Poesía Norteamericana: David Shook

Presentamos ocho poemas del poeta, editor y cineasta norteamericano David Shook, en versiones de los poetas Gaspar Orozco (1), Jesús Carmona Robles y Roberto Castillo Udiarte. Ha estudiado literatura en Oklahoma y en Oxford University. Su colección de poemas Our Obsidian Tongues (Eyewear Publishing, 2013), fue preseleccionada para el premio Dylan Thomas. Sus traducciones incluyen obras de Mario Bellatin, Oswald de Andrade y Roberto Bolaño, además de un buen número de poetas mexicanos y centroamericanos. Vive en Los Angeles, California, donde edita molossus y Phoneme Media.

 

 

 

 

 

 

Programa Político

 

Dadme un balcón y seré presidente.
José Maria Velasco

 

Dadme un balcón y seré
el próximo cadáver.
Amontonad mi carne magullada en la pila de
periodistas sacrificados,
cuestionadores enamorados de la esperanza,
familias espectadoras, perros callejeros atropellados.
Que la masa concentrada de nuestros cuerpos escriba
en la tierra la letra A en un crudo Braille,
para ser borrada por la excavadora analfabeta.
Que las células de mi corazón estallen y se desintegren hasta
que el órgano sea un terrón cruzado de lombrices,
que la tierra que nuestro deteriorado partido crea
tan sólo deje crecer la buganvilia,
un arbusto rebosante de sangre púrpura.

Versión de Gaspar Orozco

 

 

En los dormitorios del seminario bautista del estado de México

 

Las tijeretas se ahogan en los lavabos, se arremolinan en los desagües
de las regaderas de cemento salpicadas de pintura por los grupos

de adolescentes y sus líderes caídos del cielo para emba durnar más
capas en las paredes, cubiertas y recubiertas de pintura sin plomo.

Las lepesmas se reproducen bajo las almohadas del seminario como lentejuelas cogiendo.
Un niño espera mientras sus compañeros de cuarto afinan sus medio-ronquidos,

sus suspiros y reacomodos hasta que su coro se une al de los grillos,
los camiones de noche, el zumbido fluorescente del cor redor. La banda sonora

de su masturbación aburrida y culpable. Al final de la semana regalará
sus zapatos y la mayoría de sus camisetas como sacrificio,

con excepción de una, hecha bola entre su sarape y la bolsa en que guarda su shampú,
hilos de semen muerto almidonados como sudor.

Del toldo de la capilla cuelga una colmena de avispas, las puertas de esas tumbas empapeladas
abiertas para revelar sus interiores vacíos como cáscaras de cacahuate.

Versión de Gaspar Orozco

 

 

 

 

Mi padre tuvo una visión
por el cristal doble de la ventanilla del avión:

Los dioses aztecas protegían la ciudad,
los brazos cruzados como sacaborrachos de un bar celestial.

Apáticos, sus hijos nadan, se tiran clavados
a lagos de sulfuro, le hacen cosquillas a los volcanes

hasta que arrojan cenizas con su risa. De noche se ponen
en órbita, oliendo humo de camión, feromonas y sudor.

El sol se levanta cada mañana sin sacrificios humanos.
La miseria de la ciudad es más que suficiente.

Versión de Gaspar Orozco

 

 

 

Mi lengua es un timón como la aleta de una trucha
que nada

en los sedimentos volcánicos de un lago que se evapora
tanta opacidad

tan sólo la aleta sabe qué dirección
seguirán los peces.

Versión de Gaspar Orozco

 

 

 

Niño en Állvaro Obregón

 

Arde el sol anaranjado entre la bruma,
del color del durazno cerca del hueso,

de la luz de neón que destella en el bar,
del fulgor del metal que espera fundirse,

la brasa viva del cigarrillo de Dios
¿cuándo será el día que lo retires
de este sitio, el cenicero del valle?

Versión de Gaspar Orozco

 

 

 

Ghazal Cruzado

 

Rondan como adolescentes desquehacerados antes del toque de queda, cada perro chilango igual,
examinan la banqueta en busca de un chicharrón, de una cáscara de limón. Aquí perro

lento es perro flaco. Con patrocinio oficial y un cortecito de pelo, podría organizar el concurso del perro
más feo del mundo. Apuesto dos a uno a aquel que está en la parada, el perro

ocre, un verdadero ejemplar de exhibición. Sus pezones de lápiz labial, cuelgan de bolsas ya chupadas.
El finalista podría ser ése chihuahua dañado por el granizo, sin seguro. Y así perro

tras perro desfila por la banqueta. Un pit bull pordiesero con sarna prematura y la cruza de un pastor de
tres patas van por el tercero, esto, después del anuncio.
Todas son unas perras,

no habrá aquí “Srita. Simpatía”. Representan adjetivos, no estados: Las Señoritas Cuello Mordisqueado,
Gruñido, Sin Dientes, tal vez Rabiosa…. ¡epa, perro!

El pit bull le gana al tripié una tortilla caída, más interesado en la cena que en lo que contenga el sobre
del ganador. Escucha, quid pro quo, perro,

¿quieres ganar?, David es igual a ti. Se pasa el día de vago en la compu,
garabateando poemas. Olvídate de la paz mundial, con dinero baila el perro.

Versión de Gaspar Orozco

 

 

 

Postal de Los Ángeles

A veces me engaño al pensar
que volví. En Echo Park es sencillo:
los niños juegan en español, un hombre que usa abrigo
vende maíz con mantequilla, mayonesa y chile.
Siempre usa su abrigo. Los fines de semana trae
paletas caseras envueltas en plástico; nos
gustan las de mandarina, hacen que la garganta
cosquillee rico. ¿Sabes la historia
de los cigarros falsos con pólvora
que compré en Chapultepec? Aquí es como
estar en algún rincón de aquel parque,
mostrándote. Estamos perdidos pero bien. Al
caminar de regreso a casa me limpio la nariz para quitar
los escombros de la ciudad. Pero mi mucosa no es oscura.

Versión de Jesús Carmona Robles

 

 

 

Conozco tu cuerpo

 

“inspirado en Víctor Terán”

 

Si fueras una ciudad
podría dar direcciones correctas
a quien me preguntara;
haría mapas de tus barrios
y un catálogo de tus olores.

Si fueras una ciudad
me perdería cada día
por alguno de tus callejones.
Tiraría mi mapa,
pediría un aventón
por tus suburbios,
vagaría por tu centro.

Roberto Castillo Udiarte

 

 

______________

(1) Las versiones de Gaspar Orozco fueron trabajadas en colaboración con el autor.

 

 

 

También puedes leer