Poesía mexicana: Irene Ruvalcaba

Leemos poesía mexicana actual. Leemos tres poema inéditos de la autora mexicana Irene Ruvalcaba (Mexticacán, 1991).

 

 

 

 

911

 

Sólo una opción posible: el canto de la sirena nocturna. O el silencio de la línea. Hay caminos que dan risa, caminos que se juntan y dan risa. A paso lento avanza la rapidez del fuego. No estoy seguro si las palabras nombran las cosas que me suceden ahora aquí. Todo lo rojo en lo negro azul de la metralla. Me duelen los oídos de tanto silencio. Antes de que cante el gallo ya estará muy lejos la salida. Se puede decir que paseo. Se puede decir que no tengo camino.​​ Hacer una llamada falsa al 911 no es una broma, es un delito.​​ Y resulta que el halcón me pidió mi nombre y yo no supe cómo me llamo. Esta emergencia ya tiene 20 años. Y yo no supe dónde, cómo, cuándo pasó. Sería en mi sueño o en el tiempo infinito de las dudas y los remedios. Y ¿qué me pasa? Estoy-muerto-dije-estás-muerto-dijo-estás-muerto. Primero auxilio y San Juditas. Vendrán tus ojos y tendrán la muerte. La santa blanca de los cabellos oscuros. La roedora de los besos.​​ ¿Cuál es su emergencia?​​ 

Me sumerjo en las olas del agua mineral. Parece un recuerdo como nido. Soy un delito digo y me contento con mirar tus botas. Al menos el pensamiento no está invadido por las armas. Al menos el pensamiento se borra con canciones y dinero. Nadie te compra por tan pocos pesos. Nadie busca hacer algo con la voz. En preparación viene la magia, el consuelo de los que vienen con velocidad. En mi mente está mi pajarita que vuela a cubrirme los ojos para que abra mi trayecto al porvenir.​​ ¿Sabes que les pasa a los soplones?​​ 

No, no sé qué me pasa y yo no soy yo. Fue mi madre la que descubrió a su hijo que ya no era su hijo entonces. Un cuerpo martajado y caliente. Sangre​​ genealógica en barricada. Tendencia suicida, no. Carencia general de las frases. Mi maestra decía, saber leer es saber vivir. Que ya te dije que no sé nada y que yo no soy yo.​​ El boss​​ que me dijo te quiero, es​​ El boss​​ que deja mi alma al 911.​​ 

 

Para que esta muerte tenga un signo.

 

 

 

 

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Destello. Es pacto de caballeros el lujo.​​ Clave de metal nuevo y torrente. Destello. El reflejo en ojos todavía niños. Destello. Marca reconocida en el corrido. Destello. El costo de un año y sangre. Destello. Un año el costo, sangre y pesadilla. Destello. Exceso en el sueño de un querubín. Destello. Mira sus manos polvo en desvelo. Destello. Ferrari 335 Sport Scaglietti. Destello. Yo soy el jefe de todos los jefes. Destello. La adrenalina subiendo como un puente. Destello. La maleta cobija billetes violetas. Destello. Piensa en mujeres y en amuletos. Destello.​​ Volver a los 17. Destello. El​​ boss​​ le dijo que era bueno. Destello. El​​ boss​​ le dio su premio. Destello. Es pacto de amor el lujo. Destello. Poco a poco reaparece el olvido. Destello. Mató a la ruca de su carnal. Destello. Mató a su hermano y a su sobrino. Destello. Su primer auto es un borrado de cerebro. Destello.

 

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La​​ Limpia

A Fidelito, mi sangre

 

Fidel nace prematuro. Fidel es un filo que zurce nubes. Fidel me obliga a guardar silencio. Fidel canta en mis manos. Fidel viaja y viaja en mi memoria. Fidel no es víctima de nadie. Fidel es de mi familia. Fidel destruye mis muñecas porque son del diablo. A Fidel le gusta el rancho nocturno y el secreto del coyote. Fidel ama las papas fritas adobadas (a que no puedes comer solo una). Fidel vive en mi nombre como un pájaro y no es un lugar común para vivir. Fidel tiene la mirada de un santo. Fidel se despierta temprano para escuchar cantar a los gallos. Fidel me niega tres veces. Fidel tiene la edad del mundo y además es joven. Fidel sabe que la vida es un relámpago ennegrecido. Fidel se calla en esta prosa. Fidel se calla cuando la pistola le habla. Fidel es fiel a sí mismo.​​ 

Fidel descubre que los amigos solo existen en el sueño o en el éxtasis. Fidel mantiene mi corazón ardiendo, mi sangre ardiendo. Fidel es una cruz de madera ardiendo. Fidel escribe su nombre con letras negras sobre un pedazo de cartón. Fidel asalta mi sueño para mejor vivir. Fidel es el nieto predilecto de mi padre. Fidel juega videojuegos en mis recuerdos infantiles. Fidel tiene un lunar grande en la cara. Fidel es violento a veces. Fidel se come la sopa con grandes sorbos. Fidel es blanco como el miedo. Fidel está encerrado. Fidel escucha las voces.​​ Fidel piensa por primera vez en su familia. Fidel tiene la vida en la arena del reloj. Fidel se resbala entre cristales. Fidel resiste la tortura. Fidel no está solo. Fidel es mi compañero de cruci-fixión. Fidel vuelve a ser Fidel​​ ahora. Fidel es un mantra.

Fidel me duele. Quiero decir que Fidel es una herida. Fidel tiene la sonrisa más hermosa en el descalabro de mi memoria. Fidel es un señuelo de la​​ Limpia​​ en Sinaloa. Fidel es tomado como un objeto que habla o no habla. Fidel es un golpe y un cuerpo con dolores. Fidel es una estadística. Fidel es una estrella. Fidel tiene un hueco en el tercer ojo. Fidel alimenta el llanto de mi hermana. Fidel es todo agosto. Fidel también es una nota roja.​​ 

 

 

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Irene Ruvalcaba​​ (Mexticacán, 1991) es Poeta y maestra en Literatura Hispanoamericana. Ganó el primer lugar del certamen de Escritura Femenina Fantástica Felicia Fuster de España en 2016. Becaria de Interfaz Literatura, ha publicado en revistas nacionales e internacionales. En 2019 participó en la Performance poética Paroles prurielles junto a dos poetas canadienses. En 2020 en el programa Poetas en vela de Colombia y en 2021 fue ganadora del PECDA en el género de poesía. Fue fundadora del colectivo Líneas Negras (2018-2021). Actualmente tiene la sección de radio Lo que cantan las sirenas y el proyecto Writers Women World (warning: women writing) en pro de la literatura escrita por mujeres.

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