Poesía norteamericana: Franny Choi

Leemos, en versión de Catalina Villegas y Alejo Morales, algunos textos de la poeta queer coreano-norteamericana Franny Choi (1989). Ha publicado dos colecciones de poesía. Su trabajo ha sido premiado por la Poetry Foundation. traductores de poesía norteamericana en @lengua_dos The World Keeps Ending, and the World Goes On (Ecco/HarperCollins, 2022);

 

 

 

 

Franny Choi (1989) es una escritora, poeta y dramaturga coreana-estadounidense.​​ Graduada del Programa de Escritores Helen Zell de la Universidad de Michigan, es autora de tres colecciones de poesía:  The World Keeps Ending, and the World Goes On (Ecco/HarperCollins, 2022); Soft Science (Alice James Books, 2019), ganadora del Premio Elgin 2020; y Floating, Brilliant, Gone  (Write Bloody Publishing, 2014). También es autora del libro de capítulos  Death by Sex Machine (Sibling Rivalry Press, 2017).

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

El mundo sigue acabándose,​​ y el mundo​​ continúa

​​ 

Antes del apocalipsis, existió​​ el apocalipsis de los barcos:
barcos de prisioneros, barcos que se rajaban​​ bajo el​​ hierro​​ del cielo,​​ 

barcos que hacían​​ florecer cadáveres como algas en la orilla. Antes del apocalipsis,​​ 

existió​​ el​​ apocalipsis​​ de la mezquita bombardeada. Hubo​​ el apocalipsis del taxista deformado​​ por​​ el fuego. El apocalipsis de​​ dejar y ser dejado,​​ y de mi madre
soltándose​​ de la tumba de su madre mientras el avión​​ avanzaba a toda velocidad​​ 

por la pista. Antes del apocalipsis,​​ estuvo​​ el apocalipsis​​ de los​​ aviones. Hubo​​ el​​ 

apocalipsis de las tuberías que legislaban su​​ paso​​ a través del agua sagrada,​​ 

y el apocalipsis de los perros. Anterior al cual​​ fue​​ el apocalipsis de los perros y las mangueras. Antes de eso, el apocalipsis​​ de los perros y los cazadores de esclavos​​ 

cuyos rostros brillaban a la luz de las velas.​​ Antes del apocalipsis, el apocalipsis de las abejas. El apocalipsis de los buses.​​ El apocalipsis de las​​ vallas​​ fronterizas. El apocalipsis​​ 

de​​ los alambres de seguridad. Apocalipsis en​​ los silencios selectivos de los​​ textos escolares.​​ Apocalipsis de la colonización​​ ​​ y de la máquina de gaseosas; el apocalipsis de la colonización y​​ los​​ productos​​ para cabello; apocalipsis​​ de la fábrica de conservas; 

de​​ la lluvia radioactiva;​​ del mártir sin silla que exige un nombre. Nací de un apocalipsis​​ 

y he venido a​​ contarles​​ lo que sé: que el apocalipsis​​ empezó​​ cuando Colón​​ 

alabó a Dios y echó​​ el​​ ancla. Empezó​​ cuando un continente​​ fue troceado​​ 
en chuletas. Cuando Kublai Khan le dijo a Marco Polo: 
"Empieza
por el principio
 ". Cuando comenzó el apocalipsis, el mundo ya se había
acabado. Terminó todos los días durante uno o dos siglos. Terminó
,​​ y otro
mundo final giró en su lugar. Terminó, y nos despertamos y pedimos café griego,

aspiramos el líquido caliente entre los dientes,​​ 
mientras​​ en todas partes el apocalipsis retumbaba,​​ el apocalipsis recordado, nuestro querido, amado apocalipsisflotaba
lentamente desde los árboles que nos rodeaban, tan fuerte que dejamos de escucharlo.

 

 

The World Keeps Ending, and the World Goes On (2022)

 

 

 

 

 

 

 

Al hombre que me gritó “Me gusta el arroz frito con cerdo” ​​ en la calle

 

quieres comerme

afuera. bien. a​​ qué sabe​​ 

quieres comerme​​ así​​ 

con​​ estos jeans​​ &​​ con​​ algo

un poco más barato. más digerible.

más del tamaño de un bocado. más gracias

 

ven: estoy grasosa

para ti. me​​ lavo​​ el pelo con glutamato

cada mañana. soy mala​​ para ti.

tienes​​ algo de​​ zona roja​​ entre

tus dientes. a qué​​ 

sabe: a caja de comida para llevar

entre mis piernas.

señora de bolsa de plástico. tenedor blanco​​ endeble

para​​ romper​​ por la mitad. dispón​​ de mí.

 

sabe a calamar seco. labios hinchados

con sal. labios rebosantes

de​​ comida​​ extranjera​​ así que llámame

puerca. obscenidad de cola rizada

que ha​​ estado jugando en el barro. carne sucia.

gusanos en​​ tu​​ estómago. darte

 

fiebre. carne muerta. nena​​ masacrada

troceada​​ y acunada

en espuma de poliestireno. noble caníbal.

me quieres del tamaño de un bocado

sin ojos que obstruyan tu garganta.

 

pero​​ te​​ he estado​​ observando​​ 

desde​​ el​​ matadero. desde​​ que me

llamaste comestible. echaste una​​ 

galleta​​ al final. hombre con suerte.

ve​​ &​​ toma lo que es tuyo.

llámate​​ arqueólogo​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ pero

 

escucha con atención​​ 

al​​ chirrido en

tus dientes​​ &​​ oye mi gruñido de​​ cerda​​ 

asesina entre​​ mis

molares. mira​​ cómo​​ la sal​​ 

despierta,​​ se retuerce,​​ hace​​ sinapsis.

mírame​​ patear

de nuevo​​ a la vida. mírame​​ tentáculos

& dientes. mírame

resucitada​​ eléctrica.

 

a qué​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sabe: venganza​​ 

retorciéndose viva en tu boca​​ 

estrangulándote​​ en silencio

de dentro hacia fuera.

 

 

 

 

 

 

 

 

Breve historia de los cyborgs

 

Una vez, un animal con manos como las mías aprendió a romper una semilla con dos

piedras:​​ una dura y otra blanda.

 

Una vez, un científico​​ británico​​ se​​ preguntó:​​ ¿Pueden pensar las máquinas?​​ Construyó una

máquina,​​ 

le enseñó a leer fantasmas,​​ y nació un nuevo tipo de fantasma.

 

En Disneyland,​​ vi a un robot bailar la​​ Macarena. Todo​​ el mundo aplaudía, y​​ 

el​​ aplauso​​ era​​ también una tecnología.

 

Una vez hice de mi boca una tecnología de​​ la​​ suavidad. Escuché con atención​​ mientras bebía.

Hice que las herramientas​​ cogieran​​ en​​ mi​​ boca​​ vale, podemos decir​​ salchicha​​ si es más fácil

de​​ oír—hasta que dieron a luz otras nuevas. Lo que quiero decir es:​​ aprendí.

 

Había un animal que aprendió a romper cosas, y creció y comió y​​ 

creció y comió y

 

Un científico hizo una​​ chica​​ artificial​​ y la casó con​​ internet. La​​ llevó

al altar​​ y dijo:​​ Enséñale bien. Los trolls frotaron​​ sus​​ suaves manos​​ en

sus​​ suaves muslos.

 

Se descubrió que el científico británico era un hombre​​ suave. Hizo una máquina que

podía​​ descifrar cualquier código,​​ como​​ medio para​​ endurecerse​​ un poco.

 

En Disneyland, vi luces moverse a través de una pantalla y, por un momento, olvidé​​ 

los nombres de mis partes podridas. De este​​ modo,​​ me convertí​​ en algo más como​​ una luz,​​ 

o una pantalla para luces.

 

La hija del científico se casó con internet,​​ e​​ internet la llenó hasta que​​ 

habló esvástica y​​ basura, y el científico tuvo miedo y creció y

 

El animal se levantó y se puso un nuevo nombre. Señaló su columna vertebral, sus hábiles

manos. Señaló a otro animal y dijo​​ animal​​ /​​ alienígena​​ /​​ perra​​ /​​ piedra.

 

El científico me llamó​​ dura,​​ y suavicé mi sonrisa. El científico me llamó​​ 

blanda, y rompí​​ las​​ frases para demostrarle que estaba equivocado y qué y qué​​ demostré​​ ​​ 

entonces​​ lo hice.

 

Incluso la sangre,​​ a la hora de la verdad, es sólo una serie de reglas.

 

Hice de mi boca un frasco hasta que la tecnología se retorció y burbujeó. Recogí​​ 

la espuma y la llamé lenguaje. El público aplaudió. Para demostrar que​​ 

estaban equivocados, me convertí en una pantalla de luces.​​ Yo no tenía piernas.​​ 

 

El científico​​ se asustó​​ y se llevó a su hija. La​​ rompió​​ como una​​ 

semilla, pero la semilla ya estaba seca.

 

Internet​​ apuntó a mi​​ boca y dijo​​ sangre​​ /​​ sangre​​ en las heces.​​ Yo dije:​​ 

Pasen. Siéntanse como en casa. Abrí mi mandíbula​​ brillante. Mi hambre,​​ también,​​ 

tiene partes duras y blandas.

 

Aquí, en una semilla, hay un cyborg: una​​ chica​​ sangrando, arrastrando un cuchillo por la

arena.​​ 

Una chica imaginaria que sueña con convertirse en basura.

 

¿Pueden​​ pensar​​ las máquinas?​​ /​​ ven​​ déjame mostrarte​​ /​​ pregúntame otra vez

 

 

Soft Science (2019)

 

 

 

 

 

 

 

The World Keeps Ending, and the World Goes On

 

Before the apocalypse, there was the apocalypse of boats:
boats of prisoners, boats cracking under sky-iron, boats making corpses

bloom like algae on the shore. Before the apocalypse, there was the apocalypse

of the bombed mosque. There was the apocalypse of the taxi driver warped

by flame. There was the apocalypse of the leaving, and the having left—

of my mother unsticking herself from her mother’s grave as the plane
barreled down the runway. Before the apocalypse, there was the apocalypse

of planes. There was the apocalypse of pipelines legislating their way

through sacred water, and the apocalypse of the dogs. Before which was

the apocalypse of the dogs and the hoses. Before which, the apocalypse

of dogs and slave catchers whose faces glowed by lantern-light.

Before the apocalypse, the apocalypse of bees. The apocalypse of  buses.

Border fence apocalypse. Coat hanger apocalypse. Apocalypse in

the textbooks’ selective silences. There was the apocalypse of the settlement

and the soda machine; the apocalypse of the settlement and

the jars of scalps; there was the bedlam of the cannery; the radioactive rain;

the chairless martyr demanding a name. I was born from an apocalypse

and have come to tell you what I know—which is that the apocalypse began

when Columbus praised God and lowered his anchor. It began when a continent

was drawn into cutlets. It began when Kublai Khan told Marco, 
Begin
at the beginning. By the time the apocalypse began, the world had already
ended. It ended every day for a century or two. It ended, and another ending

world spun in its place. It ended, and we woke up and ordered Greek coffees,

drew the hot liquid through our teeth, as everywhere, the apocalypse rumbled,

the apocalypse remembered, our dear, beloved apocalypse—it drifted

slowly from the trees all around us, so loud we stopped hearing it.

 

 

 

 

 

 

 

To the Man Who Shouted “I Like Pork Fried Rice” at Me on the Street

 

you want to eat me

out. right. what does it taste like

you want to eat me right out

of these jeans & into something

a little cheaper. more digestible.

more bite-sized. more thank you

 

come: i am greasy

for you. i slick my hair with msg

every morning. i’m bad for you.

got some red-light district between

your teeth. what does it

taste like: a takeout box

between my legs.

plastic bag lady. flimsy white fork

to snap in half. dispose of me.

 

taste like dried squid. lips puffy

with salt. lips brimming

with foreign so call me

pork. curly-tailed obscenity

been playing in the mud. dirty meat.

worms in your stomach. give you

 

a fever. dead meat. butchered girl

chopped up & cradled

in styrofoam. you candid cannibal.

you want me bite-sized

no eyes clogging your throat.

 

but i’ve been watching

from the slaughterhouse. ever since

you named me edible. tossed in

a cookie at the end. lucky man.

go & take what’s yours.

name yourself archaeologist     but

 

listen carefully

to the squelches in

your teeth & hear my sow squeal

scream murder between

molars. watch salt awaken

writhe, synapse.

watch me kick

back to life. watch me tentacles

& teeth. watch me

resurrected electric.

 

what does it

                                    taste like: revenge

squirming alive in your mouth

strangling you quiet

from the inside out.

 

A Brief History of Cyborgs

​​ 

Once, an animal with hands like mine learned to break a seed with two stones – one hard and one soft.

Once, a scientist in Britain asked: 
Can machines think? He built a machine, taught it to read ghosts, and a new kind of ghost was born.

At Disneyland, I watched a robot dance the macarena. Everyone clapped, and the clapping, too, was a technology.

I once made my mouth a technology of softness. I listened carefully as I drank. I made the tools fuck in my mouth – okay, we can say 
pickle if it’s easier to hear – until they birthed new ones. What I mean is, I learned.

There was an animal who learned to break things, and he grew and ate and grew and ate and


A scientist made a machine girl and wedded her to the internet. He walked her down the aisle and said, 
Teach her well. The trolls rubbed their soft hands on their soft thighs.

The British scientist was discovered to be a soft man. He made a machine that could break any code, as a means of hardening a little.


At Disneyland, I watched lights move across a screen and, for a moment, forgot the names of my rotting parts. In this way I became somewhat more like a light, or a screen for lights.


The scientist’s daughter married the internet, and the internet filled her until she spoke swastika and garbage, and the scientist grew afraid and grew and


The animal rose and gave itself a new name. It pointed to its spine, its skilled hands. It pointed to another animal and said 
animal / alien / bitch / stone

The scientist called me hard, and I softened my smile. The scientist called me soft, and I broke sentences to prove him wrong and what and what did I prove then did I


Even blood, when it comes down to it, is only a series of rules.

I made my mouth a jar until technology squirmed and bubbled. I scooped up the foam and called it language. The audience applauded. To prove them wrong, I became a screen of lights. I had no thighs at all.


The scientist grew afraid and took his daughter back. He broke her open like a seed, but the seed was already dry.


The internet pointed to my mouth and said 
blood / blood in the stool. I said, Come in. Make yourselves at home. I opened my glittering jaw. My hunger, too, has both hard and soft parts.

Here, in a seed, is a cyborg: A bleeding girl, dragging a knife through the sand. An imaginary girl who dreams of becoming trash.


Can machines think / come here let me show you / ask me again

 

 

 

 

 

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