Poesía de Mozambique: Rui Knopfli

Leemos algunos textos de Rui Knopfli (Mozambique, 1932) en versión de Michelle Garcés Alcántara. Su primer libro, O País dos Outros, apareció en 1959. Dirigió los suplementos literarios de los periódicos A Voz de Moçambique y A Tribuna. Se exilió en Portugal a partir de 1978. Knopfli es una de las grandes voces de la poesía portuguesa del siglo XX. Recientemente, Pedro Mexia publicó la antología Nada Tem Já Encanto.

 

 

 

 

 

Gimnasia aplicada

 

Mi verso cínico es mi terapia
y mi gimnasia. En él me cuelgo
y levanto, en su precisión de barra fija.
En él me ejercito, en alfiler flexible,
sílaba a sílaba, movimiento controlado
de pulso, y me giro ostentoso
en una pirueta lograda, en un lanzamiento bien rítmico.

Hay una sonrisa discreta en mi seguridad

Pueden, si a veces me extiendo, hoja seca
(el verso es difícil y escurridizo), mi verso,
como tú, se ríe de mí con aire burlón.

 

 

 

Ginástica aplicada

 

Meu verso cínico é minha terapêutica
e minha ginástica. Nele me penduro
e ergo, em sua precisão de barra fixa.
Nele me exercito em pino flexível,
sílaba a sílaba, movimento controlado
de pulso, e me volteio aparatoso
na pirueta lograda, no lance bem ritmado.
Há um sorriso discreto em minha segurança.

Porém, se às vezes me estatelo, folha seca
(o verso é difícil e escorregadio), meu verso,
como de vós, ri-se de mim em ar de troça

 

 

 

 

Fin de tarde en el café

 

En la tarde color azebre
hablábamos de cosas amargas.
Allí, en la mesa triste del café
con moscas aleteando
sobre restos de azúcar
y un vaso de agua
tibia de olvidada,
hablábamos de la amargura de las cosas,
entre rostros graníticos y sucios,
entre extraños y extraños
de extraños y los que,
nada tienen de extraño,
cuidan de cuidar
lo que se pasa entre extraños.
En la tarde larga y silenciosa
tejemos gestos inútiles
y palabras entre dientes
sumergidos en el paisaje geométrico
del café. Del café tan lleno de gente
y humo y moscas y caras tristes
y en el final tan profundamente,
tan desesperadamente vacío.

 

 

 

Fim de tarde no café

 

Na tarde cor de azebre
falávamos de coisas amargas.
Ali, na mesa triste do café
com moscas adejando 
sobre restos de açúcar
e um copo de água
morna de esquecida,
falávamos da amargura das coisas,
entre rostos graníticos e enxovalhados,
entre estranhos e estranhos
de estranhos e os que,
nada tendo de estranhos,
cuidam de cuidar 
o que se passa entre estranhos.
Na tarde comprida e silenciosa 
tecíamos gestos inúteis
e palavras entre dentes,
mergulhados na paisagem geométrica
do café. Do café tão cheio de gente
e fumo e moscas e caras tristes
e afinal tão profundamente,
tão desesperadamente vazio.

 

 

 

Aeropuerto

 

Es el fatídico mes de marzo, estoy
en piso superior a contemplar el vacío.
Kok Nam, el fotógrafo, baja a Nixon
y me mira, oblicuamente, a los ojos:
¿Ya no regresarás? Solo le digo que no.

No regresaré, pero me quedaré siempre
en algún lugar, en pequeñas señales ilegibles,
a salvo de todas las futurologías indiscretas,
preservado apenas en la exclusividad de la memoria
privada. No me quiero acordar de nada,

solo me importa olvidar y olvidar
lo imposible de olvidar. Nunca
se olvida, todo se recuerda ocultamente.
Se desmantela la estatua del Almirante,
pieza a pieza, el kilómetro ciento perdurable

orgulloso en la cima de la palmera esquiva.
Desmembrado, el Almirante duerme en el museo,
el sueño de bronce en la muerte de las estatuas
inútiles. Desmantelado, yo sobreviviré
apenas en el precario registro de las palabras.

 

 

 

 

Aeroporto

 

É o fatídico mês de Março, estou
no piso superior a contemplar o vazio.
Kok Nam, o fotógrafo, baixa a Nikon
e olha-me, obliquamente, nos olhos:
Não voltas mais? Digo-lhe só que não.

Não voltarei, mas ficarei sempre,
algures em pequenos sinais ilegíveis,
a salvo de todas as futurologias indiscretas,
preservado apenas na exclusividade da memória
privada. Não quero lembrar-me de nada,

só me importa esquecer e esquecer 
o impossível de esquecer. Nunca
se esquece, tudo se lembra ocultamente.
Desmantela-se a estátua do Almirante,
peça a peça, o quilómetro cem durando

orgulhoso no cimo da palmeira esquiva.
Desmembrado, o Almirante dorme no museu,
o sono do bronze na morte obscura das estátuas
inúteis. Desmantelado, eu sobreviverei
apenas no precário registo das palavras.

 

 

 

Posteridad

 

Un día yo, que pasé la mitad
de la vida volando como pasajero,
tomaré lugar en la cabina
de un monomotor ligero
y subiré alto, bien alto
hasta desaparecer más allá
de la última nube. Los periódicos dirán:
Cansado de la tierra, poeta
huyó al cielo. Y no
volveré, de hecho. Seré recordado
instantes por mi familia,
mis amigos, alguna mujer
que amé verdaderamente
y mis treinta lectores. Entonces
mi nombre comenzará a aparecer
entre los destacados y, para aburrimiento
de los maestros y alumnos, se harán
ediciones escolares de mis libros.
A esa altura estaré olvidado.

 

 

 

Posteridade

 

Um dia eu, que passei metade
da vida voando como passageiro,
tomarei lugar na carlinga
de um monomotor ligeiro
e subirei alto, bem alto,
até desaparecer para além
da última nuvem. Os jornais dirão:
Cansado da terra poeta
fugiu para o céu. E não
voltarei de facto. Serei lembrado
instantes por minha família,
meus amigos, alguma mulher
que amei verdadeiramente
e meus trinta leitores. Então
meu nome começará aparecendo
nas selectas e, para tédio
de mestres e meninos, far-se-ão
edições escolares de meus livros.
Nessa altura estarei esquecido. 

 

 

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