Presentamos algunos poemas de María Fernanda Ceballos Calvache (1978. Cali, Colombia) En 2013 fue merecedora del concurso Rápido, Rápido de Poesía con la Editorial Argenta Sarlep con su poema “Siete perpetuidades”. Su poesía ha sido incluida en Antologías como “Amores Urbanos” con Mango Biche Ediciones, “El rayo que no cesa”, Cuervo Ediciones, “Centinelas de la Palabra”, en el marco del Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, Conaculta, Oaxaca, México y “La Luna en verso”, del Certamen La Noche en Blanco de Granada, España.
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Siete perpetuidades
Hay siete perpetuidades en mi esencia.
En el rincón de mi oreja
se esconde la primera.
Dulce olor marchito en el lóbulo que cuelga
el silencio y el sonido,
como péndola de lo que se recuerda.
La segunda como estampilla
es un grabado en la azotea;
mis ojos dos estanques
con gotas siempre en sus vidrieras.
La palma de mi mano
es la tercera.
Manchada con tinta
y en el centro de su muñeca
un estambre de hilos
que urden con sangre las letras.
Hay siete perpetuidades en mi esencia.
La cuarta de ellas
se encuentra en la cabeza.
Es cruel cuando emite ideas,
cuando alucina o cuando piensa.
Le gusta sentirse libre
a pesar de que en mí es presa.
La derecha de mi pecho
envuelve la quinta perpetua.
Una especie de baúl
carcomido por la existencia,
anida en un hondo resquicio
plagado de ramas, redes y puertas;
una caracola parece su vestíbulo,
anticuario con viejas perlas.
Hay siete perpetuidades en mi esencia.
La sexta.
¡Ay, la sexta!
¡La perforación en mi costado,
la válvula que me alimenta!
El aire que respiro,
fogonazo para no perder la pelea.
El limbo de mi caída
es la séptima esencia.
La boca por la que supura
la herida que no cierra,
la vertiente por la que desciende
el calvario de mi pena,
la ponzoña que adormece,
el bálsamo de mi anestesia.
Hay siete perpetuidades.
La octava es tu ausencia.
En este sur
En este Sur
Tan demolidos y caídos
Tan llenos de nuestro propio peso
y del peso de los otros,
de las culpas que nos cuelgan en las ojeras.
Vaya a saberse
en qué esquina la muerte nos espera.
En esta distancia tan vacía
Este tráfico de recuerdos y de ausencias.
El tiempo late como una predestinación,
como un aviso dicho y del que nadie se dio cuenta.
Vi tus manos hundirse en este naufrago,
en este barco anclado al abismo de tu sentido
Las huellas de mis manos quedaron fijas en tu cuello.
No me esperes porque seguramente el regreso se ha venido de vuelta.
En este Sur
las embarcaciones han cedido a nuestra quiebra
y han quedado sumergidos nuestros cuerpos
en el fuego de la lluvia.
La noche nos hizo noche
La noche nos hizo noche,
sangre vacía en la médula de la Luna.
El vuelo de un pájaro se ha transformado en lágrima,
y la distancia es un silencio que se impetra a fuerza.
Dígame ¿cómo es que nos cocimos las nervaduras?
¿Cómo es que nos ceñimos al tiempo
y en el tiempo decidimos ceder nuestra ventura?
¿Cómo nos endurecimos como las cicatrices cuando no curan?
¿Cómo es que usted y yo nos encontramos en un abismo en la caída?
La noche nos hizo noche,
y en el cielo colgaron nuestras dudas.
Una sombra nos ciñó de la cintura
y decidimos huir sin cabalgadura.
En ángel del sueño
Mírame.
Vos y los ojos del mundo
el fuego que devora a los árboles,
las alas del pájaro y su cielo;
el color que tiñe y nombra.
Una larga hora encendida,
luz y sombra.
Vos y la voz de todas las cosas,
el silencio;
las palabras devorándose unas a otras,
las notas en el péndulo,
las canciones en el viento y la córnea.
Vos.
Zig zag matutino que es pálpito y es nota,
vos, el sentido profundo de las horas.
La miel de la colmena,
la paz y pestañeo que titila,
la luz que se abre paso en las alcoba.
Mírame.
No hay otra manera más lúcida de saber que sos vos,
el ángel del sueño.
El pájaro ha huido de su jaula
El pájaro ha huido de su jaula.
Atendiendo al ruego,
que le hicieran sus alas;
el pájaro ha huido de su jaula.
El pico muy convexo,
las alas muy largas;
la polifonía del canto,
el zumbo en las entrañas.
El pájaro ha huido
se ha escapado de su jaula,
ha evadido los barrotes,
se ha salido por una zanja.
Nadie supo cómo
logró escapar sin dejar signo de nada,
como si se hubiera desvanecido
en el agua, en los granos o en la jornada;
entre los pedazos de la mazorca,
entre las ramas del alpiste ya agotadas.
El pájaro ha huido de su jaula.
No pregunten cómo,
la libertad no tiene forma
ni se explica con una palabra.
Miren bien la soga.
El alma se ha ido en la mañana.
365 Olvidos
Sientes que me he ido de estas veinticuatro paredes.
De estas doce ruinas que se desgastan y se ajustan.
De estas catedrales resignadas.
De estas, crueles y olvidadas esferas lánguidas.
Sientes que me he ido y estoy más cerca.
Más cerca de la mano que no es mía.
Más cerca del sol que te ilumina y no me brilla.
Más cerca de tu mirada que no me mira.
Más cerca de hoy y de mañana. De ti y de tu prisa.
Sientes que me he ido y estoy abandonada en este piso.
En esta calle cubierta de polvo,
de transeúntes que nada les importa,
que nada se les hace nido.
Estoy aquí y no me has visto.
Estoy aquí y me das una moneda.
Me confundes con el mendigo, con el ladrón y la ramera.
Estoy aquí y no me miras.
Estoy aquí y no me tocas.
Sientes que me he ido de tus 365 noches
y tan sólo estoy en una noche,
con 365 olvidos.
Insurrecciones
Me he dorado en el color de la sangre.
En este absurdo dolor que trae la tarde.
Llega sobre mí la hora extendida,
la que se pliega sobre mis ojos y no quiere dejarme.
Se desprende un hálito sublime en esta vanidad
de mi propia muerte y de mi gloria.
No hay otra felicidad más recurrente
que esta alegría de saber que estoy hecha de tarde
y al vaivén
de una sangre que desciende hasta mis pies y que hace que no pare.
Esta insurrección que habita en mí.
Esta militancia agónica de fastidios insumisos.
Todos están volcados a mi existir,
en una profunda angustia por sentirme jamás vencida,
jamás olvido.
Primera muerte
Yo soy siempre esa primera muerte
La que se confina al grito,
al suicidio de las manos cruzadas,
al silencio de las vertebras entre sí;
la que con los ojos cerrados espera
y no tiene una visión diferente
a esa oscuridad de caleidoscopio
y de imágenes que titilan luminosas
en el fondo tan vacío de las cosas.
Yo soy siempre esa primera muerte.
Angustia merodeando como esclava.
A mí ha venido esta sombra a decirme
que jamás podrá abandonarme así lo quiera,
que tras persignarme de mí misma
hay una puerta siempre abierta,
esa misma puerta que me espera todos los días
cuando abro los ojos y digo
¡Vaya! no estoy muerta.
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.Los poetas son como los niños
Los poetas son como los niños
¡Míralos amor! reclinarse en las tardes,
cerrar los ojos en su periplo,
verter sus voces en los cauces.
Escúchales amor como pájaros son sus silbidos,
cómo anidan sus promesas en los valles,
cómo corren entre la hierba como niños,
cómo andan descalzos del amor y del hambre.
¡Míralos amor! cómo gritan sus sonidos.
cómo se esfuerzan en decir lo que les arde,
cómo se entregan al clamor de lo extinto,
cómo caminan ¡Amor! con tanto alarde.
Los encuentro como niños,
a los poetas como flores expiándose.
Como el polen y la abeja así son sus trinos,
como el esperma y la luz, deshojándose.
¡Óyelos amor! ¡Los he visto!
en la cuna del dolor están sus frases.
Los poetas, amor, son como niños,
arrúllalos con la canción de tu paisaje.
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Allí
Allí
donde tu silencio es esa prensa.
Donde es cáliz, ceniza y ausencia.
Allí
donde la vida ha debido hacerse
y en donde sólo habita el olvido
y un recuerdo de vez en cuando llega.
Rompe mi voz
la estridencia de la sílaba.
Allí
donde lo único que gobierna
es nuestro abandono.
Allí
han de crecer juntas
nuestras manos.
Datos vitales
María Fernanda Ceballos Calvache (1978. Cali, Colombia) Socióloga y escritora de oficio. Ha publicado en revistas y en espacios virtuales de poesía y literatura. En 2013 ganó el concurso Rápido, Rápido de Poesía con la Editorial Argenta Sarlep con su poema “Siete perpetuidades”. Su poesía ha sido incluida en Antologías como “Amores Urbanos” con Mango Biche Ediciones, “El rayo que no cesa”, Cuervo Ediciones, “Centinelas de la Palabra”, en el marco del Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes, Conaculta, Oaxaca, México y “La Luna en verso”, del Certamen La Noche en Blanco de Granada, España. Líder en la Comunidad del Megáfono de Cali y de lecturas de poesía en voz alta en espacios públicos. Fue Coordinadora en el Grupo Poesía Grainart con talleres y lecturas de poesía en 2013. Integrante del Colectivo Trébol de Cuatro Hojas con el que publicará en marzo del 2014. Ha participado de recitales en ciudades como Bogotá, Manizales, Caldas, Cali y Popayán así como en Oaxaca y México, D.F. Organizadora y gestora de proyectos para la consecución de espacios de lectura de poesía con poetas y escritores de la región y el país.