Radiografía de cuerpo completo, de Olympia Ramírez Olivárez

Presentamos una selección de Radiografía de cuerpo completo (2023), el más reciente libro de poemas de Olympia Ramírez Olivárez (San Diego, 1998), editado por la revista y editorial Página Salmón. En este volumen la autora explora los sentires del cuerpo y sus desechos.

 

 

 

 

sobrevive la noche

 

la noche toma forma de ballena

que todo lo devora

interminable

Isabel Fraire

 

Cuando despierta el día

con sus cabellos rubios

enmarañados,

los negros rayos de tu mirada

amanecen.

 

Bajo ellos

resiste la noche

menguando 

en círculos cromáticos

de rojos y morados

ante la pulcritud

del fango cosmético

que intenta borrar su existencia.

 

Lunas subcutáneas

que mecen sueños

sin dejar tiempo para el descanso

son el sello de tu desapego

por las cosas de este mundo;

causa

de la atención perdida

en el polvo de la luz.

 

Concédeles la vida

en solitaria oscuridad.

Acepta que por cada sol

siempre hay un astro opuesto.

Déjalas arrullar

el futuro incierto.

Permite que presuman

lo que desvela tu cabeza.

Que su purpúrea constricción

vuelva a inundarte

de noche,

que el día

no hace más

que terminar.

 

 

 

otra vez un pedazo de carne en la boca que no es un pito ni el cuerpo de Cristo

 

El infierno son los otros

Jean-Paul Sartre

 

La piel se transforma en una malla

que evita el reventar de las sienes.

Los ojos se abrasan en lubricaciones salinosas

hasta escurrir de sus comisuras.

La garganta se escalda

y contagia su ardor en ambas fosas:

se respiran

jugos fuera de lugar.

 

En este altar de albina porcelana

busqué el perdón de mis pecados.

Aquí ya no hay miles de condenas:

solo esos ojos

nuestros

que me ven inconformes.

 

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Que me perdone ella, que expíe mis faltas.

Que su ardorosa mirada deje de perforar mi conciencia.

Que mis rodillas sangren y enrojezcan

hasta haber purgado.

Que estos ojos expandan su tamaño

y exploten para encontrar tregua.

 

En la copa yace el vino,

ambrosía de ácido clorhídrico.

Para conocerme basta asomarse al abismo

del engrudo espejo:  

bañarse en las agrias carencias,

los desabridos antojos,

en los ásperos torrentes de sangre,

llagas, pus, químicos;

en la compulsión y en la soledad,

en las culpas jamás pronunciadas,

en las culpas tragadas,

en las culpas que no son mi culpa,

en las culpas que chilla el diafragma.

 

Masajear el clítoris oral:

pecar para purgar.

 

Convierto en agua el vino.

Un manto de vaho agrio sobre el reflejo

alivia el tormento.

Las arterias se contraen

avergonzadas por ser cómplices.

Abluciones callan

las reminiscencias de este ritual.

 

Otra vez somos una

hasta que los infiernos sean tantos

que nos obliguen a desdoblarnos.

 

 

 

el sirenio

 

 …mira en el desagüe. Mira en los botes de basura, mira el excusado, ahí encontrarás de donde venimos todos.

Kazuo Ishiguro

 

I’m just an ass in the crack of humanity

I’m just a huge manatee

A huge manatee

The Moldy Peaches

 

Un plop inauguró su exilio

              el traslado de una negrura a otra

 

Sobre las aguas

el silencio anunciaba su llegada a 1435 metros por segundo

            velocidad precisa

            para arrullar la incompetencia de los ojos

 

De costado suspendía su cuerpo

en medio de un mar bacteriano

           dormía el gigante

           en océano limitado

 

Residuo pisciforme

Quimo fútil olvidado por la corriente marina

Insulso colosal que irrumpe

el horizonte de la inmensidad cercada

Yace solitario

el sirenio escabechado

 

Entonces se hincharon sus carnes

             la sal chupó sus últimas energías

y poco a poco el sirenio se convirtió

             en creación que su dios niega

 

La nada llegó como algo urgente

            como lo inevitable

Solo carbuncos permanecen coronando

su fatal destino

 

El agua presa es su sepultura

            una niebla plástica                 su tumba

                                                                 un mausoleo 

hasta la siguiente descarga de repulsión negacionista

para continuar su camino

a otros mares

             a otros abismos 

 

 

 

radiografía de cuerpo completo

 

Un par de quesos añejos

Los besos de un enamorado

en el arco inquieto

por sentir las caricias del suelo

Mala genética que grita

el alivio de la asfixia caminante

 

Escudos paquidérmicos

de sensibilidad dorsal

Indelebles sombras

coronadas de vellos ralos

Engranes de una obsesión decimonónica

 

Osamenta mariposa

a la espera de expulsar vida

Imitadoras de músicas

Apoyo para las masas

cuando los brazos se vuelven incompetentes

 

Sonrisa adiposa que protege

una oquedad mensualmente vengativa

Valle de salitrosas lagunas

y recónditas pelusas

Circunferencia accesoria

génesis de mis temores

 

Entrañable cepo

Acordeón que arrulla alientos

Cuestas por las que sube el frío

Xilófono al servicio

de tus maestros dedos

 

Miembros que pesan frente al monitor

Dos mapas del empirismo

Diez flagelos

que en negro graban sueños

 

Atlas de sinapsis

que yacen en el olvido

Dos gemelas delatoras

de mis secretas humillaciones

Una alta vitrina que presume

arrugas, granos, mugre

y besos de despedida

 

 

 

la óptica del amor

 

Violeta no puede creerlo.

Se ha enamorado

y tiene la certeza

de que ya nada la hará

cambiar de parecer.

La ama tal y como es:

 

Sus caderas son anchas

y perfectamente curvas;

le encanta la manera en que todas

sus ondas se contonean con ritmo.

Ama todos sus valles y colinas

y la frecuencia con la cual

su ardiente figura se repite

en periodos idénticos.

 

Violeta, en cambio, es flaca y escueta,

parece un acordeón intacto

aun cuando se estira para alcanzar

las repisas más altas del supermercado.

Violeta es fría,

es secundaria,

es flor;

es mujer,

           poder;

es uva, es berenjena, es mora.

Violeta es amatista,

es la cara que se asfixia,

un hematoma,

           una golpiza.

Es un despejado amanecer.

Y es el halo del rayo que quiebra.

 

Violeta la ama.

Ama la separación de sus cúspides

y la de sus vaginas.

Ama la calidez de su rostro,

la fogosidad de su mirada,

la trayectoria de su danza.

Violeta la ama.

Violeta la ama.

La ama solo a ella.

 

Porque ella es un clavel.

Ella es ALTO,

es alerta,

un cometa,

es primaria.

Ella es papagayo, cochinilla, cangrejo:

un rubí.

Es Matisse

             (un taller).

Es lo primero que miras

cuando aprietas con fuerza los párpados.

Es un precoz atardecer

y los caminos bajo la piel.

 

Violeta la ama

y no sabe qué hacer.

 

Se acaba el tiempo.

Se va la luz.

En la oscuridad

Violeta todavía la recuerda

mientras,

              lentamente,

                          desaparece

                                      cada una

                                                   de sus partículas viajeras.

 

 

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Olympia Ramírez Olivárez (San Diego, 1998). Escritora, editora y traductora, estudió Lengua y Literaturas Hispánicas. Actualmente reside en la Ciudad de México. Fue becaria en el sitio web de noticias y de entretenimiento Sopitas de 2018 a 2019. Su obra literaria se compone de ensayo, poesía y traducción, las cuales se encuentran publicadas desde 2018 en los medios y revistas físicos y digitales Armas y Letras, Punto de partida, Punto en línea, Ruleta Rusa, Casapaís y Página Salmón. Con esta última revista y editorial publicó su primer poemario Radiografía de cuerpo completo (2023), donde explora los sentires del cuerpo y sus desechos.

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