Una poética de Yannis Livadás

Leemos, en versión de Mario Domínguez Parra, una poética de Yannis Livadás. Este poeta griego ha publicado recientemente en Mantis Editores el libro El sebo de la mosca. Poemas dispersos 1996-2012. Liviadás también es ensayista y traductor.

 

 

 

 

 

Yannis Livadás:​​ A los lectores de habla hispana

(breve nota sobre hechos fundamentales)

 

 

Es terriblemente tarde para​​ estos​​ poemas recién publicados. Sin embargo, de un idioma a otro, el retraso es un hecho, así como la dificultad de su transferencia tangible a través de la traducción.​​ Existe, pues,​​ lo que​​ permanece.

 

En la penumbra global actual, casi todo se promueve como pequeñas o grandes ocasiones de alegría, reivindicación y elevación, sin importar su tipo o contenido. La locura que incita a acercarse apresuradamente a un objeto debido a sus asociaciones indirectas es mayor y más dócil que la locura que incita a una investigación cautelosa del mismo.

 

Como comprenderán, no me refiero a si existen opiniones y opciones opuestas o contradictorias en el campo de la poesía​​ (estas​​ son, por definición, útiles y

​​ esenciales), sino a cómo durante los últimos veinticinco años la no poesía​​ es tratada,​​ cada vez más,​​ como poesía;​​ a cómo​​ el discurso del arte​​ poética​​ fue sustituido por discursos de expresión.

 

Primer​​ ejemplo: una compensación interpretativa basada en algo evidente​​ que se presenta​​ como una afirmación innovadora no es un poema. Si lo evidente causa malestar, no significa que​​ un texto centrado en este malestar sea un poema, ni significa que un texto de interpretación o representación del malestar interprete o​​ transmita​​ lo evidente.

 

Segundo​​ ejemplo: en un porcentaje particularmente​​ elevado​​ de obras de la llamada poesía moderna, el elemento dominante es​​ la distinción​​ de la relevancia de dos o más sujetos, objetos o posiciones;​​ pero,​​ ¿en qué medida se atribuyen afinidades que no​​ se han atribuido​​ anteriormente? ¿Por qué​​ razón​​ un cambio en la envoltura estética de la relevancia se vuelve significativo o digno de comentario?​​ En qué medida,​​ mejor dicho,​​ cuando se le da relevancia a una estética que lo​​ transmite todo excepto el contenido.

Si se presta la atención necesaria, se verá que​​ es extremadamente difícil localizar​​ un​​ texto que no esté escrito según la lógica de la autoproyección en una pantalla. No hay sinceridad de creación, ni siquiera de expresión, sin sinceridad de razonamiento, sinceridad de vida. Una redacción honesta, un verso honesto proveniente de una observación insincera, de una relación insincera con el objeto, es infantil. Una formulación poco sincera, un poema poco sincero,​​ derivado de una observación honesta, de una relación honesta con el objeto, es claramente superior.

 

Todo se acumula en consecuencias selectivas, se omite el principio, la causa fundamental. Pero esto,​​ por el momento,​​ sigue siendo un tanto inaccesible;​​ primero hay que darse cuenta de que otro sufre​​ más y de manera diferente, arriesga​​ más y​​ de manera diferente, trasciende​​ más y​​ de manera diferente, comprende y crea​​ más y​​ de manera diferente. Como escribí en un ensayo hace veinte años, si hay un​​ problema, no depende de una ideología,​​ sino de una idea, depende del desafío y no de la disposición, nadie es ni será igual ni​​ idéntico​​ a​​ otra persona.​​ Todos somos igualmente desiguales y diferentes unos de otros.

 

A nivel de crítica,​​ la situación es trágica, todo se explica y justifica siempre que se acepte o​​ se​​ crea de antemano el contenido de un texto;​​ cuando esto no sucede,​​ nada se puede explicar ni justificar. El diálogo sobre​​ cuestiones​​ de poesía y crítica​​ es cada vez más​​ atípico, ya que es algo​​ atípico​​ encontrar a alguien que conozca más los conceptos básicos que los temas en los que insiste.

 

Este modernismo generalizado de ignorancia y conocimiento a medias se basa en la necesidad de ser el centro de atención, en la necesidad de dejar de razonar, en la necesidad de agudizar la reacción ante la realidad,​​ cuyas condiciones no reconoce, como tampoco reconoce que una de las razones que hacen decadente la vida cotidiana es la ideología con la que se intenta juzgarla sin​​ ni​​ siquiera intentar interpretarla. Esta moda ha conducido no​​ solo​​ a la completa falsificación y distorsión de definiciones y pruebas, sino a algo peor, al acaparamiento de hechos​​ e ideas​​ derivados​​ de ensayos preexistentes​​ que​​ algunos​​ estafadores​​ literarios​​ utilizan como les viene en gana​​ en su intento de dar carácter y significado a sus escritos. Muy a menudo se habla de​​ «lenguaje personal», aunque esto solo documenta otros lenguajes que tampoco son personales y no llevan rastro de idiosincrasia lingüística. Pero los críticos consideran que esto es algo bueno, ya que de esa manera evitan​​ líos​​ más graves.

 

Existe el fuerte deseo de la deposición de un verso​​ en forma de portada, de eslogan verbal;​​ quien se dedica a esto se llama poeta, aunque el poeta hace algo muy diferente: expone creativamente su espíritu o incluso se expone creativamente a sí mismo a través de su espíritu.

 

De modo que la poesía, en cierto sentido, es sinónimo de escasez. La escasez no es​​ una plusvalía, un indicador de elevación que la separa de la sociedad, como piensan quienes la confunden con​​ el​​ elitismo.

 

Ciertamente existen algunas diferencias sutiles entre la poética y la poesía creadas​​ con la lengua griega y la poética y la poesía creadas​​ con la lengua española, pero estas diferencias son profundamente semánticas, etimológicas y no fáciles de​​ identificar y examinar. Entonces, en la medida en que exista algún tipo de relación compartida, tiene que ver con la revelación de que la vida y la muerte ofrecen​​ algo​​ por igual. El resto son expresiones de infantilismo.

 

Este fenómeno parece ser la norma en la llamada poesía del mundo moderno. Es muy común ver a personas llegar a un estado emocional absolutamente extremo al​​ posicionarse respecto a​​ algún tema sobre el que no tienen la más mínima idea y​​ al que​​ no han dedicado ni siquiera unos minutos de su tiempo. Subrayaré que no hay problemas que dejen de ser importantes porque se rechacen sus soluciones.

 

Quienes son indignos de lo insoportable no son por casualidad incompatibles incluso con lo que apoyan. El famoso​​ «coste de la poesía»​​ puede ser juzgado por aquellos que no esperan que quien​​ se hace cargo de ella​​ tenga ideas afines.

 

La ideología​​ (me refiero a política, estética e ideología social por igual)​​ de la comunicación afín que hoy plaga casi todas las manifestaciones y todos los ámbitos de la vida es un modernismo goebbeliano. Cuanto más ideológico se vuelve, más se degenera la vida cotidiana.

 

Estas variaciones, tipos y diferenciaciones, en su totalitarismo, establecen un tipo específico de lenguaje, expresión e información según el cual la compartimentación, expresada como reacción, apunta a una obligación universal de aceptar sus estándares. La poesía no participa de semejante cosa.

 

La poesía no es solo escritura​​ una estructura de palabras–, porque antes se escribía poesía y ahora se escribe poesía de acuerdo con la conciencia de un yo. Por el contrario, la poesía es creación durante la efímera singularidad entre el nacimiento y la muerte.​​ 

 

 

 

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