No me arrojé ácido, porque se me habría desfigurado la cara. Fue amoníaco y lo hice el 18 de marzo de 1980.
***
Me imaginaba que sería bello hacer el contraste visual entre el cielo y la tierra. Después fue terrible porque volví a ver, no había pasado nada y estaba absolutamente roto, quebrado, y empecé a escribir y lo que más me salía eran ojos, que es el poema llamado “Las utopías”.
Las utopías
Todo el desierto pudo ser Notre-Dame pero fue el desierto de Chile
Todas las playas pudieron ser Chartres pero sólo fueron las playas de Chile
Chile entero pudo ser Nuestra Señora de Santiago pero áridos estos paisajes no fueron sino los evanescentes paisajes chilenos
Donde los habitantes de Chile pudieron no ser los habitantes de Chile sino un Ruego que les fuera ascendiendo hasta copar el cielo que miraron dulces ruborosos transparentándose como si nadie los hubiera fijado en sus miradas
Porque el cielo pudo no ser el cielo sino ellos mismos celestes cubriendo como si nada los áridos paisajes que veían
Esos habrían sido así los dulces habitantes de Chile silenciosos agachados poblándose a sí mismos sobre las capillas de su Ruego
Ellos mismos podrían haber sido entonces las pobladas capillas de Chile
Donde Chile no pudo no ser el paisaje de Chile pero sí el cielo azul que miraron y los paisajes habrían sido entonces un Ruego sin fin que se les escapa de los labios largo como un soplo de toda la patria haciendo un amor que les poblara las alturas
Chile será entonces un amor poblándonos las alturas
Hasta los ciegos verán allí el jubiloso ascender de su Ruego
Silenciosos todos veremos entonces el firmamento entero levantarse límpido iluminado como una playa tendiéndonos el amor constelado de la patria
***
Esa búsqeda como individual se desvanece, para intentar hablar de los otros, siento algo así. Siento que los otros representan a todos los derrotados, los vencidos, los que no tienen ninguna otra posibilidad que la de sobrevivir en su esperanza y en su suerte. Entonces, siento que en Anteparaíso, hay una voz que es más colectiva, que habla también desde la precariedad.
***
En Anteparaíso aparece mucho la palabra Chile, con obsesión: “Las playas de Chile”, “Los pastos de Chile”. Entonces fue lo siguiente. Antes del golpe, como todo joven intelectual vanguardista, sentía un profundo desprecio por la palabra patria, era una cosa vieja. Pero cuando vino el golpe, lo primero que hicieron en ese tiempo fue gritar “Chile, Chile”, pero el Chile de los militares. Yo sentí que nunca me había fijado en eso, en los emblemas patrios y que nunca me habían importado. Cuando los fascistas nombraban tanto Chile, la canción nacional, yo sentí como una lucha por preservar los verdaderos contenidos de la palabra. Recobró su sentido, y eso era algo que me importaba muchísimo. O sea, que la palabra que ellos mismos usaran tomara allí su verdadero sentido.
***
Entre 1973 y 1988 la gente desaparecía, era torturada, degollada, asesinada. El país estaba ciego, de lo único que se hablaba era de la Cecilia Boloco.
***
Es algo que para mí es muy alentador y es muy emocionante comprobarlo. Cuando diez o quince o veinte mil personas corean “Neruda, Neruda, el pueblo te saluda”, hay algo allí bastante estremecedor.
***
[La vida nueva] Este libro se inicia con una grabación que yo hice del relato de diez sueños, en el Campamento Silva Henríquez, pero justo después de la toma, a la que yo iba a menudo. Entonces quise grabar diez sueños nocturnos de diez personas, que allí están con sus nombres. Esos sueños los transcribí y con ello hice una comprobación impresionante para mí. Son sueños de una belleza deslumbrante, algo casi inexpresable. Y me di cuenta de algo sorprendente, pero a la vez algo tan lógico: que los sueños también tienen carácter de clase. Por ejemplo, hay una persona que le gusta soñar, porque cuando sueña se olvida de su pobreza. Hay otros sueños en que se ve la precariedad en que vive la gente. Incluso hay una persona que dice que le gusta soñar porque siente que en esos momentos el polvo no le molesta.
Como una vergüenza que yo tenia empecé a soñar,
mire sí, soñé que estaba acurrucada contra la
pared igual que una india chamana y que una
gran cantidad de gente me rodeaba mirándome y
yo toda sola, muerta de vergüenza, trataba de
cubrirme. Iba a parir, y mi terror era qué
hacer para cortar el cordón de la guagua para
cuando ella saliera. Cada vez más encogida ya
no sabía dónde poner la vista y lo único que
quería era hacerme más chica y más chica para
desaparecer de los ojos que me observaban. Parí.
Entonces tomé el cordón con la boca y lo corté
mordiéndolo. Creí que todo habla pasado pero
con gran sorpresa vi que había otra que venía
pujando. Cuando ya estaba afuera también corté
el cordón con los dientes. Pero detrás de esa
venía una más que igual parí, rebanándole el
colgajo a mordiscos. Entonces me fui para
adentro y me vi entera las entrañas. Me veía
como por una ventana transparente, toda por
dentro me miré y ahí estaba el cordón colgando
igual que una tripa, cortado, goteando sangre.
…y esos sueños manifestaban el deseo de supervivencia
***
|
***
No obstante estamos y seguimos vivos porque podemos al menos soñar que el universo entero está por venir. Nos vemos a nosotros mismos con la tremenda capacidad de destrucción que llevamos. Hemos muerto, nos hemos matado tantas veces, hemos padecido tanto que tenemos derecho a ser felices. Ahora más que nunca.
***
Una obra es el correlato de tu vida o no es.
***
Nosotros como pueblo tenemos muy pocas posibilidades de éxito si nos hacemos culpables de la extinción de lo más misterioso de nuestra propia historia y memoria.
***
Más que a una “vida nueva” colectiva, de la que estamos muy lejos, apelo más bien a los sentimientos más profundos, a la palabra dignidad en todo sentido.
***
En 1994 tenía 44 años y hace tiempo que había dejado de ser un muchacho, pero entendí que con ella quedaba en paz con mi juventud, con mi intento de cegarme, con mis escrituras en el cielo, con la universidad, con todo. Allí comienza mi vejez.
***
Tengo esperanza. Me considero un militante en la causa del paraíso.
***
El medio literario se ha convertido en un Auschwitz, ha alcanzado un grado de violencia inconcebible. Ahora no se trepida en nada para acabar con alguien, no hay forma, no hay principios, es una pequeña ley de exterminio.
***
Hay en la poesía una posición ética, que va más allá de todas las contradicciones que puedas tener como persona. Creo que toda poesía significa o representa lo mejor que los hombres puedan dar de sí mismos. El arte en general y la poesía, es toda la historia de los gestos más humanos, profundos y amorosos que se han dado los hombres sobre la tierra.
***
…porque la poesía es una crítica del presente, pero es también una pelea en un terreno muy concreto: el del lenguaje, terreno que es probablemente uno de los primeros que trata de hacer suyo cualquier sistema fascista.
***
Amados volcanes, ríos y mar
Y VERÉ TU CARA
Y mi cara ascenderá mirando tu cara
y el aliento de mi vida
ascenderá con el mar y será el cielo
y la vastedad de tu vida
subirá con el mar y será el cielo
***
Ricardo Lagos, presidente de Chile, en los primeros días de enero, creo que del 2001, reconoce oficialmente que cientos y cientos de desaparecidos jamás serán recuperados porque han sido arrojados al mar, a las cordilleras, a los ríos, a los lagos de chile, a los paisajes. Todos lo sabíamos, pero el ser dicho así, oficialmente, fue tan fuerte que me surgió la imagen de estos cuerpos cayendo, y me puse a escribir de inmediato. Me demoré un año exacto en INRI.
***
Bruno está muerto, Susana está muerta. El campo
negro y atrás la gasa sanguinolenta de la nieve de
las montañas. La rompiente blanca sube y baja
adelante. Las ciudades pequeñas son blancas
en los caminos de noche. Se asemejan a copos de
luz apareciendo de pronto y luego nada. Alguien
los vio y ahora son miles de caras blancas, con
los dientes levemente enrojecidos y las cuencas
de los ojos vacías. Mis caras de amor. Luego nada.
Cruzo pueblos pequeños en la noche. Cruzo
pelajes moteados de sangre. Ambos son leves.
Bruno es leve, Susana ahora es leve.
Las palabras de amor son leves, como la noche es
leve, como los tallos de las margaritas, sin
embargo ellos chillan cuando el viento los dobla.
Chillan y yo los escucho. Mis cartas de amor son
leves. Tiene pequeñas motas de sangre y saliva,
acuosa.
Vuelvo a casa, dice Bruno. Susana también dice
que vuelve a casa.
***
Porque el pasado es rotundo e incambiable, hay que tenerlo siempre presente (…) Cargamos con esta historia de hechos que no tienen remedio. La única forma de asumir eso es mirarlo permanentemente, porque igual va a reaparecer.
***
Mi lugar es el de los deudos porque todo Chile son deudos. Todo Chile son familiares de los detenidos desaparecidos.
***
Y entramos a esta otra dictadura, esta dictadura que se llama neoliberalismo, que es una dictadura feroz e implacable, e infinitamente más difícil de combatir porque ya no hay un dictador, no hay un enemigo visible, sino que es un infinito, pequeños enemigos casi invisibles; entonces a esa dictadura que hoy toma la forma de neoliberalismo, le tengo mucho miedo, y esa es la nueva dictadura y la nueva dictadura que se impone en todo el mundo.
***
Un minuto de solidaridad es mucho más importante que un viaje a Jamaica. Una hora de fraternidad es infinitamente más importante que una cuenta millonaria en dólares.
***
El amor que mancha de tiña
por todos los intersticios penetra y se ilumina
por las barriadas pobres y las chilerías
como una llanura resplandeciente
donde nunca ni nadie se apaga
***
La poesía, tal como la podemos ver hoy, es, salvo muy pocas excepciones, muy insignificante. Se ha reducido a una artesanía de versitos que no tienen que ver con el mundo. Esa poesía es autista, no tiene ninguna incidencia.
***
La poesía renunció a los temas cruciales para entregárselos a la narrativa, al ensayo o a la crónica y se confinó a ser solo el testimonio de unas pocas emociones privadas (…) Todo gran poema inaugura un debate encandilado y sin tregua sobre el afuera del poema, si no informa sobre eso no informa sobre nada.
***
Y te amaré de nuevo. Y desde nuestras pupilas
muertas se abrirán los cielos y los cielos
abriéndose nos mostrarán para abajo las cordilleras
y verás un país de volcanes ascender igual que un
mar hasta los cráteres de tus ojos. Y me mirarás, y
me mirarás de nuevo, y tus ojos mirándome verán
la lava de los volcanes y los volcanes ascendiendo
te tocarán las pupilas y los cráteres de mis pupilas
volverán a tocar las tuyas. Y las carnes que fuimos
nos cubrirán de nuevo como de lava viva las
montañas porque se abrió un camino en. Las
soledades y fue ven.
Y te amaré de nuevo.
Y te amaré de nuevo y te diré ven. Y tú me
amarás de nuevo y me dirás ven. Y el cielo
abriéndose nos dirá ven que igual que lavas rojas
cubriendo las montañas nuestras carnes nos
cubrirán de nuevo los nevados huesos de todo Los
Andes y te amaré de nuevo y será ven.
***
Porque efectivamente los muertos viven en nosotros, mejor dicho, vuelven a vivir en nosotros y cada uno es el puerto de llegada de un tránsito que inexorable se cumple, pero se cumple a costa de darnos cuenta de que aunque tengamos vestigios, aunque recordemos el gesto exacto de un rostro ya ido, incluso aunque queden las esquirlas del poema, ese ser no está.
***
Cielo abajo
Tengo 52 años y he llegado hasta aquí porque mi
vida es vacía. La música del polaco del piso de
arriba se ha vuelto cada vez más estridente y los
golpeteos de sus zapatos siguiendo el ritmo
resuenan en el techo acompañándome. Llevo un
mes en Berlín, desde un 18 de marzo, año 2002
exactamente, en un departamento de la DAAD de
paredes muy altas, desnudas y blancas, y hace
un rato comencé a teclear estos recuerdos mientras
afuera la primavera tarda. No sé por qué lo hago.
El desierto se extiende perdiéndose en la lejanía y
el cielo del atardecer se va doblando sobre él con
una lentitud majestuosa, inmemorial, como si
nunca hubiera sido hollado por una mirada. Abajo,
las petrificadas huellas de los convoyes militares
se remarcan en el lecho reseco del río, donde los
restos calcinados de miles de camiones cisterna
recuerdan un pasado demasiado remoto donde
algo como unos seres habían vivido: mi madre
Ana Canessa, mi hermana Ana María, Josefina
Pessolo -Veli- la madre de mi madre, todos
olvidados en la arena. Diré también mi nombre
porque me desprecio y los desprecio: Raúl Zurita.