Poesía cubana: Caridad Atencio

Poemas de Caridad Atencio (La Habana, 1963). Poeta, ensayista e investigadora. Licenciada en Filología por la Universidad de la Habana en 1985. Trabaja como investigadora del Centro de Estudios Martianos desde hace 33 años donde ostenta la categoría de investigadora auxiliar.

 

8

 

 

Caridad Atencio (La Habana, 1963). Poeta, ensayista e investigadora. Licenciada en Filología por la Universidad de la Habana en 1985. Trabaja como investigadora del Centro de Estudios​​ Martianos desde hace 33 años donde ostenta la categoría de investigadora auxiliar. Ha recibido el Premio Pinos Nuevos en poesía en 1996, el Premio Dador en el año 2000 en ​​ ensayo, y el Premio Calendario en ensayo en 1999. Obtuvo asimismo el Premio Razón de ser en 2002. Recibió el Premio Dador del Instituto Cubano del Libro en el género de Poesía durante el año 2002 y el de La Gaceta de Cuba en el 2005. Premio de la Crítica Literaria 2010. Premio Dador de Poesía 2013. Recibió la distinción Gitana Tropical en 2014 y en 2016 la Medalla Raúl Gómez García. Posee la Distinción por la Cultura Nacional.

 

 

 

Desplazamiento al margen

 

Dicen las damas penetrantes que soy el horcón de la casa. Quien más sensible a su desesperación soporta los desplantes inconscientes del hijo o los irracionales del padre y el marido. El horcón, que se quiebra en las puntas para abrirse, y aún sostener en hilacha, pero imbatible el centro. El tronco inocente y ancestral donde alcanzo los restos de la noche.

 

 

 

Si pactas con el dolor traspasarás el límite, fuerza / debilidad, valor y miedo. No seré sin moverme. La verdad no me nace como un flujo. Me castiga. A la pelota de aire la aprietas​​ con tus manos, incluso con tus uñas y no revienta. Yo me pudro. La mente se ha enarcado tanto que gravita. El ojo, como si se lo hubieran arrancado y todavía lo tuviera ahí. ¿Qué hacer con una relación viva? Hay que abrirte. Te asfixiaría con una sola mano.

 

 

 

‘Cuando temes mucho una cosa terminas por provocarla con tu pensamiento’. El fondo del sangrado.​​ Su cabeza de aire. Cuánto se pagó ayer y no me quitaron los hierros esos. Ahí era donde iba desde el principio. Tus ojos, cerrados como colmillos apretados. Viviendo los diques de mi vida quien me arrastra, quien amordaza mi boca.

 

 

 

Un perro que arrancaba​​ su rabia o alguien que entrega su silencio. Así te hablaba. Con el cuerpo y una secuencia oblicua. '¿No es mejor abortar que ser estéril?' ¿No deseabas una cabeza encima de mi traje sin poros?

 

 

 

'Más nunca te vas a embarazar’. Todo era ilógico, hasta el​​ cuidado que ponía en evitarlo. Todo se estremecía conmigo yerta o al revés. ‘Los labios sellados con costuras de hilo rojo'. Ella me dice que una monja carmelita guía mi mano.

 

 

 

El ojo sin su párpado, milagro de la pérdida, sabe que no pude caer. Ese es mi beneficio. No soy una medalla de tu pecho. No anulo la verdad por conservarte. Por eso tu castigo en mí se vuelve doble. Busco lugar para una tumba. ¿Acaso sabes donde hay más claridad? Construiré una celda sobre ella. Le devolví la noche al infinito. Bordé sobre mí misma sin consuelo.

 

 

 

Pedía cosas simples: no enturbiar el futuro con historias inesperadas. De todo, de todo ahora puede surgir lo extraño. Tengo los ojos y una memoria para padecer. Viendo a través de mí tocaba algo cortante o cómo me enveneno con mi aire. No percibía que, aunque la carne se entrega a su propio vértigo, había corrido hacia el bosque y nada más.

 

 

Esta muestra es una colaboración bajo la curaduría de Karel Leyva Ferrer​​ 

 

 

También puedes leer