Poesía chilena: Patricio Serey

Presentamos una muestra de Patricio Serey, nació en San Felipe (Chile), en 1974 (actualmente habita en Valparaíso). Coeditor de la revista La Piedra de la Locura y Editor en Ediciones Inubicalistas.  Fue reportero de crónica roja y director del suplemento cultural Planeta Martes para el periódico El Observador. Es autor de los siguientes libros de poesía: Con la razón que me da el ser vivo (1er Premio Ediciones del Centro Almendral 2002), De Profesión Ahogado (Plaquette, Ed. Casa de Barro, 2007), Precavidamente Hablando,  (Ed. Inubicalistas 2011).

 

 

 

Crujido

 

El sujeto recostado en la casa deshabitada adivina, en su

fingido silencio, algunos ruidos de acomodo. Queja del bien

inmueble acostumbrado al vacío, o a los alcohólicos de

turno que le violentan en nombre del proletariado. Rayan

sus paredes con groseros dibujos,  pero escriben sobre ello

manifiestos de estridente finura. La casa, que no puede

expresarse por sí misma, cáusase úlceras en su metafísica

estructura. Por eso la morada, que alguna vez pudo ser

hogar, se llena de polvo, se pulveriza. La casa en

desesperado intento por anunciarse a su nuevo morador

cruje dolores de acomodo, se tensa; aunque en el fondo

pareciera querer simplemente derrumbarse.

 

 

 

Plantas

 

Hay un fin de mundo en todas las cosas, aunque la

esperanza gravite sin medida entre los anfitriones de este

fin. Para distraer la catarsis del hueso reparten galletas

recién horneadas al público del living, repitiendo malos

chistes con gusto refinado. Rompen también copas cargadas

de tequila, para inflamar sus ojos de lo que no pueden ser:

Una luz infame, y a la vez bellamente voluptuosa, absorbida

pacientemente por las plantas de interior.

 

 

 

Fototrópico

 

La luz del sol acá no es un milagro. La línea oblicua de sus

rayos, entrando por la única y sucia ventana, no es un

milagro. El ritmo endemoniado entre millones de partículas

de polvo cuando una mosca pasa por el bloque refulgente,

tampoco es un milagro. El fototropismo del Philodendro

longifolio, que se estira desde el refri en busca de energía

luminosa, mal podríamos llamarlo un milagro. Porque acá

los milagros no existen. Lo más parecido a este prodigio es

una viejita sola, de edad inefable, bajando de un trago su

infusión; y este sucio rayo de sol atravesando la translucida

conjunción de mano y vaso como un láser.

 

 

 

Protoconsumo

 

I

En el equilibrado feng-shui de taberna, los narcocorridos

son mantras. En el orden aleatorio de los ebrios, el artista la

mano que limpia la mesa; pájaros de mal agüero que se

alimentan de las migajas de esta faena.

 

II

En el acto ceremonial de la fritura, un gesto con la ceja del

consecionario o es cortesía de la casa, o una orden

perentoria para el desalojo. Por otro lado, la mímica de

chuparse el bigote con la lengua, un llamamiento de

protoconsumo, u otra cosa mariposa.

 

 

Los poemas pertenecen al libro inédito, Escoriales.

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