Voces de ornitorrinco: Mutsuo Takahashi

 

 

Voces de ornitorrinco

 

Presentamos la primera entrega del espacio titulado “Voces de ornitorrinco”, preparado por el poeta y traductor Mario Frausto Grande (Aguascalientes, 1991), dedicada a la diversidad sexual vista desde el ámbito de lo literario. En esta ocasión leemos a Mutsuo Takahashi, en versión de Frausto Grande.

 

 

*

Presentación

 

En esta primera entrega, la cual abre un espacio destinado a las letras de la diversidad sexual de distintas latitudes, he decido presentarles un poema del escritor japonés Mutsuo Takahashi (1937). En sus textos, principalmente en su beta poética escrita durante las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, muestra tintes del surrealismo, el existencialismo y una fuerte carga homoerótica que combina cuestiones como la crueldad, la ternura y el desacato a los dioses. Me parece que es un buen inicio, principalmente para conocer otra arista de la poesía homosexual, la cual combina aspectos propios de la vanguardia occidental en interfaz con el ideal contemplativo, existencial y rebelde que han venido cultivando los autores japoneses durante las últimas décadas del siglo pasado y, también, en el presente.

 

Mario Frausto Grande

 

 

 

 

Mutsuo Takahashi

Amantes disfrazados de dioses lobo

 

 

Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia,

en las concupiscencias de sus corazones,

de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos

Romanos 1:24

 

I

El lobo es un árbol, una ráfaga, el pasto;

el lobo corre por lo alto del bosque 

y el viento sobre el rostro de la tierra

 

los árboles gritan, el pasto tararea,

un alma permanece rígida, desnuda,

cubierta de entrañas y sangre,

 

colmillos de aliento, lo rojo de un grito,

el manto y los pliegues de la sombra

aleteando en el aire,

 

dientes que muelen y crujen,

espuma blanca,

garras rasgando el barro y la nieve,

 

el lobo junto al árbol, la ráfaga en el pasto:

el árbol-lobo es el viento

y la ráfaga en el pasto es el lobo

 

II

¿Quién devorará el fuego?

¿Quién correrá con el viento?

¿Quién será el que destroce

el corazón temblando en su mano?

¿Quién cambiará

el bosque repleto de verde

por árboles cubiertos de nieve,

cambiando un nido de amor

por arbustos de hierba infértil?

 

El lobo, la oscuridad ágil,

devora fuego, llena sus flancos hambrientos,

corre con el aire

y su abrigo de agujas brillantes,

el calor de la sangre

se hunde en sus dientes y garras

 

Con su aliento congelado,

el lobo, espíritu del invierno,

polvo de hueso y ceguera

que cambia el bosque

en un sitio de muerte

y a los ojos del fuego

en ojos de barro  

 

III

Cuando mama de mi pecho

el hombre se convierte en lobezno,

mastica sin pausas, mordidas pesadas

en mi pezón durazno  

hasta que la última gota

ha sido vaciada,

 

cuando la leche ya no brota,

la sangre y el dolor se derraman,

mi vida es chupada,

tambaleo, me desmayo,

en mi inconsciente, temeroso,

sin percatarme,

me he convertido en lobo también  

 

IV

Nuestro amor nos devoró,

es un amor que se desgarra

entre los dientes,

 

en nuestros ojos

que intercambian miradas

hay árboles en llamas

 

rasgamos, devoramos,

las espaldas de nuestras bocas se besan,

colmillos de aliento,

 

sangre hirviendo

brota y, de inmediato, se congela

 

nuestra tortura

es complicidad,

dolor, placer,

 

nuestro pelaje se estremece

junto con nuestras sombras alargadas

mientras nos abrazamos

 

V

Es de noche en los arbustos del parque,

los amantes ponen la cabeza del lobo

encima de ellos,

 

mientras los lobos ponen las cabezas de los amantes

sobre sí mismos y mueren de hambre

en la cima de la luna

 

VI

Una pareja de lobos baila

mientras sus pechos se rozan,

pelaje suave contra pelaje suave,

el pequeño pájaro del amor

es destazado hasta la muerte,

 

una pareja brinda con copas

llenas de vino parecido a la sangre,

sobre ellos, el suave pelaje del aire

brilla con resplandor pleno,

 

en un sillón largo,

la pareja inclina su oído hasta escuchar un canto

que produce música sedienta de sangre,

 

con pasos arrastrados,

la pareja sale y se desliza

hasta el pasillo oscuro

y chupa la sangre

del cuello de otras personas,

 

en el jardín,

la pareja asesina un capullo de rosa

en el borde de una fuente que hierve,

un dedo delgado y enfermo difumina

la sangre fresca,

 

un lobo confronta la pared y, en silencio,

tacha poemas de amor en una máquina de escribir

cuya tinta  

es cálida, de un rojo parecido a la sangre  

 

VII

Los santos empujan las vidrieras quebrándolas en pequeños fragmentos

luego llaman y nacen en la penumbra dentro de la campana caída,

polvo plateado e innumerables ecos,

acumulaciones de plantas arrastrándose hacia abajo,

un temible borde de oro en las nubes de tormenta,

dentro de los arbustos, aúlla un lobo escondido,

y los amantes beben sin pausa su sangre mutuamente

 

VIII

En el cementerio donde las almas muertas

y la carne llena de gusanos

sostienen su respiración y sus murmullos,

pisamos los frenos,

las llantas sonaron y resbalaron por la maleza.

 

Envueltos en nuestro silencio,

lanzamos los abrigos

y tiramos la ropa interior,

de repente, golpeando como si estuviera molesto,

afuera, un serbal rasgaba nuestra ventana   

 

era como si los muertos dijeran:

“Queremos vivir”

“Queremos vivir”

pero en medio de nuestros gemidos y dolores

sólo los ignoramos

 

IX

Un frasco de vidrio con alcohol parecido a la miel,

un bote de cristal lleno de caramelos macizos,

un pequeño frasco de aceite perfumado,

un mortero de veneno,

 

el vidrio del techo

se rompe de repente

y brillan fragmentos sobre fragmentos

que caen

hacia el rugiente azul marino,

 

sintiendo la punzada de un fragmento, por un instante,

la ciudad de cristal hace eco sobre la tierra

y se rompe en pedazos,

en ese momento, los amantes ponen

la cabeza del lobo sobre sí mismos

 

X

Frente al cielo despejado

las torres se empujan

brillo de puntas afiladas

mil campanas suenan

mil campanas resuenan

un reloj de palomas suena por el universo

un reloj cucú grita

un reloj de búho enseña su boca roja

 

el péndulo del gran reloj del cielo

salta fuera de lugar, los resortes

y engranajes se rompen y vuelan

en distintas direcciones,

los números romanos VIII IX X XI XII

giran y caen,

 

los amados amantes, con prisa,

ponen las cabezas de los lobos en las suyas,

son hombres que se aman,

desnudos, en pareja,

y que se precipitan en la forma de su amor

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