiparó con “la clase de lenguaje que uno usa antes de ponerse a gritar”.

 

 

 

UNA FANTASÍA

 

Voy a decirte una cosa: todos los días
muere alguien. Y eso para empezar.
Todos los días nacen nuevas viudas en los tanatorios,
nuevos huérfanos. Se sientan, mano sobre mano,
y tratan de tomar una decisión sobre su nueva vida.

Luego acuden al cementerio, algunos de ellos
por vez primera. Tienen miedo de llorar,
de no llorar, a veces. Alguien se les acerca,
les dice qué hacer luego, lo que quizá suponga
decir algunas palabras, o en ocasiones
arrojar algo de tierra en la tumba abierta.

Y después todos regresan a la casa,
que de repente está llena de visitas.
La viuda se sienta en el sofá, muy imponente,
de modo que la gente hace cola para abordarla,
a veces la toman de la mano, a veces la abrazan.
Ella se las arregla para decirle algo a todo el mundo,
les da las gracias, les agradece que hayan venido.

En el fondo lo que quiere es que se marchen.
Desea regresar al cementerio,
regresar al cuarto del enfermo, al hospital. Sabe
que no es posible. Pero es su única esperanza,
ese deseo de volver atrás. Y solamente un poco,
ni siquiera hasta la boda, o el primer beso.

 

 

 

CONFESIÓN

 

Decir que no tengo miedo…
sería faltar a la verdad.
Temo a la enfermedad, a la humillación.
Tengo sueños, como todos.
Pero he aprendido a ocultarlos
para protegerme
de que se cumplan: la felicidad
atrae la ira de las Parcas.
Son hermanas, salvajes:
en el fondo, no tienen
más sentimientos que la envidia.

 

 

EL PARAÍSO

 

Me crie en un pueblo: ahora
es casi una ciudad.
La gente venía de la capital, buscando
algo sencillo, algo
mejor para los niños.
Aire puro; un pequeño
establo cerca.
Todas las calles
con nombres de novias o chiquillas.

Nuestra casa era gris, el típico lugar
que compras para formar una familia.
Mi madre sigue allí, en completa soledad.
Cuando se siente sola, mira la televisión.

Las casas están cada vez más juntas,
los viejos árboles mueren o los talan.

En cierto modo, mi padre
también anda cerca; bautizamos
una piedra con su nombre.
Ahora, sobre su cabeza, titila la hierba
en primavera, cuando la nieve se derrite.
Luego el lilo se llena de flores, densas, como racimos de uvas.

Siempre me dijeron
que yo era como mi padre, con su mismo
desprecio por los sentimientos.
Ellas son las sentimentales,
mi hermana y mi madre.

Cada vez más a menudo
mi hermana viene de la ciudad,
quita las malas hierbas, cuida el jardín. Mi madre
deja que se haga cargo: es la única
que se preocupa, la que trabaja.
Para ella, el campo es así:
el césped recortado, las franjas de flores coloridas.
No sabe lo que fue en otro tiempo.

Pero yo sí lo sé. Como Adán,
fui la primogénita.
Creedme, nunca se sana,
nunca se olvida el dolor en el costado,
el lugar donde algo
fue arrancado para hacer a otra persona.

 

 

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