Poesía mexicana: Claudia Colosio García

Presentamos tres poemas de la autora sonorense Claudia Colosio García (Caborca, 1991). Es Doctora en Literatura Hispánica por El Colegio de San Luis. Se dedica a la investigación y la docencia en secundaria y bachillerato. En 2015 obtuvo la beca PECDA Sonora y participó en el taller “Los signos en rotación” de la Caravana Cultural Interfaz. Fue parte del Primer Diplomado Virtual de Creación Literaria del INBAL en 2020. Cuenta con premios de ensayo y ha publicado narrativa en Círculo de Poesía.

 

 

 

Acuse de recibido

 

La distancia mínima de la unión eterna

sólo la alcanzaron nuestras tintas,

una junto a otra,

sobre formularios.

 

Se derriten sus letras.

Se mezclan en registros aduanales.

Abrazarán el fuego.

Serán ceniza al mismo tiempo.

 

Desde la oficina de correos

los documentos binacionales

son alhajas de papel

y acta matrimonial de los inocentes.

 

Coros de ceniza,

enseñen a los crédulos

que las promesas crian hongos

cuando escurren en bodegas.

 

 

Tienda de segunda mano

 

La mañana besa y ruega

que atraviese el desierto,

cruce las vías del tren

e ingrese a una casa de muñecas,

la más cercana de tantos basureros flotantes

que traen en vagones abiertos

espíritus reducidos

a color, tamaño y peso.

 

Les temo a las vidas pasadas

encerradas en una bodega de otro país,

en medio del calor y el polvo.

Las reconforto con las manos sucias.

 

Soy intrusa en los pasillos de la intimidad de los muertos.

Saludan desde un marco de veinte pesos.

Busco entre sus restos,

recuerdos que ya no pertenecen a nadie.

 

Mueve el morbo de imaginar las vidas,

los usos,

los intereses,

el tacto de hombres y mujeres

sobre objetos que ahora paseo entre mis yemas

e integro a mis propios vacíos.

 

Bajo el viento negro

habitan elementos desconocidos a mi lengua y mi cultura

junto al discurso hermano del miedo a la muerte

y al abandono de las anclas materiales de la vida.

 

De la segunda vienes

y a la segunda volverás.

Ahí también terminará mi vida,

sumida en la soledad de ataúdes,

como todo lo valioso,

todo lo amado,

todo lo logrado,

todo lo pagado con las células del cuerpo.

 

Mis piezas serán

arrebatadas en la carroña por manos ignorantes

que, bacterianas y curiosas,

sumergen las entrañas en la carne

y compran un vestigio

de memorias apiladas como basura.

 

 

Instantáneas matutinas

 

Un pingüino chilla en el cruce de las vías

Pide dinero, busca hielo.

Se perdió soñando

y su ensueño aguarda bajo las sábanas del albergue.

 

Los gatos modelan su paso

sobre techos móviles

de vagones obedientes al ritmo de banda de guerra.

 

Llego al patio escolar

con el ardor del paso de lagartija.

Las mochilas se aproximan y se rozan,

recogen los sentidos que ocultan los besos.

 

Ya en clase,

la lectura en voz alta nos prepara

y advierte de las onomatopeyas matutinas

de la cortina de balas.

 

Recordar un canto de fieras

garantiza haberlas sobrevivido.

Pasado todo,

el ángelus de un claxon suena.

 

Hasta mañana.

 

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