Alma para todo servicio, antología de Marin Sorescu

Círculo de Poesía Ediciones ha publicado recientemente, con la traducción de Omar Lara, el volumen Alma para todo servicio del poeta rumano Marin Sorescu (1936-1996). Omar Lara, exiliado en Rumanía tras el golpe militar de Augusto Pinochet, ha sido el gran puente del español con aquella literatura. Sorescu, que ahora nos acerca, fue traducido al alemán por Paul Celan. Es, posiblemente, uno de los últimos grandes referentes de la poesía rumana. Omar Lara nos cuenta que “En su casa de madera, inimaginablemente repleta de libros, desde la cocina hasta el cuarto de baño, y a la que llegan continuamente escritores y gente de teatro de todo el mundo, visité por primera vez a Marin Sorescu […] Marin Sorescu es un enamorado de Latinoamerica y de su poesía. Ha participado en más de alguna ocasión en encuentros poéticos en México y no pierde la esperanza de visitar Chile. Conoció bien a Neruda en Paris y frecuentó a Octavio Paz. Se “entiende” perfectamente con Jorge Teillier, Humberto Díaz Casanueva o Jaime Sabines. La revista que dirige, Ramuri, publica frecuentemente traducciones de poesía hispanoamericana. La última vez que nos vimos se despidió diciéndome en rumañol: Ya nos veremos, aquí o en la quebrada del ají”.

 

 

 

 

 

 

Capricho

 

Cada atardecer

Recojo entre los vecinos

Todas las sillas disponibles

Y leo versos para ellas.

 

Las sillas son extremadamente receptivas

A la poesía

Si uno sabe ordenarlas.

 

Todo esto

Me emociona

Y durante varias horas

Les cuento

Cuán bellamente murió mi alma

Durante el día.

 

Nuestros encuentros

Son generalmente sobrios,

Sin entusiasmos

Inútiles.

 

De cualquier modo

Significa que cada uno

Ha cumplido con su deber

Y podemos seguir

Adelante.

 

 

 

 

 

 

 

Lapsus

 

Ya no recuerdo

Ninguna lengua en el viento

Aunque estuviera ahora

Con las dos manos

En la cabeza.

 

Creo que hablé con los dacios

Y me entendieron.

 

Desde el momento que me dejaron

Seguir más adelante.

 

Estuve al final del punte

Cuando vinieron los soldados romanos

Trayendo palas y árboles

De su lengua.

 

También por el idioma del invierno pasé silbando,

Así como chocaba con el cierzo

En una oreja.

 

Todas las supe

Sin pensarlo.

Sólo en el paladar

Duermen las antiguas palabras

Con los viejos rayos apagados en ellas,

Como los remos en la barca de Caronte

Después de haber cargado demasiadas almas.

 

 

 

 

 

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