El poeta y crítico francés Jean Michel Maulpoix publicó en 2018, bajo el sello de PUF, el libro Les 100 mots de la poésie. Presentamos, en versión de Alí Calderón, la entrada correspondiente a “Circunstancia”. Se lee en la contraportada del libro: “Imposible de reducir a una definición simple, la poesía puede ser aprehendida a partir de una constelación de palabras que la esclarecen en sus distintas aristas; palabras que son la carne misma del poema. Jean Michel Maulpoix convoca verbos que refieren los gestos de un trabajo, otros que describen los movimientos del cuerpo y del pensamiento, nombres que dan cuenta de una experiencia, bosquejan un espacio, objetos o formas (alejandrino, oda) pero también objetos del alma”. El libro de poemas más reconocido de Maulpoix es Une historie de bleu. Es el teórico de poesía más admirado en la Francia de nuestros días. Su último libro, publicado por éditions corti, es La poésie. A mauvais genre.
DISTANCIA
Esta idea, en poesía, recuerda a menudo una necesaria y a veces justa distancia. Así, para René Char, “suprimir la lejanía mata”: el tocar del poema es tocar a distancia. Apolo, el dios solar que mata a distancia, ejerce su poder inspirador justamente a la distancia, a la inversa de Dionisos, dios de la ebriedad. En la escritura, el verso, que introduce una forma de espaciamiento musical, idealizado y a veces sublimatorio, mantiene la distancia ahí donde la prosa tiende a abolirla o eliminarla. La distancia trabaja en el sentido de una estilización que estudia tanto al objeto como a la mirada que se posa sobre él. No atiende sino los trazos reales del ser o del objeto; yo lo reconfiguro, me dirijo a él de otra manera y puedo decirle eso que la proximidad no autoriza. Yo invento, yo imagino, “lleno con un noble nombre este gran espacio vacío” (Joaquim Du Bellay). ¿Acaso no existió, no hace mucho, en la poesía del amor cortés, un canto de amor a distancia (el amor de lohn cantado por Jaufré Rudel)? La poesía da testimonio del distanciamiento, por ejemplo, cuando es ese arte en que la capacidad de exorcisar mantiene a raya “las potencias del mundo hostil”, para ponerlo en términos de Henri Michaux.