Una conversación con Fernando Valverde

El poeta español Fernando Valverde (Granada, 1980) ha publicado recientemente, bajo el sello de Visor, el poemario Desgracia. A propósito de la aparición de este libro, Alí Calderón conversó con él sobre su visión de la poesía y sobre su propia obra. Cooper Canyon Press, con la traducción de Carolyn Forché, publicó el año pasado su libro America. Durante más de una década dirigió el Festival Internacional de Poesía de Granada. Actualmente enseña poesía en la University of Virginia. Valparaíso México y Círculo de Poesía publicaron su antología de poemas Babel

 

 

 

Alí Calderón

El crítico francés Jean-Michel Maulpoix piensa que un poeta es un punto nodal, un sitio desde donde se observa y se figura al mundo. ¿Cómo se ha transformado ese punto de focalización en tus libros de poemas? O dicho de otro modo ¿Quién era el poeta Fernando Valverde en Viento favorable (2000) o Razones para huir de una ciudad con frío (2004) y quién es hoy en Desgracia (Visor, 2022)?

 

Fernando Valverde

Era un poeta muy ingenuo, pero no me arrepiento, porque era una ingenuidad hermosa. La vida nos era favorable o al menos eso creíamos. Cualquier tiempo pasado fue mejor, que diría Manrique. Mi experiencia de la vida fue descubrir poco a poco la miseria humana, que somos el animal más repugnante sobre la tierra, tal vez la peor criatura de la creación. ¿Qué hacer frente a eso? Creo que la poesía es una de las pocas oportunidades que tenemos para reponernos de esa sombra. Por eso es difícil, por eso está llena de misterio, porque su único sentido posible es la bondad. El resto es mediocridad, es literalidad, es una tierra en la que nada crece salvo la estupidez, excelente herramienta para el odio.

 

Alí Calderón

Eres un estudioso del Romanticismo y del siglo XIX. Has publicado recientemente en la Colección Poemas y Ensayos de la UNAM La muerte de Adonáis. Últimos años de Keats y Percy B. Shelley. Trabajas actualmente en la biografía de Byron. ¿De qué modo esa estética y ese tiempo están presentes en tu poesía, en tu modo de escribir y de concebir el poema?

 

Fernando Valverde

Escribe Schiller que la utilidad es el gran ídolo de su época, un ídolo al que sirven todas las fuerzas. “El mérito espiritual del arte, que, despojado de todo estímulo, desaparece ante el ruidoso mercado del siglo”, asegura. Yo podría decir lo mismo del mundo de hoy. En la búsqueda de la modernidad, a lo largo de la historia de la literatura, no hay nada como mirar al pasado. Creo que la época más parecida a la nuestra es el primer tercio del siglo XIX. Después de un acontecimiento como la revolución francesa, el mundo cambió más en 50 años que en toda la historia. Los románticos creían que la evolución de la técnica había alejado al hombre de su estado natural.  En su opinión, el ser humano descrito por la ilustración no era más que un “hombre económico”, es decir, una marioneta en manos de unos intereses creados, ya fuera por parte del estado, de la oligarquía, del comercio o simplemente de la idea de progreso. La doctrina fundamental de alguien como Hamman fue precisamente que Dios no era un matemático o un geómetra, sino un poeta. Yo no me atrevería a afirmar la segunda parte de la frase, pero sí la primera.

Alí Calderón

Visor publicó hace algunos años un volumen antológico de tu trabajo, Poesía (1997-2017). Sentí que los mejores poemas operaban sobre la aspiración de captar lo invisible en lo visible? ¿Es algo intencionado? ¿Se trata de una especie de poética personal?

 

Fernando Valverde

Como decía Friedrich, su misión era adentrarse en la oscuridad para sacar a la luz lo que allí se encontraba. Tal vez no sea tan trágico y decadente, pero sí hay una cuestión sagrada en todo esto de buscar lo invisible. Uno puede optar por hacer como Shelley y decir que el poeta es un ruiseñor que se posa en la oscuridad y canta o como Leopardi o Keats, lamentando la imposibilidad de adaptarse a un mundo demasiado hostil para quienes se desvían del camino recto. No tengo duda de que al poeta le toca imaginar lo invisible. También creo que hay quienes cruzaron el umbral de la imaginación y se convirtieron en visionarios, pero no me considero uno de ellos.

 

Alí Calderón

Tu obra se caracteriza por el trabajo de la postal poética. ¿Cuál es tu procedimiento de composición en este tipo de poemas?

 

Fernando Valverde

Es cierto que en algunos de mis libros he trabajado la postal poética como forma de experimentación. Son poemas que tratan de integrar en el paisaje lo que no es visible, lo que no sucede en el paisaje. Un ejemplo de ello es la historia. Cuando visitamos el lugar donde estuvo la casa de un escritor. El paisaje ha cambiado, pero por un momento somos capaces de construir algo más poderoso que una narrativa, un sentido poético.

 

Alí Calderón

Apareció recientemente en Cooper Canyon Press, con la traducción de Carolyn Forché, America. Pareciera que el cambio de residencia de España a Estados Unidos significó también un cambio en tu poesía, ahora con una intención investigativa o incluso documental. ¿Cómo construiste este libro?

 

Fernando Valverde

Fue un cambio radical que afectó todo. Siempre tuve la ambición de lograr para mi poesía una música diferente a la de la poesía española. Estaba cansado de ese verso libre cuyos límites son el endecasílabo y el heptasílabo. La poesía en inglés me ayudó a cambiar la música de mis poemas. Además, se trata de un libro que necesitó de un importante proceso de documentación, porque frente a lo que muchos imaginan, la poesía no crece de la nada. No basta con vivir, hay que pasar por el mundo con una mirada capaz de ver más allá.

 

Alí Calderón

Leo Desgracia y no puedo dejar de preguntar ¿qué piensas del poema como autorretrato o autobiografía?

 

Fernando Valverde

No puedo negar que es un libro muy autobiográfico, posiblemente en extremo. Tal vez por ello introduje a diferentes personajes que atraviesan los poemas: Dante, Caín, Elizabeth Siddal, Lord Byron… Desgraciadamente, quienes me conocen pueden hacer lecturas muy ligadas con mi historia personal, pero creo que al final mi desgracia es igual a la de todos: “el mal triunfa / el mundo es su escenario”.

 

Alí Calderón

Siento que los poemas de Desgracia son una suerte de meditatio mortis, textos que giran en torno a un centro secreto, acaso la intuición de la fatalidad. En “La poesía muerta” hablas de un poema que he escrito muchas veces / con distintas palabras. ¿Cuál es ese centro secreto? ¿De qué habla en realidad ese poema que has escrito tantas veces de manera distinta?

 

Fernando Valverde

Estuve cerca, Alí. En la desesperación alguien puede acabar en la tentación del misterio. A mí me salvó el amor, que me impedía hacer daño a quienes más quería. Sólo el amor nos salva, es cierto. No hay nada más poderoso que esa tensión entre el amor y la muerte, ahí está el centro de gravedad.

 

Alí Calderón

La sección “Caín” de Desgracia me parece particularmente interesante porque te muestras como otro Suenas distinto, tu sintaxis es diferente, exploras un tono que no estaba en tu poesía anterior, tu registro léxico cambia muchísimo también. ¿Qué intentaste hacer en esta serie de textos?

 

Fernando Valverde

Los escribí con rabia, con los dientes, con la boca llena de tierra. Lorca escribió que Goya hizo sus pinturas negras con los puños y no con pinceles. Unamuno dijo que Byron era “un gran odiador”. Tal vez lo fui durante algún momento en esos poemas. No es sencillo dejar de ser hermano y la única reacción posible a un hecho de una gravedad tan extrema es el Weltschmerz, el pesar cósmico. Es posible que Caín sea mi creación más compleja, la más difícil. No hay persecución alguna de la belleza en el poema, sólo lo sublime cobraba un sentido verdadero durante su escritura. Quise hacer hablar a la serpiente y su léxico no tenía nada que ver con lo que había escrito hasta entonces.

 

Alí Calderón

¿En qué dirección está moviéndose tu poesía?

 

Fernando Valverde

En una primera época, tal vez la que recoge el volumen de mis veinte primeros años publicado por Visor, es el tránsito del yo al nosotros, al lugar donde el mundo comparte una herida. Sin duda se trataba de una evolución ideológica que no ha dejado de interesarme. Sin embargo, hay una dimensión filosófica y moral que, si se desconoce, la obra de arte queda incompleta. Hamman, uno de los grandes perdedores de la historia, fue tal vez el filósofo que asestó el mayor golpe al universalismo de la razón fijándose en las sombras que proyectaba el siglo de las luces. Creo que existe una poética universal y esto es un pensamiento heredado del Romanticismo. Schegel apostó por ese cambio de paradigma llamando a superar las barreras nacionales. ¿Qué encontró al otro lado, obviando el desprecio? Al individuo frente a la naturaleza, la soledad última de Dante cuando cree ver a Dios.

 

Alí Calderón

Durante más de quince años coordinaste el Festival Internacional de Poesía de Granada y has sido el motor de una editorial de gran crecimiento como Valparaíso Ediciones. Has leído tu poesía en múltiples países. Poca gente conoce como tú la poesía contemporánea escrita en español. A partir de lo anterior quiero preguntarte, ¿qué te interesa de la poesía actual? ¿A quién lees y por qué?

 

Fernando Valverde

Raquel Lanseros y Alí Calderón (autor de esta entrevista) son los poetas que más me interesan. No pongo aquí tu nombre por gratitud, amistad o por compromiso. Nos acercamos a una edad en la que ya tenemos la certeza de que la poesía es más valiosa que la vanidad del cumplido. Pero en español no me interesa mucho más de lo que se hace en nuestra generación. Mis poetas vivos de cabecera son Raúl Zurita y Luis García Montero. No me avergüenza en absoluto decirlo así, para que me rompan la cara. Pero salvo algunas notables excepciones, la poesía en español no vive su mejor momento. Tal vez el gran poeta de nuestra generación sea Ilya Kaminsky, su libro Deaf Republic es lo que más me ha conmovido en años. Curiosamente, nunca ha estado en Festival Internacional de Poesía de Granada.

 

Alí Calderón

Finalmente te pido un pronóstico. Desde tu conocimiento como autor, editor, traductor, gestor, académico y lector, ¿hacia dónde va la poesía? ¿Cómo serán los poemas del futuro?

 

Fernando Valverde

De la destrucción nacerá la primavera, escribió Holderlin. Nuestro mundo se parece demasiado al del Romanticismo como para ignorarlo. Si tuviera que apostar me la jugaría por el regreso a una época y a unas formas en las que el hombre se sintió más lejos que nunca de la naturaleza. Hoy vivimos con la cabeza dentro de la pantalla de un teléfono o un ordenador portátil. He visto algunos de los mejores talentos de mi generación destrozarse el cerebro con la superficialidad de las redes sociales, la gran herramienta del neoliberalismo. Va a llegar el momento en el que la humanidad se enfrente a la idea imposible de un mundo de progreso indefinido basado en la razón y en la ciencia. Entonces, los lectores que saben nadar, como dijo Sócrates, van a interesarse mucho por Goethe, Shelley y Byron.

 

 

***

 

 

Alguien dice tu nombre en el pasado

 

Yo tenía una casa sin inviernos,
el olor de un magnolio,
las manos de mi abuela curando mi aflicción,
un puñado de luz amontonado
debajo de una araña,
un rincón en el mar
azul como la tarde en sus balcones.

Yo tenía un hermano y una abuela
y mi madre cantando siempre alegre
dentro de su desgracia,
llenándose las manos de pintura,
haciendo extrañas flores con la pena.

Yo tenía una casa,
no me perteneció,
quise ponerla a salvo,
me destrocé las uñas,
bebí todo el veneno
del miedo y la sospecha,
y al fin logré alcanzarla,
ya nadie estaba allí.

Yo tenía una casa
de lluvia
de alegría
de triste agua
pudriéndose:
la nada
rota.

 

 

 

 

 

Hoy

 

Un día
un día cualquiera
el último
y terrible
escucharé tu nombre
rompiéndose
las olas
mi amor está en el suelo
no vayas a pisarlo
cruza mi soledad sin detenerte.

 

 

 

 

 

Resta

 

Puedes contar la pena.
Es todo cuanto tengo.
Para llegar aquí la vida he malgastado.

Yo también tuve un río y una barca
con sus nubes mirándome
y una boca trayéndome la lluvia
y un pájaro de niebla
y un relámpago.

Puedes contar la pena,
es una sola pena.

He malgastado todo lo demás.

 

 

 

 

 

 

 

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