Poesía de Honduras: Daneidy Karol Guzmán Martínez

En la serie de poesía hondureña que coordina Murvin Andino, leemos a Daneidy Karol Guzmán Martínez (Puerto Cortés, Honduras). Parte de su obra ha aparecido en los libros La espera infinita y Del corazón a la tinta.

 

 

 

1.

En una galaxia lejana
Donde los amores son fugaces y las estrellas perpetuas
Un amor digno de su propio espacio
Compartía una tarde en su casa de verano
Gozando la vista en las lagunas de Marte.
En una vía láctea donde los “por qué” sobraban
Una pareja le chequeaba el pulso a sus plantas
Que habían dejado de brillar desde aquella luna de miel
En la que juraron amarse sin importar los mil años luz que mediaban sus edades.
-¿Y si me vuelvo agria y amarga?
-Te amaré por el dulce que habita en tu ser
-¿Y si me cortan las piernas y ya no podemos bailar?
Te llevaré a Saturno y nuevamente de rodillas te pediré bailar otra pieza.
En un planeta verde
Donde el humo destruía las capas
Porque los cigarros eran más eternos que un amante
Un poeta alistaba su maleta para atravesar el ozono
Y estar cerca de su musa, la pecosa
Para escribir de sus lunares y construir hogar
En sus mil hoyuelos a los que los terrestres
Se tomaron el abuso de llamarles cráteres.
Con su musa, ahí quería estar
Lejos del mundo y su desorden
Cerca de ella y en cada una de sus fases.

 

 

 

2.

Le regalé un peluche a un viejo amor
Sin saber que era alérgica al algodón
Alérgica al detalle y pésima para reconocer la diferencia entre jugar con un peluche
Y joderme peor que a un juguete.
Ahora no regalo peluches
Pero estoy con un ángel que tiene la suavidad del algodón
Y si juega, lo hace con mis dedos entre los suyos
Con sus cabellos entre mi rostro a la hora de dormir
Y no le regalo peluches, pero, ¿quién quiere algodón a la cabecera de su cama,
Cuando en la cama solo cabemos dos?

 

 

 

3.

Él es de esos
De los que roban tiempo a sus días libres
Y los obsequian sin considerar el sueño.
De esos que no respetan las dietas
Y regalan postres, chocolates y bebidas
Para hacer más dulce cada noche.
De los que arrebatan flores al campo
Para sembrar sonrisas en mi rostro.
Él es de esos
De los que no consideran a este corazón
Que siempre está a punto de estallar
Cuando su sonrisa está presente…
Él es de esos
De los que dan miedo querer
Por inspirar siempre los mejores poemas.

 

 

 

4.

Viajando en el vagón de los momentos en los que fuimos nuestros, compartía asiento con tus labios y los míos, charlábamos sobre el primer beso, recordando sin cautela, riendo por las veces que nuestras lenguas se faltaron el respeto.
Detrás nuestro, tus manos y las mías nunca se soltaron
Y sonaba aquella canción que solo tú y yo sabemos,
Nos acariciamos tanto que nuestra primera vez se sonrojó por la falta de vergüenza en su tacto.
El vagón iba dirigido por tus ojos rasgados, de copiloto nada más que nuestros sueños y un par de encuentros que servían de azafatas.
En primera clase viajaban nuestras noches compartidas,
Aquella lágrima que botó tristezas y con ella un millar de sonrisas con destino al futuro.
No quería bajarme, suplicaba un paseo por lo perpetuo
Solo una vuelta más, pero tu voz anunció parada y tuve que bajar.
Vi cómo el vagón siguió su camino
Tus brazos me recibieron, y estando en ellos, supe que todo era real, pude tener paz
y decidida reservé dos boletos, ansiando un próximo viaje con pasajeros nuevos
y esta vez, con destino a lo eterno.

 

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