Poesía española: Mario Obrero

Leemos poesía española. Leemos algunos poemas de Mario Obrero (Madrid, 2003). Comenzó a escribir a los siete años. Ha publicado los libros Carpintería de armónicos (XIV Premio de Poesía Joven Félix Grande; Universidad Popular José Hierro, 2018), Ese ruido ya pájaro (Ediciones Entricíclopes, 2019), Peachtree City (XXXIII Premio Loewe a la Creación Joven; Visor, 2021) y Cerezas sobre la muerte (La Bella Varsovia, 2022). Cursó Bachillerato de Humanidades en el instituto público La Senda de Getafe. Colabora en los micrófonos de Gente despierta de RNE (Radio Nacional de España) con la sección de poesía «Un poeta en París». En la actualidad, cursa el grado en Lengua y Literatura Española en la UCM (Universidad Complutense de Madrid).

 

 

 

 

 

HIS ANCESTORS

 

He soñado con mis ancestros y su olor a patatas robadas
los he visto varear olivos con la cara llena de espinas
he visto a mis ancestros bailar sobre una montaña de ajos
al abuelo y su traje marrón
a la abuela encendiendo seis velas en el altar de la caldera
hablo del que juega a vestir las cerillas mojadas con barro
de los que cuentan chistes con la ventana cerrada
he visto a mi madre
una niña con sus primeros pantalones vaqueros mirando al mar
he visto la ropa en los tendederos de Venecia y a los poetas en Nueva York cuidar una tórtola y
su dulcimer hecho con nieve pisada
me he visto mirando al nuevo mundo con las memorias de Mayakovski bajo el jersey
me he visto mecerme lento en los sueños de una chimenea
los barcos el té y los poemas de Emily Dickinson escondidos en la sombra de una ballena
he visto a mis hijos cantar ebrios en los confesionarios
el frío como un erizo envuelto en serrín
en alguna colcha yace un pájaro azul
algún sueño sin calcetines que va comiendo rajas de sandía
los estudiantes de español me recitan al unísono
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Camino por los pasillos de un mundo que huele a gofre y a gasolina.

 

 

 

 

 

He escrito mis versos a mano como quien echa las peladuras de patata al fregadero o el que quita la capa marron de la cebolla antes de pelarla estas palabras en un documento de Drive parecen las primeras luces de navidad en Peachtree City parecen las particulas que uno se deja cuando va a Espana a merendar con su madre el sueno de los faros mucho tiene que ver con el arce rojo que crece en mi nuevo hogar sus hojas relucientes de lluvia las ramas vestidas de liquen y geometrias ignotas hablan de la receta del pan de Marco Porcio Caton del porcentaje de realidad en la poesia actual o del lenguaje secreto de las flores del Louvre

hablo del rayo de luna que cae al pecho encendido de las ardillas lleno mi cabeza de tierra y de cielos sepia la noche me muestra en frances los tuneles secretos que conectan las dos orillas vienen los poetas y los filosofos con camisas rojas y un jurel en su cintura vienen y bailan claque como caballos cruzando Atlanta y las flores muertas y el olor de mi abuela en una cartera marron las cartas que vuelven para contarte como es tu otono y los caminos embarrados entre grava y espigas inmoviles

me siento como los que por su luna de miel visitan la casa de Dolly Parton en las montanas de Tennessee como los $0.14 que costaron las visagras y los tornillos de la cabana de Thoreau como el que habla con fluidez sobre la ortotipografia y los calendarios de adviento para mascotas como el extranjero que escribe un poema frente a la ventana el primer Dia de Accion de Gracias como las tildes y las enies que mi ordenador no me permite poner y las esculturas de gallos en la repisa de la cocina me dijo un arbol que crecer es incubar los huevos de pajaros medievales en las sabanas de tu cama es embadurnar los dulcimeres con aceite de coco y comprar postales de agradecimiento a la mar el aceite de oliva en un tupper descansa como los titanes cada primer martes de mes en esa laguna de oro con un jersey de ochos morado tengo un reloj y una nieve lenta

estos versos en Arial 11 y a doble espacio son verdad mentira y sueno son sonido y silencio colgando de una estrella muerta son el perro recien banado que llora frente a la chimenea un dia de noviembre

 

 

De Peachtree City (Visor, 2021)

 

 

 

 

 

 
Los armónicos han entrado en el fémur de un neandertal
en la forma arbórea del Giraldo de Molina y su bandera agujereada
dos arcillosos seres como un poema en el jardín de los sapos esparteros
su canto o el pasto que comían los niños en mayo
este acorde contemporáneo pide bombillas al vecino
la oreja de tundra riega los fósiles susurrados de una partitura y su músico come albaricoques en la despensa del palacio
así con brillante cuerpo de dios griego sonamos
Manuel de Falla envía un atardecer en Granada y ciclistas submarinos en las escamas del Mediterráneo hacen canciones con brezo y mimbre verde
estridulan ancianas las estrellas en la puerta de sus casas
guardé mi corazón en un enebro
lugar donde horizontalmente nace el sueño o su grito antiguo
esa memoria de patio regado

 

 

 

Los calcetines negros la conversación en una pescadería de confianza entre la fallecida belleza de los ojos del mero ese bosque que caminan en la menor las chelistas ¿qué río querrán pisar los zapatos del zagal cosiendo la luz tendida sobre el pelaje de los zorros? silente silbo de sal el aroma de las fresas las acuareladas vértebras de la imaginación y esa vieja extranjera y su gato con cara de lucio adulto humedecen el alma los dudosos cuernos de las cabras sonámbula menstruación que doblas amapolas en la cómoda chirriante un violinista en columpio acicala su barba y lanzan pompas de jabón al pelo teñido de las ancianas la chaqueta de barman con que riegas el olmo de Schumann limpian sus gafas afinan el día después del eclipse naranja boca de los peces fluviales que mascan el pie de dios caminan solubles en el camposanto mi país llena de banderas las vidrieras de costa en las fosas comunes no hay murciélagos pero sí noche güio güio güio gentes que guardáis las sábanas de Isabel la Católica en el bolsillo de vuestro pantalón de puntillas mi escritura él corre mucho mucho mucho nunca estornudó aquel azucarado gorrión que el humanismo pinta en el techo de las ferreterías amanece en las ventanas más pequeñas de la aldea el pianista saca su lengua

 

De Ese ruido ya pájaro (Entricíclopes, 2019)

 

 

 

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