Poesía peruana: Andrea Cabel García

Leemos un poema de Andrea Cabel García (Perú, 1982). Doctora y Máster en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh.  Docente de  la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de la UPC y de la Universidad de Lima. Ha publicado cinco poemarios: Las falsas actitudes del agua (1era ed. Lima: 2006; 2da Ed. 2007; Ed. Extranjera: México DF: 2014); Uno Rojo (Lima, 1era ed. 2011; 2 ed. 2012); Latitud de fuego (Lima, 2011); A dónde volver (México, Paroxismo, 2016), al cual pertenece el poema que aquí leemos.

 

 

 

 

 

 

Três da Madrugada on Andy’s Warhol bridge

 

Hoy copié tres libros enteros. 
Tres libros del ancho de un arroz e intensos como tu recuerdo. 
Los copié esperando la eternidad: tu cuerpo en el sillón verde, 
                                                                           tus pies vestidos de colores, 
                                                                           o tus manos comiendo galletas, 
Copié sin parar y no apareciste en ningún lugar,
ni aun tu sonrisa apareció
Ni aun tu cuerpo cuando contenías al mundo
Y me contradecías y me derrumbabas en esa página o en la otra.
He copiado más, unas tras otras, más páginas, imitándote en el mismo lugar, 
Y he intentado cantar en otro idioma sobre el puente que nos llevaba a la casa del león
A la casa altísima de las nubes metálicas
¿Recuerdas las nubes que flotaban alargadas sobre la fuente? 
¿Recuerdas el arco iris entre los chispazos de agua del Punto?
Te he buscado en la casa de Andy, donde el pensamiento parece música
Donde hay todavía imágenes nuestras grabadas en una que otra cámara

He ido a recoger una visión que me encienda, 
y he dejado el silencio amontonado en el suelo
Borrando el camino de regreso
Borrando el principio y el final, 
Borrándolo todo para quedarme ahí, en la sala de las nubes, acorralada por el león,
Mirando las fotos de los gatos dibujados que le hubieran gustado a Gracia, mirando como estiras tus piernas en el extenso sofá purpura mientras muerdes un pan con queso. 
Todo el día de hoy es madrugada: mi sangre, el tiempo, la forma como pesa tu ausencia,
mi boca desollada interrumpiendo el poema que escribo.
Todo el día de hoy es madrugada y mientras logre ver reflejos en el río, mientras logre recoger este aprendizaje, podré vaciar este cuerpo que me ocupa.

 

 

 

 

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