Poesía mexicana: Ana Lilia Félix Pichardo

Presentamos cuatros poemas de la autora y editora mexicana Ana Lilia Félix Pichardo.

 

 

 

 

 

OPUNTIA

 

Quiero convertirme en monstruo

 e irme pa’l monte

 

No quiero contar más historias

 

Ayer abrí un canario por el pecho

puse su corazón

en los labios de mi madre

que se me moría.

 

Las biznagas están brotando

senos de coral rosado

semillitas de tuna cardona en la garganta

 

El abuelo de mi abuelo se murió de hambre

el abuelo de mi padre se fue a la sierra

tunas, nopal, piñones y ratas trajo del monte

ya estábamos todos muertos

 

Cruje la leña entre el adobe

 

Pizcar y pizcar

los frijoles hierven toda la noche

todas las noches

temprano, irse a formar al molino

 

Me han dicho que la milpa es nuestra familia

como un hermano -los maices-

pero yo nací con corazón de coyote

ojos de búho

 

Quiero subirme a la sierra

hacer carbón de mezquite

y no volver a esta tierra

 

Soltar a las mulas, los burros

                            que vuelvan pa’l rancho…

 

Voy a comer y dejar que me coman

todas las bestias, los monstruos

seré la rapiña en ave

como el tecolote que llegaba al rancho

y comía ojos de gatos

 

Voy a tener cabeza de venado

en el monte

olvidarme de los nombres humanos

 

Voy a exprimirme la lengua

‘ora verás

‘ora que me vaya pa’l monte

 

 

 

BUTES

 

Un niño recoge conchas trozadas en la playa

color gris

Se dibuja una canoa y le escribe un nombre

con letra oscura

Indecible, inefable

 

Los hombres gustan del mar

para huir de los fracasos

marineros, exiliados, presos

en cárceles de puerto

con las utopías a rastras

y el corazón quemado

 

No lejos del mar

nace un niño

color de arena

salta por manglares desaparecidos

manglares sucumbidos

por caña.

 

Brazos de hombres

destrozados

piñas de mujeres

se desgranan en la espuma

 

La historia nos escupe

se ríen de nosotras

los humanos y banderas

 

Enrojecida la boca

no busca otras lenguas

para lamer la carne

suave de los cocos

 

Entonces yacen muertos

los niños del ala rota

la niña isleña apedreada

porque la lengua es ya

un calabozo

de novelas barroquiles y nefandas.

 

La maldita potestad

de arena en la garganta

como harina infértil

no siembra huesos

ni cultiva hojas

 

Arena entre los dientes

en los dedos

en los ojos

en la oreja

arena entre las nalgas

y en el pelo como costras

 

Somos la lancha

con corazón de frijoles en lata

aleteo innecesario por corazón

la piel entre los huesos

 

Llueve en el arenal

albañiles diminutos de la costa

erigen jardines como tumbas

castillos orientales

de amantes retorcidos

 

Dicen que se come el mar

hasta las casas

pero el huracán se esconde

de la piedra erecta como faro

o como cárcel

Lumpanar sin flores

 

Voy a escribir tu nombre

Butes

Voy a escribir tu nombre

con un palito

con un popote

Cualquier basura

sobre la arena.

 

 

 

GARAPUVU

 

Para exorcizar mis tristezas

las junto todas, los dolores

y los hago nudito

 

como el cabello

que se me tira a puños

enredo mis dedos, la soledad

 

guardo en el ovillo de lágrimas

dolor en el pecho

me echo andar en el bosque

persigo su sombra, escucho

los bambús que susurran

coro de ancianos

 

Llego, nos encontramos

él me conoce, me espera

tomo fuerza y me acerco

despacio respiro, me respira

 

Quiero estar cerca cuando

recueste su cuerpo

se vuelva todo raíces

 

Lo quiero, lo abrazo

se estremece de a poco

y me permite verlo con

toda la sombra gris de su otoño

brota amarillo ante mis ojos

seca todas mis lágrimas

las pasadas, las de ahora

 

Vuelco mis ojos a examinarlo

abro la nariz y la boca

para respirarlo y darme entera

 

me abro el pecho

nos abrazamos, soy de él

ahora y para siempre

caemos juntos.

 

 

 

CUERPO CORTADO

 

Con unas tijeras rasgué el mar

me cobijé hasta dormirme

suave espuma

desperté con el acantilar

de mi ropa oleándome

otra bruma.

 

Y se me escurrió la arena

por las cuencas de mis ojos

(in)grávido

Enmohecidos por gangrena

se me soltaron los hombros

descosidos

 

Venía cargando un exilio

camino de Tierradentro

silencioso

cuando llegaste al concilio

de balseros frente al puerto

fragoroso

 

Ahí se nos fue rodando

como un perro sin correa

el exilio

sobre la arena jugando

un niño tirolea

un castillo

 

Alcancé a verte(me) la espalda

el puro tronco ya ibas

como un cálamo

la infancia desarraigada

anhelando ajenas ribas

ay Guantánamo

 

Y ahí me quedé mirándote

inundado cañaveral

(des)nombrado

Las olas re-tejiéndote

la garganta y el puntal

re a nu da do.

 

Ana Lilia Félix Pichardo. Escritora y editora independiente, es Lic. en Letras y Maestra en Ciencia Política. Actualmente es doctoranda en Historia por la Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil, en la línea de investigación arte, memoria y patrimonio. Es cofundadora de la revista digital de arte y literatura La Sílaba y mantiene el proyecto de encuadernación autogestivo Ciempiés. Hace parte de la plataforma intercontinental de comunicación Somos una Abya Yala.

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