American Poetry: Judith Baumel

All Whitman Laureates at Círculo de Poesía

The Walt Whitman Award 1987

Today at Círculo de Poesía: Judith Baumel (1956, Bronx, New York) is an American poet, author of two books of poetry: Now (1996) and The Weight of Numbers (1988), for which she won the Walt Whitman Award (1987), judged by Mona Van Duyn. She has received fellowships from the New York Foundation for the Arts and the Virginia Center for the Creative Arts.

The Spanish translation presented is by Tania Márquez Aragón.

Judith Baumel (1956, Bronx, Nueva York) es una poeta estadounidense,  autora de dos libros de poesía Now (1996) and The Weight of Numbers (1988), siendo este ganador del premio Walt Whitman (1987), juzgado por Mona Van Duyn. Baumel es becaria de New York Foundation for the Arts y de Virginia Center for the Creative Arts. La traducción al español es de Tania Márquez Aragón.

 

 

 

 

 

Snow day

 

 

What was it drove me to insist on sleds,

to pull the children out of the playground

and toward the park’s much steeper hills, instead

of making angels? I was waist deep and bound

by ice, and they were too. In their eyelashes

was unremovable ice. They crawled and flailed

on snow. The progress of their grudging limbs

slow. Surely memory of snow-fort caches,

the childish city happily derailed,

its hopes of milk and bread and papers dim.

 

When I was young I came to Boston late

late late one winter night from Baltimore.

The pre-dawn, post-blizzard of seventy-eight

glowed in the silent town where dump trucks bore

their loads of snow as through a secret city—

filling and then dumping in the harbor,

filling yet again. I’d just removed

a child from my womb. Well someone else did it

and it was not a child but some small scar

inside. It meant nothing to me, that newt,

 

that early fetus, and the procedure meant

nothing except perhaps the end of fear

and queasiness. Today how I resent

the way sadness and loss are souvenirs

we’re forced to carry with us. Listen—Happy

is the way I felt, and still I feel,

when I can shovel through the euphemisms

of those who speak for me. More happy. Happy

that forever will that speck, that organism

remain forever small and unfulfilled

 

in contrast to my son who came exactly

ten years after to the day, and to

a woman ready for him. I had wept

returning to my now-lost lover anew,

seeing the streets of Boston being cleaned,

scraped clear of the invading snow

that clung  to arteries, that fairly  smothered

our chance to try to make a normal flow

of life. That struggle with the midnight gleam:

the wiping tidying gesture of a mother.

 

Día nevado

 

¿Qué fue eso que me llevo a insistir en los trineos?

¿A sacar a los niños al parque de juegos a través de colinas empapadas

en lugar de hacer ángeles? Estaba hundida en el hielo y ellos también.

En sus pestañas había hielo inamovible,

se arrastraron y revolcaron en la nieve. El progreso de sus rendidas

extremidades se hizo lento. Seguramente

la memoria del fuerte de nieve atrapa,

la infantil ciudad que descarrila felizmente

sus esperanzas de leche y pan y papel oscuro.

 

Cuando era joven vine a Boston tarde

tarde tarde una noche de invierno desde Baltimore.

El alba, después de la ventisca del setenta y ocho

resplandecía en la callada ciudad donde

los camiones de basura barrenaban sus cargas de nieve

como a través de una ciudad secreta-

llenando y  botando  en el puerto

y llenando de nuevo. Acababa de remover

un niño de mi vientre, bueno alguien más lo hizo

y no era un niño sino una pequeña herida

por dentro. No significó nada para mí, ese tritón

 

ese feto prematuro y nada significó el procedimiento

excepto, quizás, el fin del miedo

y las náuseas. Hoy, cómo resiento

la forma en que la tristeza y pérdida son recuerdos

que estamos forzados a cargar. Escuchen-Feliz

es como me sentí y todavía me siento así,

cuando puedo excavar a través de los eufemismos

de aquellos que hablan por mí. Feliz, más feliz

que por siempre ese grano, ese organismo que

permanece por siempre pequeño e inacabado

 

en contraste con mi hijo que llegó exactamente

diez años después de ese día,

a una mujer lista para él. He llorado al volver a

mi perdido amor de nuevo,

viendo las calles de Boston siendo limpiadas

clareadas de la nieve invasora

que se adhiere a las arterias y que justamente

sofocó nuestra oportunidad de hacer una vida corriente.

Esa lucha con el destello de la media noche:

el limpio y arreglado gesto de una madre.

 

I Too Was Loved By Daphne

 

Daphne was known within these doors

And to these streets. Lovely her humor and lovely her smile

We tear our garments and sit on low boxes

Let’s see who can sing the best story.

 

Amaryllis

I will praise as best I can

Taking my turn to raise our Daphne up

Among the stars, Daphne shall be high

Among the stars; I too was loved by Daphne.

 

Lycoris

Morning coffee bitter and milky with gossip.

Our mothers still offering worried apposite

Instructions. We’d gather the awful scraps

At the kitchen table and smooth them flat.

 

Cytheris

Why do I care that she was still beautiful

Yesterday in this last photo—Daphne’s pearly skin

And delicate frozen face tilting up between

Her boy and girl, between her next-to-last and last breath.

 

Delia

One autumn hayride into the apple picking orchard

We locked shoulders, bowed our heads in talk, then heard

Calling, weeping in the dappling light. Left behind,

Our little boys were searching for us hand in hand.

 

Nysa

Who was there when Daphne’s hands stopped

Closing? Where was fate when Daphne’s tongue

Thickened and set in her mouth. Or the breezes

When Daphne’s  muscles no longer moved her lungs?

 

Phyllis

Mornings on the Palisade greenway, the path

A jumble of undergrowth and branches and glass,

We walked and talked and thought, but it wasn’t true,

That my life was closing down and hers was blazing anew.

 

Daphne era bien conocida en estas puertas

y en estas calles. De afable humor y afable sonrisa.

Nos rasgamos las vestiduras y tomamos asiento en la tarima.

Veamos quién puede contar mejor la historia.

 

 

Amaryllis

Te adoraré lo mejor que pueda.

Tomando mi turno para alzar a nuestra Daphne

Hacia las estrellas. Daphne debe elevarse entre ellas,

también fui a amada por Daphne.

 

Lycoris

Amargo café por la mañana cremoso y acompañado de chisme.

Nuestras madres preocupadas aún ofrecen consejos pertinentes.

Debiéramos juntar los trapos viejos

y en la mesa de la cocina tenderlos bien planchados.

 

Cytheris

Por qué me importa si todavía se veía hermosa

ayer en la última foto. La piel nacarada y el rostro

sutil y frío de Daphne se recuestan entre su hijo e hija.

Entre su casi último y último suspiro.

 

Delia

Un paseo de otoño en carroza hacia la cosecha del manzanal.

Entrelazamos hombros, bajamos la cabeza al hablar.

Y oímos el llamado, sollozando en la luz que mancha.

Nuestros niños nos estaban buscando tomados de la mano.

 

Nysa

¿Quién estaba allí cuando las manos de Daphne dejaron de cerrarse?

¿Dónde estaba el destino cuando la lengua de Daphne engruesó

y se asentó en su boca O la brisa dónde estaba cuando los músculos

no movían más los pulmones de Daphne?

 

Phyllis

Mañanas por el camino verde de paliséid,

el camino un desconcierto de matorral, ramas y vidrio.

Caminamos y hablamos y pensamos, pero falso era,

que mi vida se cerraba y la de ella volvía a destellar.

 

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