Imágenes del mundo flotante, nuevo libro de Jeremy Paden

El poeta y traductor norteamericano Jeremy Paden (Milan, 1974) publica una nueva colección de poemas Imágenes del mundo flotante (Alcorce, 2024). Leemos algunos textos del libro. Paden ha merecido el Premio de Poesía Poeta en Nueva York. Actualmente es profesor en Transylvania University.

 

 

 

 

La ofrenda

(Saturnino Herrán, 1913)

 

En plena guerra, plena crisis constitucional,​​ 

en el año de la toma de poder de Victoriano​​ 

Huerta y del Plan de Guadalupe, Saturnino,​​ 

pintor de colores sombríos, un hijo de México,

precisamente un hidrocálido cósmico, padre​​ 

del muralismo, modernista nostálgico, retrató,

mientras Rivera galanteaba por Europa,

al México laboral, al México espiritual,​​ 

profundo, y a una sagrada familia en las aguas​​ 

de Xochimilco con un Caronte barbudo

en una trajinera llena de las anaranjadas flores​​ 

de los muertos—madre que carga a la espalda

a un infante rebozado, con ella una trinidad​​ 

de hombres, un padre que duerme, un indio​​ 

joven con ofrenda de cempasúchil al hombro

y ese Caronte, un viejo que carga una pértiga

con ojos que miran al horizonte, y a la sombra

de él, en la esquina derecha inferior, una niña​​ 

de mirada franca, cuyos ojos se dirigen​​ 

al público—nos mira como para decirnos:

todos, ustedes allá afuera del cuadro,

nosotros, los tripulantes, y toda esta larga

procesión de trajineras llenas de flores​​ 

que serpentea por el trasfondo, todos somos

esta familia, este río de cempasúchil.

 

 

 

 

 

 

 

 

La torre

 

Quisimos construir una torre de sentido.
Los arquitectos y los sacerdotes esbozaron​​ 

el plan. Juntos laboramos. ¿El terreno?​​ 

Terreno había y simplemente lo reclamamos.
El barro se mezcló a pisada lenta,

formados los bloques, se secaron al sol.
El espiral de nuestra torre se enroscaba

hacia arriba, una tuerca que penetraba

el cielo. Aún nosotros cantábamos

al poner los adobes, unidos en propósito​​ 

y alegría, hasta que vino ese viento ​​ 

con ruido de batalla a mezclar nuestra lengua. ​​ 
No nos quedó otra. Sin nuestra argamasa,
reducimos el templo hasta cenizas.​​ 

Quedó hecho polvo, sombra, humo.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Yo era piedra; tú eras agua

 

Los incas tallaron

las piedras de Sacsayhuamán​​ 

y Machu Picchu con agua

 

La echaban en las grietas

para que el frío de la noche​​ 

la congelara y partiera la piedra

 

Hubo días cuando no pudiste aguantar

mi peso y días cuando yo rebotaba ​​ 

por la superficie tuya como la misma luz

​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Salmo 137

 

Para Ernesto Cardenal y todo migrante

 

Junto al ​río que llamamos ​​Bravo y ellos Grande
nos sentamos a llorar ​​y no hubo quién nos consolara​.​

 

Colgamos sobre los ​​mezquite​s nuestras ​​guitarras​, ​

rompimos nuestras vihuelas y trompetas​​ 

contra las piedras del río.

​​Los políticos y periodistas pedían ​​canciones,
la migra y los justicieros demandaban canciones de alegría​:
“Entonen una ​​ranchera, un narco-corrido!”

 

¿Cómo cantaremos esas canciones? 

Han arrebatado de nosotros nuestra alegría.​​ 

​​Y en esta soledad, ¿la podré encontrar de nuevo?

 

​​Querida, lloramos, ​​ven a mí que estoy sufriendo​.​
​V​en a mí que estoy muriendo​,​
en esta soledad, en esta soledad​.​

 

Se nos pegan las lenguas al paladar​,​
se amarga la leche en nuestros senos y se seca​.​

 

¡Oh hija de Babilonia, gran devoradora,
bienaventurado el que te devuelva​​ 

el pago con que nos pagaste​! ​

 

Raquel busca a sus hijos por el yermo,​​ 

ha llegado hasta a las puertas de la ciudad de refugio

llora por sus hijas y se niega a ser consolada.

​¡Oh hija de Babilonia, dichoso el que tomare 
y enjaulare a tus niños,​​ 

dichoso el que los perdiere en papeleo burocrático​! ​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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