Poesía peruana: Juan José Soto Bacigalupo

Leemos poesía peruana. Leemos algunos textos de Juan José Soto Bacigalupo (Lima, 1965) presentados críticamente por Oscar Pirot (Ciudad de México, 1979). Soto Bacigalupo ha publicado recientemente Cielo exhausto (Apogeo Editorial, 2024). El libro de poemas más reciente de Pirot es Quarks (Editorial Ultramarina, Madrid, 2023).

 

 

 

 

Juan José Soto Bacigalupo (Lima, 1965) ha publicado los poemarios​​ Cárcel de mi ojo​​ (1994),​​ Morada Diosa​​ (1997),​​ Palabra sobre los abismos​​ (2005),​​ Airado verbo​​ (2008),​​ Lado B de las sombras​​ (2022) y​​ Cielo exhausto​​ (2024). Figura en el libro colectivo de poesía​​ Extensas legiones​​ (2021). Gestor y coordinador de la primera edición de Madrid: Una Ciudad, Muchas Voces (2009), ciclo de poesía hispanoamericana y española realizado en Madrid. Gestor del Ciclón de Poesía, ciclo de recitales artísticos que congrega a poetas y artistas de diversas ciudades del Perú (desde el 2010 hasta la fecha). ​​ Coorganizador del Festival de Poesía Fiesta del Diantre (del 2011 al 2015) en Chiclayo, Perú. Premio Prensa Cultura 2015 por Buenas Prácticas en Periodismo y formación de jóvenes comunicadores en la ciudad de Chiclayo, Perú.​​ 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

V

 

Camino con las manos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sobre la Tierra

Esquivo la gravedad del lenguaje

Las trampas cibernéticas

 

Sorteo las palabras hechizas

Las fórmulas plagadas de ciencia

 

Me hundo en el barro

Con la lengua flotando​​ 

Y ramas en los ojos

 

Burlo las arenas movedizas

Las osamentas metálicas

Las máquinas inteligentes:

Emerjo del lodo

 

En la orilla

El cuerpo de un verso desnudo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sobrevive​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ boca abajo

Cubierto por las alas de unos albatros

 

Los niños lanzan sus redes​​ 

Caen estrellas del mar

Y peces en tropel

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ desde el cielo

 

Asoma el brazo de un relámpago​​ 

Y un aullido inconsolable

 

Las calladas imágenes

Recitan un​​ blues

En medio de la tormenta

 

El mundo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ gira aturdido

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en la danza de los hombres

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ sobre los bosques mutilados

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y sin sombra

 

¡Oh, si yo supiera escuchar​​ 

Las veces que llegas en silencio

En el rumor de una voz

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ o a galope bronco

Abrazaría el temblor y la luz

De los seres​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y de las cosas!

 

 

 

 

 

 

 

 

VI

 

Bajo un cielo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ que cae​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de bruces

Pies de ojos grises merodean​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ los corredores apagados

 

Hurgan voraces​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ los pechos en fila

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de mujeres exangües​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en las recámaras

 

Los árboles parten

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sin abrazos ni adioses

En improvisados camposantos

 

Las luciérnagas cancelan sus citas ​​ 

Aturdidas por los postes de luz

 

Botes de goma​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ arrojan los sueños en altamar

Y un vendaval bambolea

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ la marea humana

 

¿Dónde están los superhéroes?​​ 

¿Dónde la nave que no llega?

 

Al otro lado del mar

Amplias bolsas​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ con cremalleras de acero

Aguardan al navegante​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en su estación final

 

Las voces viajan en tren bala

Vienen de todas partes

 

Multitudes de versos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ se descuelgan de las escotillas​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ acróbatas

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ temerarios​​ 

Y toman rápidamente​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ las galerías subterráneas

 

En los intramuros​​ 

Hombres a bordo de sus dispositivos electrónicos

Reciclan artefactos poéticos

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en un ChatGPT

 

Se abren cientos de ventanas

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ una tras otra

 

Las palabras toman los muros​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de las metrópolis

Las cubren con su voz:

«La poesía no crece​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en el algoritmo de las máquinas

Anda ciega​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y sin conexión

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en el lomo de un relámpago».

 

 

 

 

 

 

 

 

VIII

 

Peces insomnes

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ discuten ​​ l ​​ a ​​ r ​​ g ​​ a ​​ m ​​ e ​​ n ​​ t ​​ e

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ la frugalidad de la última cena

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ bajo el cielo voraz​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de la civilización

 

Infantes brotan de la arena

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ gatean en busca del mar

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ evaden petreles gigantes

 

Con el torso desnudo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ surcan los cielos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en sacos celestes​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de pelícanos desesperados

 

Playeros solitarios divisan

Con el zum de sus móviles

Un cardumen de sirenas

 

Raudos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ lanzan anzuelos

Caen bagres

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ anchovetas​​ 

Colas bamboleantes​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de ninfas marinas

 

Mar adentro

Jimi y Catherina​​ se enredan​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ lejos del estruendo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de la Tierra

 

Viajan en el lomo de una nave

Mitad delfín mitad submarino​​ 

 

Esquivan muros de enmalle

Mientras se besan​​ 

Inmensa y copiosamente

Hasta convertir sus labios

En salvavidas enormes

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y pulposos

 

En el muelle

Un pescador ausculta​​ 

La agitación de un jurel

Su vano galope ​​ 

Sus insólitos ojos fijos

Plagados de preguntas

 

En los arrecifes de coral

Tiburones grises rodean​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ a la dama de las profundidades ​​ 

Exploran el cuerpo​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ luminiscente

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ impávido

Y se entregan ciegamente ​​ 

Al origen y refugio​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de su luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

Ceniza de alas

 

Más de una década ha transcurrido desde que por primera vez tuve contacto con la poesía de Juan José Soto (Lima, 1965). Concretamente,​​ Palabra sobre los abismos​​ (2005) y​​ Airado verbo​​ (2008) fueron en su momento las obras con las que me acerqué a una poesía tan órfica como palpable: cercanía y simbolismo trenzados en un mismo fuego vocal. Si ya William Blake advertía de que la “eternidad está enamorada de las obras del tiempo”, no es​​ menos cierto que dicha eternidad a veces se funda en una breve raíz, la raíz del instante poético.

 

Con una luminosa trayectoria que se remonta a más de treinta años con la aparición de su primer poemario,​​ Cárcel de mi ojo​​ (1994), Soto nos convida de una de las voces más sui generis y vinculantes dentro del espectro de la poesía peruana de transición de siglo. Su cronología escritural nos permite así confirmar una obra marcada por la meditación sígnica y la concentración del oficio verbal, una tinta que, como bien apunta Miguel Ildefonso, no solo bebe de la “metafísica de Martín Adán”, sino que rezuma una suerte de “archipiélago de espejos” en donde late una conciencia de época.​​ 

 

Aunada a dicha dedicación ontológica, esta nueva entrega deslumbra por su quehacer sensitivo y por su cristalización lingüística, piezas que operan de manera conjunta para sumergirnos en un aliento testimonial sobre el detritus de la existencia humana. Los aspectos intertextuales – esa “zona de vestíbulo” a la que Borges y Genette se referían como el umbral de cualquier creación– que presentan estas páginas, tales como las sugerentes ilustraciones que acompañan al libro o el epígrafe de Raúl Zurita, guían nuestra mirada hacia una perspectiva de múltiples ópticas conviviendo en el mismo lienzo escritural. La arquitectura interior de la obra, compuesta por dieciocho poemas expuestos en dos secciones –​​ Cielo exhausto​​ y​​ Tiempos del fuego​​ –, hace las veces de un díptico en donde lo bélico y la taumaturgia se mezclan entre sí.

 

 

De este modo,​​ Cielo exhausto​​ se presenta ante los ojos del lector como una liturgia personal en la que se transpira un imaginario transhumanista que​​ seduce tanto por sus códigos estéticos como por su cosmos verbal. Ya desde el propio título del libro se adivina una cosmogonía que deja entrever la imagen del vértigo y del descenso, una tela que se despliega como uno de los hilos conductores enhebrados desde los primeros versos:​​ 

 

Es un puente​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en caída libre​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ la humanidad​​ 

Un cielo exhausto​​ 

Con alas apenas

 

 

Con este comienzo, Soto inaugura una morfología del tema de la caída en la que las figuras de Ícaro y Faetón husmean de manera íntima. A lo largo del libro, la presencia de criaturas aladas irá sembrando un “suspense” en el que no es arriesgado intuir una mitología de la posmodernidad:

 

 

En el muelle​​ 

Una extraña especie despliega sus alas​​ 

Saca una tablet​​ (no hay conexión disponible)​​ 

La arroja al mar

​​ 

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Desde las costas del planeta

Hombres al borde de los acantilados

Planean con sus alas mecánicas

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sobre fósiles de besos

 

 

La presencia de esos​​ cyborgs​​ con órganos biomecánicos refuerza la idea de un transhumanismo que discurre a modo de subtexto. En esta anatomía híbrida, el espacio sensorial también ofrece guiños de un multiverso: “Los amantes / dos hologramas abrazados remotamente”. Este delicado sincretismo tecnológico se verá exquisitamente contrastado con la irrupción de imágenes oníricas:

 

La noche de ojos rasgados​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ desciende sobre los cuerpos​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ unos contra otros​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en fosas de ciega luz

 

 

La plasticidad con la que los versos estallan en la página ha acompañado la trayectoria de nuestro poeta. En ese sentido, Víctor Coral afirma que en la obra de Soto descubrimos textos “cuya intensidad tiene el raro pathos de conmover con abstracciones” y de “develar con explosiones las profundidades del ser”. Voces como las de Carmen Ollé o Paul Guillén también han puesto énfasis en el peso simbólico (eros y thanatos) que se aprecia en el rastro poético de Soto.​​ 

 

En​​ Cielo exhausto​​ el lenguaje traza un radar de campos semánticos vinculados con el modus operandi de la cotidianeidad virtual. En esa línea, vocablos como​​ trending topic, fake news, tablet, chat, ChatGPT, chatbots​​ o​​ enter​​ ensayan un contrapunto con la potencia visual de la voz. ​​ 

 

Brotado desde un caleidoscopio en continuo movimiento,​​ Cielo exhausto​​ se configura como un testigo presencial que apunta hacia una alegoría de la destrucción, del fulgor onírico, de la desesperanza, del erotismo, de lo bélico y de la fusión con la otredad, entre otras aristas. Por momentos, nos situamos ante una especie de necrópolis y de panteísmo textual, mientras que en otros asistimos a la incandescencia de lo femenino (encarnada en amantes o en la diosa compasiva Kuan Yin), ingredientes con los que el poemario convierte su aliento en una partitura inmóvil o en una pintura en movimiento.​​ 

 

La tinta que late en estas páginas es un vuelo ígneo, una caída detenida por la fricción de fuego verbal que permite hallar refugio bajo un cielo inflamable. Brotada desde esa ceniza de alas, la voz poética de Soto desdice los augurios de la oscuridad para deletrear la luz de un silencio casi a punto de pronunciarse…  ​​​​ 

 

Óscar Pirot

Madrid, mayo de 2024

 

 

 

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Óscar Pirot (Ciudad de México, 1979)​​ es​​ Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro cofundador del colectivo itinerante de poesía Lavarca ebria. Es autor de los poemarios Memoria del agua (Amarillo, México, 2005), Bestimenta​​ (Papel de fumar, Madrid, 2011),​​ Esto no es Berlín, (Madrid, 2016),  Luz​​ anfibia (Amargord, Madrid, 2012) por el que recibió la Mención Especial en el Premio de Poesía Complutense, El ejército ha huido (Tigres de Papel, Madrid, 2019) y​​ Quarks (Editorial Ultramarina, Madrid, 2023). Ha participado en diversos proyectos como el libro de ensayos sobre Juan Rulfo El muerto era yo (Esto no es Berlín, Madrid, 2013 y Calygrama, México, 2012), el libro de fotopoesía Tus ramas, mis huesos (Formato digital, 2013), el libro-objeto Hypnerotomaquia (edición de autor, 2017) y la antología no venal sobre la poeta uruguaya Premio Cervantes 2018 Ida Vitale en la UCM (Universidad Complutense, 2019).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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