Clandestina, de Elena Méndez

Presentamos una selección poética del libro Clandestina de la narradora y poeta sinaloense Elena Méndez (Culiacán, 1981). Autora del libro de cuentos Bipolar (Linajes Editores), mencionado en el “Recuento de Narrativa Mexicana 2011” del crítico literario Ignacio Trejo Fuentes (Revista Siempre!) donde dicho material se consideró como una de los títulos más notables de ese género en nuestro país. Ha colaborado en diversos medios nacionales y extranjeros, como el diario mexicano La Jornada y el portal cultural español Homines.

 

 

 

IV

 

Era tan bello que verlo me dolía.

Tan joven que cualquier rato se iría con una plebilla.

Tan pobre que apenas le alcanzaba para un cuartito

donde me hacía feliz

sin importarle mi cuerpo imperfecto,

los años que le llevaba,

mis bolsillos tan vacíos como los suyos.

Total, éramos un par de locos

que se conocieron en el manicomio

y acordaron verse allá afuera

cuando terminara el maldito encierro.

 

 

VI

BUZÓN DE VOZ

 

Me sé de memoria tu número,

pero no te marco

porque siempre me mandas a buzón

y entonces pienso que estás con otra

y me siento triste

pues aunque nunca hemos hablado de amor

me da coraje pensar

que alguien más disfruta de todo eso

que a mí me haces.

 

 

XI

 

Mis pies no fueron besados por su boca.

Esos pies que usted alabó pero se contuvo de venerar y mejor veneramos a Venere,

que rondaron por su espalda plagada de lunares,

descubiertos ociosamente al profanar la alcoba

[con la luz artificial del celular.

Usted me dijo: “No me vayas a tomar fotos”,

pero cuáles fotos le iba yo a tomar,

si mi teléfono era modelo muy pero muy antiguo.

Y también le gustó mi pelo y mis senos y mi actitud,

supongo que por haberlo ignorado todo el santo día,

y hasta me confesó que me creía sáfica,

pero mi piel le demostró hacia quién se desbordaba mi deseo.

Y yo quería dormir y llorar y reír y seguir cohabitando

o disfrutar el postcoito y permanecer insomne con usted,

aunque supiera que en el fondo era inasible.

Y sé que esto dista de ser un poema

pero qué quiere, usted me ha puesto lírica irremediable y

[no quiere que lo destroce

y sin embargo me ofrece su yugular clavando en mí su mirada expectante.

 

 

XXXI

 

Para encontrarme

acaso tenga que sembrar migajas de pan

desde mi sombra hasta mi corazón.

Pero nada ha de funcionar,

para qué me engaño:

lo único que me serviría es el refugio de tu piel,

y me lo niegas.

 

 

XXXIX

 

Me pagó para dársela de buen samaritano,

para que olvidara su mal desempeño,

para expiar su culpa,

para hacerme ver que no era más que su puta,

alguien que nunca podría pasear de su brazo

ni esperarlo en algo que pudiera llamarse hogar.

 

 

XLVI

CASANOVA VIRTUAL

 

Con esa sonrisa me penetras

aunque no me toques.

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