Círculo de Poesía Ediciones publica El gallo y la serpiente. Poesía francesa actual

Leemos cuatro poemas de la nueva antología publicada por Círculo de Poesía Ediciones, El gallo y la serpiente. Poesía francesa actual, con selección, traducción y prólogo de Audomaro Hidalgo. Esta antología reúne a treinta y tres autores franceses contemporáneos. Este libro está publicado en el marco del Programa de Apoyo a la Publicación de la Embajada de Francia en México

Escribe Aduomaro Hidalgo en el prólogo:

El gallo y la serpiente es la presentación, a los lectores de México, de una pequeña parte de la poesía francesa actual. Durante el proceso de traducción comprobé la recurrencia de ciertas formas, en especial el soneto y el poema en prosa. El primero es la forma poética por excelencia de occidente; el segundo es una invención moderna y un género mucho más difícil de lo que se cree. Un endecasílabo se escribe casi espontáneamente; un poema en prosa se construye. Todo cabe en un endecasílabo sabiéndolo escribir; en el poema en prosa se deben limar las asperezas de cada frase para mostrar el diamante que yace al fondo: la pulida imagen.

Elegí poetas de diferentes regiones para dar una imagen más o menos plural de la poesía francesa contemporánea. El centralismo cultural es una enfermedad contra la que todavía hay que seguir luchando, en Francia como en México. Son treinta y tres los autores que integran el volumen. Quise interrogar únicamente a los poemas. Esto fue lo que me dijeron. Esto fue lo que escuché.

 

 

 

 

Guillaume Condello

INTRANT(S)

no se ofendan
           si aquí comienzan los himnos

de los hombres de los perros
            que cantan a los muertos
para escuchar están
            callados salvo quizá
una especie de cadencia
            bajo la bóveda
quizá es el cielo inmóvil
bajo la bóveda que

cruje y rechina que
            sabrá decir eso delante
o detrás siempre
nosotros
                y la voz de los muertos

no se ofendan
yo era también uno de esos perros de los que habla
un libro
               de palabras muertas
en una isla
y sus voces en la playa
               enrollada y sin cesar
derrumbada
               en un libro
                                  dicho

              escuchen
al principio había
              un hombre dicen que es
el Príncipe se le ve
o un dios
               en la tierra
también se le llama
               el que convoca lo vemos
su gran ejército es todo un pueblo
dicen
y una cohorte de baratijas bolsas
               en la espalda su padre
que llevar se dice tradición columna móvil
de la pestilencia
               pesado para llevar de todos modos
es para el olvido cada uno trae
               un saco de palabras
para tirar
               el agua negra las absorbe
para que mi nombre no se pudra

               escuchen
soy un sacerdote de los muertos
               y cuido de ellos
vi la ciudad doliente
               trabajando
y sus tótems
               eléctricos todo el día
vi
           nada más
que la ciudad y todos
la vieron
                escuchen aún así
la ciudad
en el suelo        cualquiera
                es allí
un lugar innombrable miren
es allí donde viven
                los animales
perecederos
                y la tierra

de nadie
abajo
                se ven las columnas
erguidas de la pestilencia
                avanzan derecho
bajo soles sudorosos
que se aferran al suelo
                como pueden

escuchen los animales
                bajo los soles
inmutables de neón se les ve
jugar o mirar o
caminar ¿por qué?
                entre las columnas
antiguas ellas esperan
                al anfitrión de los turistas
pasen
miren
los paisajes bucólicos tarjetas
                postales desplegadas
para indicar los caminos
                                             perdidos
la zona que se pierde de vista
y sus luces y
su anfitrión
                imposible

es allí donde voy
buscando ecos
del gran nombre
                inaudible salvo quizá
de los muertos
escuchen
las columnas de plástico
                ¿para quién?
parques
y detrás de las vallas
                      decorados
infinitos es la zona mira
qué hermosa es
se puede ver
la ciudad
                 trabajando

 

 

 

 

Makenzy Orcel

incluso tu mirada madre fue falsificada
el tiempo el espacio el pesebre
la estrella que hubiese traído a los Magos
hasta la esquina de las calles Monseigneur Guilloux y Saint-Honoré
luego de un baño de sangre en Martissant o La Saline
el canto negro y cursi arrancándole lágrimas
la aureola de alambre alrededor de mi cabeza
y otros hechos especiales
cavar la sombra permanecer allí
lejos de los mercados
bajo cuyas luces a menudo
se ven llorar sueños
antes de volar en pedazos
cuándo nació el canto
el imperceptible lazo entre el espacio y el tiempo
su estructura
la luz el tiempo
el ser fuera de su destino material
todo ese circo me parece tan inmortal
y a la vez vinculante
que se haga la luz
madre llora desesperadamente
sueña con una gran construcción en algún lado
donde al fin se construye un sitio para los perros
mientras la sombra
perra gravemente enferma
cada vez más densa y tensa
se eterniza
una vela duerme lejos en su parodia de resplandor
arrullado por madre
llueve sobre mi cara

 

 

 

 

Anna Ayanoglou

SENSACIONES DEL COMBATE
Variación I

Es un bosque sombrío, denso,
cuyos árboles crecen rápidamente
en cualquier época del año
sin importarles tu salud.

Para sobrevivir debes podarlos
infatigablemente
eliminar las lianas
que por la noche abundan más que nada.

Cuando te faltan fuerzas
—siempre acaban faltando—
los árboles continúan creciendo,

ganan tu garganta sus ágiles ramas,
te aprietan el diafragma.

El bosque está dentro de ti,
desde ahora su negro veneno
sale de tu corazón.

 

 

 

 

Laura Vazquez

CÓMO LA MUERTE FABRICA UN MUERTO Y SU IMAGEN
Poema en 43 líneas

 
Un número de muertos es un número
lleno de criaturas una mañana en el anuncio
pensamos en los cementerios bajo el sol
en las personas que vierten pequeñas gotas
en los labios agrietados en los limpiadores de los muertos
la tierra respira entre los muertos y es larga
un muerto saluda a la tierra con su espalda muerta
larvas y gusanos como un hermoso vestido
compactar la tierra entrar en la oscuridad
como un polvo fino en el cuerpo de los vivos
¿los sordos escuchan en el ataúd?
la luz se transfiere nunca la vemos
vemos lo que ilumina quizá
la luz comprendió que la sangre
no es sino un charco dentro de los muertos
los cadáveres se evaporan en la lentitud la calma
luego los fantasmas se esconden entre las grietas el cemento
en los espíritus de los que viven
quisiera sostener tu rostro con un solo dedo
el piso de los muertos sobre nuestros pensamientos
cada vez que una persona muere otra no muere
el estómago de los muertos blanquea como bolsas
en un espacio entre los segundos no pienso en nada
saliva un diente un colmillo recoge los huesos
de pequeñas criaturas yo distribuyo moléculas
al azar por mi boca imagino gusanos más largos
que yo la mano no posee nada
una familia de insectos
se entierra al muerto con tres mil
doscientas paletadas de tierra
los insectos adultos muestran a los jóvenes
la manera correcta
de comer un muerto
un pedazo de grava atrapado en la uña
el ala de un insecto
congelados
los muertos ya no tienen memoria cada cadáver
se parece a un cadáver cada cadáver
imita un cadáver

 

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