Leemos poesía brasileña. Leemos, en versión de Fermín Vilela, a Maria de Conceição Evaristo. Nació en la periferia de Bello Horizonte, Minas Gerais, en 1946. Negra y de origen pobre, migró a Rio de Janeiro en la década de 1970. Licenciada en Letras por la UFJR y doctora en literatura comparada, trabajó muchos años como docente pública en la capital fluminense. Si bien empezó a escribir desde joven, su primera publicación fue a los cuarenta y cuatro años, en 1990, en una antología del grupo literario Quilombhoje, formado a principios de los años ochenta por los escritores afrobrasileros Cuti, Oswaldo de Camargo, Esmeralda Ribeiro, Paulo Colina, Abelardo Rodrigues, entre otros. Evaristo es novelista, cuentista y poeta, y es considerada una de las voces más fuertes de la literatura contemporánea en Brasil.
Certificado de defunción
Los huesos de nuestros antepasados
cosechan nuestras perennes lágrimas
por los muertos de hoy.
Los ojos de nuestros antepasados,
estrellas negras teñidas de sangre,
se elevan desde las profundidades del tiempo
cuidando nuestra dolorida memoria.
La tierra está cubierta de fosas
y al primer descuido de la vida
la muerte es segura.
La bala no falla en el blanco, en lo oscuro
un cuerpo negro se tambalea y baila.
El certificado de defunción, los antiguos saben,
vino labrado con los esclavistas.
Certidão de óbito
Os ossos de nossos antepassados
colhem as nossas perenes lágrimas
pelos mortos de hoje.
Os olhos de nossos antepassados,
negras estrelas tingidas de sangue,
elevam-se das profundezas do tempo
cuidando de nossa dolorida memória.
A terra está coberta de valas
e a qualquer descuido da vida
a morte é certa.
A bala não erra o alvo, no escuro
um corpo negro bambeia
Os e dança.
A certidão de óbito, os antigos sabem,
veio lavrada desde os negreiros.
Del fuego que arde en mí
Sí, yo traigo el fuego
el otro,
no ese que te complace.
Él quema sí,
es llama voraz
que derrite las cerdas de tu pincel
incendiando hasta las cenizas
el dibujo-deseo que haces de mí.
Sí, yo traigo el fuego,
el otro,
ese que me hace
y que amolda la dura pena
de mi escritura.
Y éste es el fuego,
el mío, el que me arde
y acuña mi cara
en la letra-dibujo
del autoretrato.
Do fogo que em mim arde
Sim, eu trago o fogo,
o outro,
não aquele que te apraz.
Ele queima sim,
é chama voraz
que derrete o bivo de teu pincel
incendiando até ás cinzas
O desejo-desenho que fazes de mim.
Sim, eu trago o fogo,
o outro,
aquele que me faz,
e que molda a dura pena
de minha escrita.
é este o fogo,
o meu, o que me arde
e cunha a minha face
na letra desenho
do auto-retrato meu.
Inquisición
Al poeta que nos niega
Mientras la inquisición
interroga mi existencia
y niega la negritud
de mi cuerpo-letra
en la semántica
de mi escritura,
prosigo.
Asunto nomás
el asunto
de estas vagas y disentidas
líneas.
Prosigo y persigo
otras líneas,
esas todavía húmedas,
voces ahogadas,
de viaje negrero.
Y a pesar
de que mi voz hoy
se desnuda en el cálido
sol esperanzador
de tierras brasis, donde nací,
el gesto de mi cuerpo-escrito
levanta en sus recuerdos
imágenes atenuadas
de un primer útero.
Por eso prosigo.
Persigo albergando
en esa escrevivência[1]
no la efigie de blasones blancos
sino el secular sentido de invisibles
y negros queloides, sello originario
de un perdido
y siempre reinventado clan.
Inquisição
Ao poeta que nos nega
Enquanto a inquisição
Interroga a minha existência
e nega o negrume
do meu corpo-letra
na semântica
da minha escrita,
prossigo.
Assunto não mais
o assunto
dessas vagas e dissentidas
falas.
Prossigo e persigo
outras falas,
aquelas ainda úmidas,
vozes afogadas,
da viagem negreira.
E apesar
de minha fala hoje
desnudar-se no cálido
e esperançoso sol
de terras brasis, onde nasci,
o gesto de meu corpo-escrita
Levanta em suas lembranças
Esmaecidas imagens
de um útero primeiro.
Por isso prossigo.
Persigo acalentando
nessa escrevivência
não a efígie de brancos brasões,
sim o secular senso de invisíveis
e negros queloides, selo originário,
de um perdido
e sempre reinventado clã.
[1] Palabra inventada por la autora, intraducible al español.