Obtuvo mención de honor en el Certamen Interuniversitario de Poesía Carlos Martínez Rivas 2010. Participó en los talleres de poesía impartidos por los poetas Carlos Pérez Alonso y Anastasio Lovo en el Banco Central de Nicaragua. En el 2016 publicó su primer poemario “Los Sitios del Silencio” y el 2022 publicó el poemario “Eterno Instinto”. Estudió Ing. Civil en la UNAN-Managua, actualmente estudia Física-Matemática.
EXISTEN NOMBRES
Existe un muro de gritos
que sacude como verdugo
a quien no quiere oír nada,
aún soñando con rocas e inviernos.
Gritos que rebotan en las paredes de las ciudades.
Existen sábanas que parecen disfrutar
mejor el amor que nosotros
y mirar cómo se agotan nuestros músculos.
Existen sabores de cigarros.
Mandíbulas apretando horizontes
de ceniza y humo.
Aposentos hediondos a vinagre.
Casas cuyas letrinas se convierten
en sepulcro de palabras;
silencios ardiendo en nuestra topografía.
Existen nombres incompletos
estirándose para ser un día nombrados,
pero nunca se nombran.
EL SILENCIO DE LA GENTE
El silencio que la gente
arranca dormida
llega hasta mí
como fría mudez de labios.
Hojas vencidas
de olvido
como noche de sacrificios,
donde algo de mí
sepultado queda.
Me arrojo a la vida.
Y el día, áspero, recoge
los trozos últimos
que encuentra.
VISITA A UNA FOTOGRAFÍA
Hay un rostro que duele verse,
un columpio incómodo.
La ciencia no favorece
a los párpados ni al olvido.
Y el mundo en mis manos
lamenta perder su imagen.
HEME AQUÍ
Heme aquí, sin nada más
que otro cuerpo pueda examinar,
como si existiera todavía sangre
titubeando cerca de mis huesos.
Miren mis ojos derramando
chatarra, mis labios moviéndose
en diferentes sentidos.
Mi cuerpo arraigado a la nómina
de un neumático nocivo,
intentando salir de los tierrales.
Heme aquí, con la única muestra de mi figura.
Apresurando líos con las horas
y queriendo fijar un combate contra el tedio.
LA POESÍA EN UN NIÑO
La poesía nace en los ojos de un niño,
en Jair, por ejemplo.
Con tres meses en su mirada,
en otro idioma le pone nombre a las cosas
como Adán
al principio con la geografía y la fauna.
Se lleva el mundo a su boca,
su propia sombra a los labios.
Quisiera bebérsela en tres onzas de leche,
mientras es feliz con el mundo en sus manos.
POEMA EN NOCHE DE MIEDO
Mi perro Blacky no deja de ver su propia sombra
atada a una indomable cadena
y mesuradamente adapta sus pezuñas
en la parte que le corresponde a su cabeza.
Sus ojos pesimistas son anchos y rojos,
como si los soterrara en su deidad eterna.
Sé que ahora puedo estar temblando
como un pez huérfano fuera del tumulto acuoso,
como un abandonado animal
recostado en mi propio cuerpo.
Ahora es que se me ocurre la locura
de heredar un poco de mi dolor a las cosas,
en el mismo tiempo que los murciélagos
se precipitan contra las cajas de perlines,
transmutando el miedo
en imágenes que odio desde niño.
Casi por conveniencia
la noche eructa sus aullidos
desde las escuadras de la casa
y comienzo a ver la escopeta de Hemingway,
acosando la inválida soledad
en que me sostengo.
Ahora es que insisto en olvidarme de mí mismo
para lograr sobrevivir.
EL GATO NEGRO
El gato negro es alguien
que me espera
todas las noches
detrás de una pared,
con la ilusión
de incubar
su húmeda miseria
en mi propia humanidad
para que los días
no me reconozcan.
INDESCIFRABLE
A veces cuando estamos solos,
tu voz irrumpe en mis escombros
y quedo como un carcomido cielo falso
al interpretarte inexperto.
Incierto, con la palabra entre los dientes
te enumero sin que te des cuenta
y deseara que solo fuéramos dos,
porque no logro descifrarte en tres.
IMAGINACIÓN
Es bueno saber que me esperas
todas las mañanas y que tomaremos un café,
JUNTOS,
y escucharemos The thrill is gone de B.B. King
mientras la niebla engulle nuestros rostros,
mientras esperamos que madure en nuestras manos
el día,
para no perder esta mañana.
Es bueno saber que no eres de nadie
y que el tiempo es cuenta abierta
sobre la mesa de vidrio
que has arreglado para recibirme,
pero todo esto es triste,
porque sucede solo cuando invento
que me perteneces.
INSTINTO
Déjalos que nos interpreten,
sin importar cómo actuemos durante el verano,
ya sea que hayamos adoptado el comportamiento
de las hormigas, de no importar quién nos mire.
De solo ser lo que deseamos ser,
atesorar o derrochar las migajas de las flores
que nos alimentan de paz o nos envenenan.
Déjalos que nos interpreten
por querer vivir cada instante.
Al final, solo nosotros sabemos
acerca de nuestras siegas,
así como las hormigas saben
que el invierno no es eterno.