¿Somos poetas comprometidos?
Todo el mundo está comprometido con la realidad, sea de una y otra forma, pero todos estamos comprometidos. El compromiso nace con nosotros, no se adquiere. Sólo existen tomas de posiciones diferentes. En este aspecto interviene la actitud del poeta ante la vida: su ideología.
Hay dos posiciones en esta materia: una que a mi entender es reaccionaria y otra revolucionaria. Lo que no quita que pueda haber malos poetas revolucionarios y buenos poetas reaccionarios. Temas, todos.
Creo, eso sí, que no podrá existir poesía en los escritos que llamamos poemas si en ellos no aparecen las vivencias de quien los escribe. Vivencia, es decir: percepción, sensibilidad, depuración y conocimiento acabado del oficio, porque la poesía es un trabajo de espíritu. ¿Lenguaje? Cada quien ha de utilizar el lenguaje que le venga en gana. Un poeta es una especie de formula química muy complicada; en él se entremezclan la voluntad, sus sentimientos, el dominio del idioma, su conducta personal y conducta para con los demás, sus creencias religiosas, su postura filosófica; y toda esa argamasa intelectual y moral es distinta en cada uno. Todo ello tiene que ver necesariamente con el lenguaje, pero no puede pretenderse una escolástica lingüística. En arte, imponer recetas es negativo; tenemos experiencia de sobra.
En la actual generación de poetas mexicanos, se nota una tendencia a usar el lenguaje cotidiano; yo lo entiendo como una característica desentrañar la realidad que nos rodea, apropiarnos definitivamente de ella. Es esta una actitud que valoro, por cuanto nace de una necesidad de comunicación humana. Pero señalo también el peligro de llegar al otro extremo, como es el de halagar el sentimentalismo escribiendo en estilo chabacano, porque esta actitud ni es poética ni es revolucionaria, es alimentar al pueblo con migajas, con sobras de banquete y no entregarle los medios, las herramientas, la herida de luz para su elevación, elevación que es irreversible.
Desde mi ángulo, veo, hablo, participo, sueño, me confundo entre acontecimientos simples o trascendentales. Me esfuerzo por llevar a la poesía le sobresaliente y lo soterrado, entre objetos y gentes. ¿Ser escritor? Asumir plenamente nuestra responsabilidad, nuestro compromiso. Todavía hay gente que confunde la literatura con un pasatiempo, un modo elegante de soslayar la tristeza, de embellecer externamente la existencia y ganarse un puesto en esa cosa impredecible, confusa, que es la posteridad…sin embargo, en nuestros días el trabajo del escritor tiene que ser directo, inmediato... ver la obra literaria en su conjunto, incorporar todos los recursos válidos de uno y otro género... tener conciencia de lo contemporáneo: los vuelos cosmicos, los ejércitos populares, el desempleo... la gran humanidad con sus hambres y sueños... partir de una filosofía, de una posición ante la vida... comprender que una obra de arte no se hace únicamente con buenas intenciones, que el valor artístico exige su parte principalísima, y que su primer deber es escribir. Y no como un testigo, sino como un combatiente.
Escribir es una vía expresiva. Sacar fuera lo que uno tiene dentro; ahora, con la conciencia de que lo que está adentro es un producto del choque de una sensibilidad individual con el medio, con los otros hombres y las cosas, con los sistemas sociales, políticos y económicos. Así, para mí toda literatura, toda poesía es social; revela esa doble vertiente, individual y colectiva del hombre. Aun el supuesto escape, la posible evasión tan discutible, brinda una connotación de tipo social; cabe inmediatamente preguntarse ¿por qué tal escritor se propone dicha solución? Búsquese la resultante del desequilibrio entre los dos factores. Allí habrá una buena pista.
He dicho vía expresiva y no comunicativa porque la comunicación es un segundo paso importante pero complementario. Ese mismo medio que condiciona al escritor, condiciona al lector, y a veces ese condicionamiento es negativo, aislante. Puede ocurrir una expresión correcta no haga que eco, no sea recibida. A veces por largo tiempo es ignorada. Otras veces ocurre que sólo ciertas minorías pueden captar lo expresado. Habrá que ver por qué ocurre esto y no achacarlo festinadamente a supuestas actitudes exclusivistas o pequeño burguesas en el creador, sin negar que estas puedan existir. Pienso que ser escritor es emparejar a una necesidad urgente de comunicar verdades elaboradas a un oficio con características muy propias donde se llega a la autenticidad cuando en el fondo hay cosas qué decir y cuando aquel sabe cómo decirlas.
Por mí: ser yo mismo en el mundo, con las cosas y los seres humanos. Estar en la historia y a favor de ella, en lucha por ella, con mis armas. Un agarrarse a la vida con lucidez y vehemencia, lo que incluye la muerte. Toda obra humana debe ser un testimonio de conciencia, una verdad que duele a algunos; la verdad nos duele, es un fenómeno humano. El hombre siempre ha eludido la verdad; vive un mundo de dioses y mitos. Adular y mentir son palabras muy fáciles, pero caemos en el error de confundirnos y nos embriagamos de falsedad.
Mi poesía es mi verdad. Quien se sienta aludido o herido en su mundo mitológico debe buscar su mundo real. Mentir en los actos de conciencia sería empequeñecernos y nuestro único patrimonio radica en la verdad de nuestros conceptos y nuestros actos. Esa debe ser la verdad, escribir lo que se siente, lo que se es vive. Mi poesía es sólo amor. Y entiendase con ello todo de lo que es capaz el amor. Este ser hombre para el amor. Nada más.
Y ustedes, compañeros poetas, ¿es bueno amar? Tener amor un ser humano por otro es quizás lo más difícil que nos ha sido encomendado, es lo supremo, la última prueba y examen, el trabajo ante el cual todos los otros trabajos no son más que preparación.