Raúl Zurita, el poeta chileno que reúne en torno de su obra a la diversidad poética iberoamericana con admiración, cumple años hoy, diez de enero, felicidades. Presentamos aquí la Oración por Zurita de nuestro editor Mario Bojórquez, la cual leyó en el Auditorio Divino Narciso de la Universidad del Claustro de Sor Juana, este pasado 13 de noviembre de 2023, con motivo de la entrega del Premio Honorífico por Trayectoria en la Poesía 2023 del Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz, dirigido por la poeta Carmen Rojas Larrazábal. Raúl Zurita es un autor fundamental del presente poético mundial.
Zurita, la desolación del amor
La poesía es un acto de amor, son palabras que buscan entre las multitudes al hombre señalado, quien, al leerlas o escucharlas, puede iluminar su existencia. Raúl Zurita, Raúl Armando Zurita Canessa (Santiago de Chile, 1950) es un poeta que ha construido una posibilidad de lectura del mundo, una forma autorreferencial, vista por los ojos de todos en todos los momentos. Con los premios más importantes de la lengua española para una obra poética destacable como el Premio Reina Sofía, el Pablo Neruda, el Federico García Lorca, la poesía de Raúl Zurita se ha abierto paso en Iberoamérica y en otras lenguas y territorios como un testimonio del hombre asolado por una realidad atroz y tremendamente bella, del horror de la dictadura al gesto noble del caído, la solidaridad y la memoria como formas de salvación y de encuentro. Atento a los movimientos del arte, su poesía ha participado de formatos inusuales como la escritura en los cielos o en los desiertos, del performance a la intervención visual y documental, un avión surcando los aires con miles de versos o una excavadora grabando la tierra inhóspita, una carta o una fotografía y un encefalograma misturándose; estas formas de intervención han incluido la automutilación como forma de execración del propio cuerpo, la ceguera por amoniaco o la quemadura en la mejilla como testimonio de autoflagelación para alcanzar la salvación por medio del dolor. En las cartas del tarot, su poesía habría de leerse como la marcada con el número XII, el ahorcado, aquel hombre colgado del leño, que semeja la postura de Cristo, un hombre cuyo sacrificio no es recompensado, actos de voluntad y de amor que emergen y se condensan y se difuminan en el vacío, gestos que se reproducen en una poesía que es la vida o no es nada. Con los motivos y estructuras de la gran obra de Dante Alighieri, debe leerse la poesía de Raúl Zurita, al modo expuesto en la carta del Gran Can, de modo literal, atendiendo a la musicalidad implícita de su verso, con repeticiones y formas de acumulación paralelística; alegórica, tal en la Comedia, donde el drama es puramente humano en un entorno divino, así el drama de Zurita son los países en que transita su alma desgarrada, sus países desolados o demolidos que son Chile, todos los países que son playas y ríos y montañas que son siempre Chile, el estrato sagrado de tierra donde ocurre el drama Zurita; moral, desde luego, porque es un testimonio del hombre sobre la tierra, una forma de explicación de la fragilidad humana y del odio y del amor, pendulantes, donde a veces eres tocado por la caricia o por el golpe, pero siempre tocado, toda caricia es un golpe; y, finalmente, anagógico, porque su obra es el tránsito hacia la elevación, hacia una suerte de redención y salvación por medio del sacrificio. Es por eso que yo pido a todos los dioses, a todas las potencias de la poesía, que el drama Zurita se resuelva como el de Estacio, Publio Papinio Estacio, aquel poeta romano que acompaña a Dante y Virgilio en la última etapa del Purgatorio, cuando se conmueve la montaña del dolor y hay una ovación de alegría momentánea, un hombre ha alcanzado el perdón y será recibido en el Paraíso, en ese último momento de elevación, obtiene la gracia de conocer a su maestro, Virgilio, a quien debe toda la magnificencia del verso que alcanzó en su Tebaida, una digna imitación de la Eneida. Estamos aquí reunidos para celebrar una alta poesía hecha con trozos de cuerpo y de alma, con palabras y pensamientos de la mayor altura y de los mayores abismos. Salve, Raúl, en ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
Mario Bojórquez