El libro Las yeguas y las rosas (El ángel editor, 2016), del poeta argentino Hugo Francisco Rivella, resultó ganador del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2016. Presentamos la reseña de Sharvelt Kattan (Ambato, 1991), seguida por tres poemas del libro.
Galopar a lomos de la poesía
Las yeguas y las rosas
Hugo Franciso Rivella
El ángel editor
Quito, 2016
50 p.p.
El Premio Internacional Poesía en paralelo Cero 2016, en su tercera edición, cayó en manos del poeta argentino Hugo Francisco Rivella, por su poemario Las yeguas y las rosas. Una obra que es, a la vez, canto y testimonio de vida.
Se trata de un libro que logra reavivar el interés en cada vuelta de página, pues su lenguaje, su ritmo e incluso su espacio son cambiantes: lo mismo asoma el horizonte andino que las llanuras de Asia Central. Ya desde el comienzo, y con mucha sutileza, el poeta propone el movimiento como la única posibilidad para el lector: «La lluvia, / el mar que desboca, / y las amazonas desterrando el paisaje hacia otros cielos.». A partir de ahí, la lectura es galopante y va uniéndose por elementos recurrentes que ciñen en la totalidad al poemario.
El primer guiño de este hecho se verifica en los diferentes manejos del lenguaje que Rivella trabaja. A ratos es sencillo y prefiere la escritura sobria, aunque riquísima en imágenes, que prioriza el verbo sobre cualquier otro elemento. Otras veces, el adjetivo asoma como recurso repetido e irrenunciable para dar vida al verso.
La voz poética también atraviesa por momentos volubles. Cuando aparece íntima, nos deja una puerta entreabierta por donde podemos vislumbrar al poeta, que surge como embriagado de deseos. En otras ocasiones el tono es reflexivo, incluso sentencioso, y nos empuja hacia lo que el poeta está vislumbrando para encaminarnos a tomar una postura.
Pero donde la riqueza de Las Yeguas y las Rosas adquiere una fuerza inestimable es en su intertextualidad. La posibilidad de transitar por otros espacios literarios, en donde se puede reconocer huellas o se puede deambular extraviado, hace inagotables las lecturas y significaciones que el lector pueda esbozar. Al fin y al cabo de eso se trata el arte.
Durante ese trayecto intertextual, el poeta recorre momentos espaciales y temporales diversos para mostrarnos su versión —y visión— de la cultura, a través de la literatura y la historia:
Galoparon al sur,
conocieron la nieve,
las batallas de Atila y Alejandro,
de Pancho Villa y Güemes,
atravesaron la muerte tantas veces,
que los guerreros de la noche tatuaron precipicios en
sus cascos.
Y si la muerte a ratos parece una figura constante en los poemas de Rivella, él mismo marca el límite: su presencia es circunstancial, es parte de la vida a la que aluden los textos. Porque en realidad «la muerte no cabe en el poema», ya sea por absoluta y terrible, ya sea por inaprensible.
La riqueza de tonalidades e intertextualidades se entrelaza, además de en su estructura rítmica, a través de la figura de la yegua. Esta aparece en distintos niveles, ya sea como como testigo —y autora— de la historia, como símbolo o como presencia mítica: «No nació de sangre de Medusa. / Pegaso vuela porque es hijo de yegua.». Esto hace que la lectura del libro no decaiga en ningún momento pues, a través de un mismo elemento, el autor ha creado una compleja red de significaciones atadas a una misma palabra.
De cualquier forma, la figura de la yegua alcanza ecos mucho más fuertes a medida que el desencanto que embarga a la voz poética desmantela los lugares conocidos. No en vano, entre el polvo y las nubes, la figura del animal surge como imagen de la libertad.
Las Yeguas y las Rosas se trata pues, de un texto que propone una lectura reflexiva no a partir de frases aleccionadoras sino de versos cargados de una realidad que destroza. Poemas como Yeguas de desaparecidos o Madrid con treces rosas… dan cuenta de una mirada dolorida de la historia por la que el ser humano ha transitado. Pero también es una muestra de que, en medio del desencanto, el poeta ha sabido reconocer los momentos y lugares por los que aún vale la pena peregrinar.
Sharvelt Kattan
Las Yeguas y las Rosas
Hugo Francisco Rivella
LA ROSA BLINDADA
a Raúl González Tuñón
y a José Luis Mangeri, el sueño posible
¿Quién la amenaza con sus orificios?
¿La bala?
¿El cuarzo?
¿La estrella que se extingue?
Salió a las calles con González Tuñón, Juan Gelman sin cabeza
y Oliverio Girondo salpicando la lengua de los muertos.
La Poesía produce escozor y rajaduras.
Un tembleque ademán que en el poeta anuncia la carcajada del payaso,
el llanto de la viuda que arroja sobre el cadáver una rosa,
y acaso anuncie también,
un vagón con camellos a la luna,
el ciempiés esquivando las espinas,
los ojos de la amada en la ventana mirando los fantasmas de la noche..
Está blindado mi corazón cuando sueño.
Una rosa sin edad golpea su puerta.
LAS YEGUAS DE GIOVANNI
por Giovanni Quiroga
Lo raro fue saber que Giovanni había dejado de lado las gallinas,
los gallos con su cantar oscuro y el cocorocó grave en las mañanas.
Había sembrado en su jardín fresas y nomeolvides,
y había llenado el patio de zapallos y yeguas.
Las yeguas se creyeron pollos,
sintieron que el jardín quedaba chico,
y en vez de piar,
relinchaban absurdas.
Giovanni
-dijeron las vecinas-
cuide sus gallinas pues no dejan de galopar en toda la noche.
No tuvo más remedio que desterrarlas del patio y de la casa.
Las llevó al río donde la lluvia giraba como un trompo.
Las yeguas cuidan la soledad de Giovanni,
se cuelgan de la luna y atruenan el paisaje
mientras sus ojos torpes deshojan margaritas.
Nadie las ve,
sólo Giovanni las monta,
y el galope,
retumba en la galaxia.
YEGUAS EN LA CIUDAD QUEBRADA
Es cruel de noche la ciudad.
Murciélagos, abismos, prostitutas obligadas,
jugadores de muerte y drogadictos,
la casa de pensión de los oblicuos y el burdel con la foto del tratante.
La ciudad tiene garras,
prestamistas que asolan cicatrices,
piel de burro,
estampitas de sal donde la virgen enamora fantasmas y lesbianas,
el trago que despide al transeúnte y niega la rutina con su llanto.
Las yeguas tienen miedo a la espesura del muerto
pisoteado,
arrojado al confín de su destierro.
Saben de los caballos trajinados por la sed de venganza con el muerto,
que patrullan jardines,
que vigilan con saña los resquicios en donde el hombre tiene el cielo tatuado por el hambre.
Una yegua inmortal besa la frente del hombre asesinado por la turba,
por la bala cuajada de miseria,
por la injusticia que cae de lo que mira.
Pone una rosa en el pecho del muerto que la besa.
Datos vitales
Hugo Francisco Rivella (Rosario de la Frontera, Salta, Argentina, 1948). Poeta merecedor del Premio Internacional de Poesía Rubén Darío 2016. Ha publicado libros como: Algo de mi Muerte (1981), Yo, el Toro (Alción, 2008), De Fuego y Sombras (2010), Piedra del Ángel (UAEMex Toluca-México, 2011), Espinas en los ojos y siete poemas de barro (El Ángel editor, Ecuador, 2014) Ha recibido premios de poesía como: los Juegos Florales Centroamericanos 1985, el Internacional Jaime Gil de Biedma, el Premio de Poesía Mística Fernando Rielo 2013 y el Internacional de Poesía en Paralelo Cero del 2016, entre otros.
Sharvelt Kattán Hervas (Ambato, 1991) Poeta, narrador y periodista. Ha publicado el libro de poesía Delusiones (2012). Algunos cuentos suyos aparecen en las antologías: El premio (Quito, 2008), Los engendros de la luna (Quito, 2010), Ecuador de feria (Bogotá, 2011), Bajo las luces oscuras (Quito, 2012) y Amor y desamor en la mitad del mundo (La Habana, 2013). Fue seleccionado entre los ganadores del Concurso Nacional de cuento y relato organizado por el Taller Cultural El Retorno. Varios de sus textos constan en revistas impresas y virtuales de Ecuador, México y España. Formó parte del Consejo Editorial de la revista virtual de literatura y artes visuales Contramancha.