Cielo arriba
Y qué gozosamente, con qué brío
uno se da de bruces con el mundo
y antes de comprenderlo ya lo ama.
Y qué fascinación la del principio
por descubrir el barro originario
y encontrarlo en las ranas en su charco
croando las verdades inmutables
y en el ámbar goloso de la cidra
que imita en su dulzor el sueño mismo.
En busca de lo grande que supone
contener lo pequeño uno se embarca luego
que la fortuna obliga y el sendero
no deja de tentar al caminante.
Y va haciéndose hora y los paisajes
se despliegan y vibran con asombro
y los rostros desfilan y la lucha
renueva su silueta milenaria
y la rueda del mundo gira y gira
y va cambiando fuerza por cansancio
pero el encantamiento no termina
y uno se siente vivo porque sabe
que todo está en primicia eternamente.
Y se recuesta al borde del destino
para beber la sombra, cuando escucha
el croar de las ranas en su charco.
La primera verdad que sien siempre vuelve
a quien ya entiende que es la verdadera.
Potencialidad y biografía
La potencialidad es el estreno
la nieve a punto de caer sobre el asfalto
el festivo cohete recién lanzado al cielo
las cigüeñas concluyendo su nido sobre la torre eléctrica
esa suela de cuero que el artesano
justo termina de coser en la bota
las letras que ese niño aprende ahora a leer
quizá para escribir un día Guerra y Paz
el instante previo al dedo presionando
la llave de la luz
el cuaderno escolar recién abierto.
Después y sin remedio llega el cierre
la hora del recuento
el rostro pedregoso del balance
la exhibición ufana de un puñado de logros.
Las cenizas que, para consolarnos, llamamos biografía.
Nada
Nada surge de la nada.
Parménides de Elea
No os dejéis engañar
por su humildad fingida.
Debajo de su aspecto inofensivo
hay un juez sanguinario.
Una sofisticada liturgia de escasez.
Mejor cuidarse de pronunciarla en vano.
No existe una expresión más vengativa.
Se apropia del espacio.
Le resulta más fácil matar que compartir.
A su lado no hay sitio más que para el vacío.
Inútil aspirar a su clemencia.
Sus únicos amores conocidos
son la palabra nadie
y la palabra nunca.