Franny Choi (1989) es una escritora, poeta y dramaturga coreana-estadounidense. Graduada del Programa de Escritores Helen Zell de la Universidad de Michigan, es autora de tres colecciones de poesía: The World Keeps Ending, and the World Goes On (Ecco/HarperCollins, 2022); Soft Science (Alice James Books, 2019), ganadora del Premio Elgin 2020; y Floating, Brilliant, Gone (Write Bloody Publishing, 2014). También es autora del libro de capítulos Death by Sex Machine (Sibling Rivalry Press, 2017).
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El mundo sigue acabándose, y el mundo continúa
Antes del apocalipsis, existió el apocalipsis de los barcos:
barcos de prisioneros, barcos que se rajaban bajo el hierro del cielo,
barcos que hacían florecer cadáveres como algas en la orilla. Antes del apocalipsis,
existió el apocalipsis de la mezquita bombardeada. Hubo el apocalipsis del taxista deformado por el fuego. El apocalipsis de dejar y ser dejado, y de mi madre—
soltándose de la tumba de su madre mientras el avión avanzaba a toda velocidad
por la pista. Antes del apocalipsis, estuvo el apocalipsis de los aviones. Hubo el
apocalipsis de las tuberías que legislaban su paso a través del agua sagrada,
y el apocalipsis de los perros. Anterior al cual fue el apocalipsis de los perros y las mangueras. Antes de eso, el apocalipsis de los perros y los cazadores de esclavos
cuyos rostros brillaban a la luz de las velas. Antes del apocalipsis, el apocalipsis de las abejas. El apocalipsis de los buses. El apocalipsis de las vallas fronterizas. El apocalipsis
de los alambres de seguridad. Apocalipsis en los silencios selectivos de los textos escolares. Apocalipsis de la colonización y de la máquina de gaseosas; el apocalipsis de la colonización y los productos para cabello; apocalipsis de la fábrica de conservas;
de la lluvia radioactiva; del mártir sin silla que exige un nombre. Nací de un apocalipsis
y he venido a contarles lo que sé: que el apocalipsis empezó cuando Colón
alabó a Dios y echó el ancla. Empezó cuando un continente fue troceado
en chuletas. Cuando Kublai Khan le dijo a Marco Polo: "Empieza
por el principio ". Cuando comenzó el apocalipsis, el mundo ya se había
acabado. Terminó todos los días durante uno o dos siglos. Terminó, y otro
mundo final giró en su lugar. Terminó, y nos despertamos y pedimos café griego,
aspiramos el líquido caliente entre los dientes, mientras en todas partes el apocalipsis retumbaba, el apocalipsis recordado, nuestro querido, amado apocalipsis—flotaba
lentamente desde los árboles que nos rodeaban, tan fuerte que dejamos de escucharlo.
The World Keeps Ending, and the World Goes On (2022)
Al hombre que me gritó “Me gusta el arroz frito con cerdo” en la calle
quieres comerme
afuera. bien. a qué sabe
quieres comerme así
con estos jeans & con algo
un poco más barato. más digerible.
más del tamaño de un bocado. más gracias
ven: estoy grasosa
para ti. me lavo el pelo con glutamato
cada mañana. soy mala para ti.
tienes algo de zona roja entre
tus dientes. a qué
sabe: a caja de comida para llevar
entre mis piernas.
señora de bolsa de plástico. tenedor blanco endeble
para romper por la mitad. dispón de mí.
sabe a calamar seco. labios hinchados
con sal. labios rebosantes
de comida extranjera así que llámame
puerca. obscenidad de cola rizada
que ha estado jugando en el barro. carne sucia.
gusanos en tu estómago. darte
fiebre. carne muerta. nena masacrada
troceada y acunada
en espuma de poliestireno. noble caníbal.
me quieres del tamaño de un bocado
sin ojos que obstruyan tu garganta.
pero te he estado observando
desde el matadero. desde que me
llamaste comestible. echaste una
galleta al final. hombre con suerte.
ve & toma lo que es tuyo.
llámate arqueólogo pero
escucha con atención
al chirrido en
tus dientes & oye mi gruñido de cerda
asesina entre mis
molares. mira cómo la sal
despierta, se retuerce, hace sinapsis.
mírame patear
de nuevo a la vida. mírame tentáculos
& dientes. mírame
resucitada eléctrica.
a qué
sabe: venganza
retorciéndose viva en tu boca
estrangulándote en silencio
de dentro hacia fuera.
Breve historia de los cyborgs
Una vez, un animal con manos como las mías aprendió a romper una semilla con dos
piedras: una dura y otra blanda.
Una vez, un científico británico se preguntó: ¿Pueden pensar las máquinas? Construyó una
máquina,
le enseñó a leer fantasmas, y nació un nuevo tipo de fantasma.
En Disneyland, vi a un robot bailar la Macarena. Todo el mundo aplaudía, y
el aplauso era también una tecnología.
Una vez hice de mi boca una tecnología de la suavidad. Escuché con atención mientras bebía.
Hice que las herramientas cogieran en mi boca —vale, podemos decir salchicha si es más fácil
de oír—hasta que dieron a luz otras nuevas. Lo que quiero decir es: aprendí.
Había un animal que aprendió a romper cosas, y creció y comió y
creció y comió y
Un científico hizo una chica artificial y la casó con internet. La llevó
al altar y dijo: Enséñale bien. Los trolls frotaron sus suaves manos en
sus suaves muslos.
Se descubrió que el científico británico era un hombre suave. Hizo una máquina que
podía descifrar cualquier código, como medio para endurecerse un poco.
En Disneyland, vi luces moverse a través de una pantalla y, por un momento, olvidé
los nombres de mis partes podridas. De este modo, me convertí en algo más como una luz,
o una pantalla para luces.
La hija del científico se casó con internet, e internet la llenó hasta que
habló esvástica y basura, y el científico tuvo miedo y creció y
El animal se levantó y se puso un nuevo nombre. Señaló su columna vertebral, sus hábiles
manos. Señaló a otro animal y dijo animal / alienígena / perra / piedra.
El científico me llamó dura, y suavicé mi sonrisa. El científico me llamó
blanda, y rompí las frases para demostrarle que estaba equivocado y qué y qué demostré
entonces lo hice.
Incluso la sangre, a la hora de la verdad, es sólo una serie de reglas.
Hice de mi boca un frasco hasta que la tecnología se retorció y burbujeó. Recogí
la espuma y la llamé lenguaje. El público aplaudió. Para demostrar que
estaban equivocados, me convertí en una pantalla de luces. Yo no tenía piernas.
El científico se asustó y se llevó a su hija. La rompió como una
semilla, pero la semilla ya estaba seca.
Internet apuntó a mi boca y dijo sangre / sangre en las heces. Yo dije:
Pasen. Siéntanse como en casa. Abrí mi mandíbula brillante. Mi hambre, también,
tiene partes duras y blandas.
Aquí, en una semilla, hay un cyborg: una chica sangrando, arrastrando un cuchillo por la
arena.
Una chica imaginaria que sueña con convertirse en basura.
¿Pueden pensar las máquinas? / ven déjame mostrarte / pregúntame otra vez
Soft Science (2019)
The World Keeps Ending, and the World Goes On
Before the apocalypse, there was the apocalypse of boats:
boats of prisoners, boats cracking under sky-iron, boats making corpses
bloom like algae on the shore. Before the apocalypse, there was the apocalypse
of the bombed mosque. There was the apocalypse of the taxi driver warped
by flame. There was the apocalypse of the leaving, and the having left—
of my mother unsticking herself from her mother’s grave as the plane
barreled down the runway. Before the apocalypse, there was the apocalypse
of planes. There was the apocalypse of pipelines legislating their way
through sacred water, and the apocalypse of the dogs. Before which was
the apocalypse of the dogs and the hoses. Before which, the apocalypse
of dogs and slave catchers whose faces glowed by lantern-light.
Before the apocalypse, the apocalypse of bees. The apocalypse of buses.
Border fence apocalypse. Coat hanger apocalypse. Apocalypse in
the textbooks’ selective silences. There was the apocalypse of the settlement
and the soda machine; the apocalypse of the settlement and
the jars of scalps; there was the bedlam of the cannery; the radioactive rain;
the chairless martyr demanding a name. I was born from an apocalypse
and have come to tell you what I know—which is that the apocalypse began
when Columbus praised God and lowered his anchor. It began when a continent
was drawn into cutlets. It began when Kublai Khan told Marco, Begin
at the beginning. By the time the apocalypse began, the world had already
ended. It ended every day for a century or two. It ended, and another ending
world spun in its place. It ended, and we woke up and ordered Greek coffees,
drew the hot liquid through our teeth, as everywhere, the apocalypse rumbled,
the apocalypse remembered, our dear, beloved apocalypse—it drifted
slowly from the trees all around us, so loud we stopped hearing it.
To the Man Who Shouted “I Like Pork Fried Rice” at Me on the Street
you want to eat me
out. right. what does it taste like
you want to eat me right out
of these jeans & into something
a little cheaper. more digestible.
more bite-sized. more thank you
come: i am greasy
for you. i slick my hair with msg
every morning. i’m bad for you.
got some red-light district between
your teeth. what does it
taste like: a takeout box
between my legs.
plastic bag lady. flimsy white fork
to snap in half. dispose of me.
taste like dried squid. lips puffy
with salt. lips brimming
with foreign so call me
pork. curly-tailed obscenity
been playing in the mud. dirty meat.
worms in your stomach. give you
a fever. dead meat. butchered girl
chopped up & cradled
in styrofoam. you candid cannibal.
you want me bite-sized
no eyes clogging your throat.
but i’ve been watching
from the slaughterhouse. ever since
you named me edible. tossed in
a cookie at the end. lucky man.
go & take what’s yours.
name yourself archaeologist but
listen carefully
to the squelches in
your teeth & hear my sow squeal
scream murder between
molars. watch salt awaken
writhe, synapse.
watch me kick
back to life. watch me tentacles
& teeth. watch me
resurrected electric.
what does it
taste like: revenge
squirming alive in your mouth
strangling you quiet
from the inside out.
A Brief History of Cyborgs
Once, an animal with hands like mine learned to break a seed with two stones – one hard and one soft.
Once, a scientist in Britain asked: Can machines think? He built a machine, taught it to read ghosts, and a new kind of ghost was born.
At Disneyland, I watched a robot dance the macarena. Everyone clapped, and the clapping, too, was a technology.
I once made my mouth a technology of softness. I listened carefully as I drank. I made the tools fuck in my mouth – okay, we can say pickle if it’s easier to hear – until they birthed new ones. What I mean is, I learned.
There was an animal who learned to break things, and he grew and ate and grew and ate and
A scientist made a machine girl and wedded her to the internet. He walked her down the aisle and said, Teach her well. The trolls rubbed their soft hands on their soft thighs.
The British scientist was discovered to be a soft man. He made a machine that could break any code, as a means of hardening a little.
At Disneyland, I watched lights move across a screen and, for a moment, forgot the names of my rotting parts. In this way I became somewhat more like a light, or a screen for lights.
The scientist’s daughter married the internet, and the internet filled her until she spoke swastika and garbage, and the scientist grew afraid and grew and
The animal rose and gave itself a new name. It pointed to its spine, its skilled hands. It pointed to another animal and said animal / alien / bitch / stone
The scientist called me hard, and I softened my smile. The scientist called me soft, and I broke sentences to prove him wrong and what and what did I prove then did I
Even blood, when it comes down to it, is only a series of rules.
I made my mouth a jar until technology squirmed and bubbled. I scooped up the foam and called it language. The audience applauded. To prove them wrong, I became a screen of lights. I had no thighs at all.
The scientist grew afraid and took his daughter back. He broke her open like a seed, but the seed was already dry.
The internet pointed to my mouth and said blood / blood in the stool. I said, Come in. Make yourselves at home. I opened my glittering jaw. My hunger, too, has both hard and soft parts.
Here, in a seed, is a cyborg: A bleeding girl, dragging a knife through the sand. An imaginary girl who dreams of becoming trash.
Can machines think / come here let me show you / ask me again