Poesía peruana: Maggie Velarde

Leemos poesía peruana. Leemos a Maggie Velarde (Cusco, 1993). Es Artista e ilustradora.  Intérprete teatral. Colaboradora  de la Revista de literatura Verboser y de la Revista Kametsa. Ha publicado sus poemas en diversas revistas literarias peruanas tales como la Revista de literatura Verboser, Lucerna, Librescritura (Huánuco), la revista Kametsa y Disicultura (Trujillo); y en revistas internacionales como Liberoamérica. Ha participado en el XXVI Festival Enero en la Palabra 2020 (Cusco),  Festival La Huaca es Poesía (Lima) y el festival Sobertanga (Argentina).

 

 

 

 

Tú seguirás siendo

 
acompasado, como pututu roto
lanza el ave tu alfabeto hasta el nudo de todas las cuerdas que sujetan los miembros yermos de los hombres,
natura
hasta que, por ósmosis fúnebre
agua fría de manante
suelten tendones, músculos, huesos y aprendan a caminar
aprendan a morir

 
en su  u lu lar
él, oídos y bocas y sus nombres
se irán
y tú seguirás siendo

 
observan los bosques de qiwiñas
la lluvia cuadrada que cae al otro lado de la chacra
donde se asoma el pequeño sol combado
observan, importantes
sólo un instante
y luego del último pestañear
insolito, el animal
duerme para siempre
y tú sigues siendo

 
si es que un Dios se mece
dormita en ti
enterrado en  watia caliente bosteza
y tú
inmaculada indiferente a las minas que carcomen los cimientos de la hechura
Inmaculada verita y silenciosa la eterna
silenciosa creces y te arropan en tus costas pajareras las olas que no te sueltan

 
“es un hilo más”
sientes el rito infecundo que no habla tu lengua
que no te toca
¡qué poca cosa nuestros tambores, nuestra vida!
 

 

 

 

Cuando te vi desnuda

 
Tu piel me sacude
con tanta ternura y me
emboscan tus
ojos pequeños
que
caigo
en
ti
inevitablemente

 
entonces llega la noche
en
el                          (silencio)                     de tus muslos
y abres –no-
tu boca –no-
pagana –no-

 
Mi bajel que a punto estaba de
izar las velas para enfrentar
tu cérvix
entra en parasismo:
el
orbe es vasto
y
tú –tristeza-
tampoco
eres oro

 
tu cuerpo es
una baratija brillante

más
 

¿De
qué sirve, entonces,
que
mis manos
dibujen
meridianos
en tu cuerpo
que
lo que yo busco de
caprichoso

 
portento

 
presumible

 
quieras reemplazarlo con tu rostro de miel?

 
Si hasta la grana
de
tu cielo húmedo me ruega fertilidad,
pero
– tristeza-
ese apresto no tendría tierra
buena

 
Bien, tráfago: si mantienes tu lengua
clausurada

 
Mal, tráfago: de mi soberbia imposible ante
tu ignorancia

 
Y
mi alabarda cae al suelo, si hablas

 
Hiperión
me juzgas
no soy más que un peón
niobe,
el ronzal de mis huesos
nada más

 
pero busco a Nemea,
quiero
el agua de Leteo

 
y
si en tu jubón no caben las alas
porque
no las tienes
                      (lo sé, una bofetada no sería suficiente si
                                                         entendieras
                                                    de ignominias)

 
si
en tu tesitura
no encuentro a Eos,

 
plancharé
mis quejas y
me
iré
pronto.

 

 

 

 

Nuestras vírgenes

 

Nuestras vírgenes renuentes
obtusas
pudientes
virgenes de pobres y descalzos
son, luego de misa,
vírgenes golfas
con el rímel corrido
de luz y piel fría

 
nuestras vírgenes se bajan del altar
para amamantar a sus hijos
de muchas hambres
de muchas penas

 

 

 

 

<ANTI                                                                     NOMIA>

 

siente el mundo
el silencio de toda una vida

mi vida

 
las calles que me debían calma
son vagones varados
en el     eco
             eco     del ayer

 
mi tibio reposo
pierde sentido:
ya no es la creación presuntuosa
del desdichado nostálgico

 
es el revés del mundo
que hambriento
me dice

¡Ya ves que tu silencio
puede ser monetizado!

 
y mi sien
en vez de reconocerse en las calles
olvidadas
extraña el contraste
entre la algarabía

y el uno

 
y para buscarme un rincón sin soledades
de adentro y de afuera
si el polvo de las sábanas se eleva
                                                        f    l    o   t   o
                                                       l   i   g   e   r   a
si el jardín se marchita en primavera
                                                  l   o       r   e   s   u   c   i   t   o
                                                         a   g   o   r   e   r   a

 
me convierto en el DIOS
de las pesquisas caseras

 
yo que antes empuñaba
como blasón de guerra
mi alma huidiza
ahora
se acobarda la occisa
y me busco un asilo
en un rayo de
l
o                                    
s                                        
que trepa
por la ventana del pasilllo

 

 

 

 
Nacemos uno a uno entre el follaje
azulados los vientres
nos dejan dormir en su almohada:
cada quien se debe a su respiro

 

 

 

 
Este es mi lenguaje,
no conozco otro:
se me hacen poemas las luces
que llamamos colores
lo que sobra, en su fragilidad,
me es querido

 

 

 

 

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