Presentamos dos textos inéditos de la poeta granadina Paula Bozalongo (1991) Obtuvo el Premio Hiperión de Poesía con un libro tituladoDiciembre, y nos besamos. Entre los ganadores anteriores se encuentran poetas como Benjamín Prado, Luis Muñoz o Luisa Castro. Paula Bozalongo es estudiante de arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid.
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Una mirada inmóvil
no es siempre la pasión
que descubre a los pájaros.
Puede ser la inquietud
de unos ojos miopes que te buscan
entre los edificios, los maldice
como a cualquier barrera
que me aleja de ti.
Como el mundo en los pájaros
es un inconveniente
que pueden esquivar,
a veces los admira.
Evitan sin saberlo las alturas.
Pero otras veces piensa
que inventamos el vértigo
en las torres suicidas
y que cuando una estela
escribe libertad
para el que viaje,
un rastro de petróleo
firma necesidad
para el que solo llega
más rápido a otro sitio.
Los pájaros sortean las señales
como quien baila en lluvia de confeti
de papel de periódico,
con la sangre de otros en sus manos.
Evitan las espinas
que hay en las ventanas
sin saber que algún rostro
las puso ahí para ellos.
Los semáforos son esculturas alternas,
locura temporal de los pasos perdidos
en un salón urbano.
Vigilan desde el aire
la realidad ajena.
Ellos ven que me miras,
pides la luz en rojo si me acerco,
eres tú quien ha puesto
el miedo congelado en la ventana,
quien al cerrar la puerta
vuelve a sentirse libre.
Cuando soy casi pájaro,
cuando solo te observo:
el semáforo verde
y la calle vacía,
el ascensor espera en el portal,
las ventanas abiertas,
y en el tendido eléctrico
flotan cables de seda.
Apoyada en los hombros
de los espantapájaros,
rechazo a las bandadas,
asociación que cruza
en línea recta el cielo.
Tú tejes con alambre
las posibilidades,
visibles pero quietas,
como quietos mis labios
disimulan la urgencia.
Y miras cómo escribo
en la jaula indecisa de tus días
las historias que podría vivir
en trozos papel que tú me ofreces.
Escribo que detesto a los reptiles
por el término medio del cobarde,
quiero ser surrealista
como cada suspiro
que arrebata el viento
cuando piensas en mí,
como los pájaros
lanzándome mensajes de advertencia,
anuncian que una noche
la templanza acabará con todo.
Que si la realidad no le devuelve pronto
el tacto de tus manos,
el silencio será la próxima certeza
que nos regale el aire.
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Dos orillas
La piel humana separa el mundo en dos espacios.
El lado del color y el lado del dolor.
Paul Valery
Un puente, dos orillas.
Aquí, un precipicio.
Baluarte natural,
collage de espinas.
Aún no ha pasado el tiempo que pula sus recuerdos,
que suavice la incógnita de todas las tormentas
que no pudo vencer,
que todavía anticipa.
Al otro hay una playa.
Mosaico diminuto de un náufrago empeñado en contar historias como granos de arena.
Ha pasado por ella
inadvertido el tiempo
que dejó entre sus manos
la ansiedad del vacío.
Historias parecidas que trazaron diferentes paisajes,
La posibilidad de los océanos
o que la sed entierre
la memoria del agua:
coser en nuestra piel
sus dos orillas.