Abraham Truxillo (Acapulco, México, 1983). Poeta, ensayista y narrador. Licenciado en Letras Hispánicas por la UNAM. Autor de los libros Postales del ventrílocuo (Ediciones Sin Nombre, 2011), Huracán. Antipoema (Dogma, 2025), Bestiario marino (Medusa, 2025) y Bolero Techno (Manofalsa, 2025). Colaborador de revistas y suplementos culturales mexicanos, como Revista de la Universidad de México, Letras Libres, Tierra Adentro, Casa del tiempo, La Jornada Semanal, Laberinto de Milenio Diario, El Cultural del diario La Razón, Unidiversidad (BUAP), Otros Diálogos, Replicante, Periódico de Poesía, Lee Más, entre otros. Poemas y cuentos suyos han sido incluidos en diversas antologías y volúmenes colectivos en México, El Salvador, Argentina, Francia y Perú.
Meteorito
Ayer un meteorito arrasó
no sé qué ciudad extranjera,
me dijeron.
En mi sueños yo también
arrasaba una ciudad.
Todo era panspermia a tu lado.
Y al despertar me fui siguiendo
tus caderas
hasta estrellarnos de nuevo;
salir expulsados hacia la estratósfera
así, dulcemente.
El meteorito cayó por la mañana.
Debió ser cuando yo pastaba
entre tus piernas.
Dicen que el mundo estuvo a punto de salvarse.
Como en este instante,
entonces alguien habló de guerra.
Si me miras, uno de mis brazos ya es polvo;
el otro apenas es un retoño torpe.
Son proporciones espeluznantes y tiernas
como este espasmo de abrirte el corazón
y quedarme dentro.
Todo fue una treta, se supo más tarde.
Se había tratado
de un ataque atómico directo.
Pero lo que yo quería decirte es otra cosa.
Son tus muslos nadadora.
Desanuda mi corbata.
Amásame en tus piernas,
un solo centro de gravedad
en nuestras órbitas.
Vamos a lavar nuestras heridas del comienzo.
Vamos a fumar,
vamos a fumarnos, baby,
yeah, yeah,
tanto y tanto.
Volutas de humo,
el vals de la cabaña,
triste danzón de amor.
Folk de la pobreza
En ocasiones le acontece la pobreza.
No es mal abrupto como gato que descuelga el techo
a pelona garra;
es oruga incandescente.
Su pobreza cruza arroyos para llegar a él.
Días antes se anticipa en las cuentas
de la ciencia monetaria.
Son tres bolas de impacto común
en la mesa de billar capitalista.
Sucede con descuido y sin decoro:
es curso que no abre, contrato que no cierra.
Su temperamento sacude pulgas de resignación
cuando la pobreza llega.
Siente que los muros amenazan,
los pasos se hacen pequeños en la alcoba,
sus manos se llenan de pelo:
quiere abofetearse, trepar por las paredes.
Es entonces que lima sus contrarios:
descuelga su traje negro de pobreza,
usa por fuera sus bolsillos de pobreza,
entona el folk de la pobreza.
Es un ilusionista sin trucos,
un amante que calla sin argumentos,
y frente a las arcas de la nada
mira su suerte relumbrar.
9mm
Todos tenemos un hombre
que nos apunta a la nuca con su 9 mm.
La escuadra sostenida en ambas
manos
en un bello triángulo,
el compás firme de las piernas,
listo para levantarnos la tapa
de los sesos de un golpe de billar.
Todos tenemos un hombre que nos apunta
desde dentro el corazón
mirando un cronómetro secreto.
Todos tenemos un hombre que nos apunta,
todos tenemos un hombre,
todos tenemos.
Nana del queratocono
Cuando era niño, vivía un conejo en la luna.
Creo que estaba de cabeza, pero no sé bien.
Las estrellas eran papelitos blancos
pegados con saliva sobre el fondo negro.
Ahora ya no hay nada,
sólo desiertos y cráteres plateados,
dunas de arena helada,
y mi ojo se llena de un aire extraño
que lo hincha desde adentro,
lo alarga hacia la luz como un suicida.
O quizá sea la córnea disforme
el espacio de los socavones lunares
y la acechante claridad.
Luna orquesta
La orquesta quiere más luna.
Una luna llena más seductora,
más brillante,
con mejores disfraces
y una piel resplandeciente.
Quiere
una luna con diferente tatuaje,
una luna con mariposa.
La orquesta quiere un hada
más ovalada,
con otro tatuaje.
Una mariposa de alas
lúbricas.
No quiere el conejo de Playboy,
no quiere una luna espía.
Arte poética
Salir de noche a encontrarse,
a que nos encuentren,
para recibir el beso arrollador
de un auto,
estrella en la mejilla,
u orquídeas en ojos de muchacha.
Para evadir
las estancias monocordes,
los colores flatulentos del cuarto.
Poner a ritmo las muñecas,
llegar con buen tiempo a los saludos,
con ideas puntuales al sombrero
y la respiración
en orden de flauta.
Perseguir la línea de la calle,
la indicación del horizonte.
Doblar la esquina
en dos mitades.
Irse de boca dando el pecho,
responder el quién vive a quien te encuentre.
Dar los buenos días
a quien te encuentre.
Darle la palabra
a quien te encuentre.
Bonus track: 9 mashups[1]
(centones)
I Santa Teresa de Jesús ft. Saúl Hernández
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero,
mátenme porque me muero.
II. Luis de Góngora ft. Wilfrido Vargas
Pasos de un peregrino son, errante,
el paso del mono dudoso
y el paso del mono macho.
III. Calderón de la Barca ft. Celia Cruz
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
un carnaval, y es más bello
vivir cantando.
IV Sor Juana ft. Rosalía
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
¡malamente!
V Francisco de Quevedo ft. Wilfrido Vargas
Poderoso caballero es don Dinero,
¡qué poder tiene el dinero!
VI Garcilaso de la Vega ft. El General
Mami,
para mí dulce y sabrosa,
más que la fruta del cercado ajeno;
yo quiero que sepas esto.
VII. Fray Luis de León ft. Daddy Yankee
La pista se calienta
y viste de hermosura y luz no usada,
Daddy Yankee, cuando suena
tu música estremada.
[1] El texto en cursiva es una cita de un cantante o grupo de música popular contemporánea, mientras que el texto en fuente normal es cita de un autor del Siglo de Oro hispánico. Ambos se mencionan en el subtítulo de cada pieza.