Presentamos dos poemas de Warsan Shire (Kenya, 1988), poeta y activista de origen somalí criada en Londres; es editora de poesía en Spook Magazine, ha leído su obra en Sudáfrica, Italia, Alemania y Estados Unidos. Es autora de los libros de poemas Teaching My Mother How to Give Birth (flipped eye, 2011), Her Blue Body (flipped eye, 2015), y Our Men Do Not Belong to Us (Slapering Hol Press and Poetry Foundation, 2015). Ganó en 2013 el primer African Poetry Prize de la Universidad de Brunel y en 2014 fue la primera en obtener el Young Poet Laureate de Londres; en ese mismo año fue elegida como poeta residente en Queensland, Australia. Los versos de Shire fueron la columna vertebral de Lemonade, el aclamado album visual de Beyoncé. La versiones de estos poemas están a cargo de Gabriela Martínez Reyna, traductora y periodista de moda.
HACIA ATRÁS
Para Saaid Shire
El poema puede empezar con él caminando de espaldas hacia la habitación.
Se quita la chaqueta y se queda sentado por el resto de su vida;
así es como traemos a Papá de vuelta.
Puedo hacer que la sangre corra de regreso a mi nariz, hormigas
precipitándose hacia un agujero.
Crecemos en cuerpos más pequeños, mis senos desaparecen,
tus mejillas se suavizan, los dientes se acomodan en las encías.
Puedo hacer que nos amen, solo di esa palabra.
Darles muñones en lugar de manos si alguna vez nos tocan sin consentimiento,
puedo escribir el poema y hacerlo desaparecer.
Padrastro escupe el licor de vuelta a la botella,
el cuerpo de Mamá retrocede en las escaleras, el hueso vuelve a su sitio,
quizás no pierde al bebé.
¿Quizás estemos bien, niño?
Voy a reescribir toda esta vida pero esta vez habrá tanto amor,
que no podrás ver más allá de él.
No podrás ver más allá de él,
Voy a reescribir toda esta vida y esta vez habrá tanto amor,
Quizás estemos bien, niño
Quizás no pierde al bebé.
El cuerpo de Mamá retrocede en las escaleras, el hueso vuelve a su sitio,
Padrastro escupe el licor de vuelta a la botella.
Puedo escribir el poema y hacerlo desaparecer,
Darles muñones en lugar de manos si alguna vez nos tocan sin consentimiento,
puedo hacer que nos amen, solo di esa palabra.
tus mejillas se suavizan, los dientes se acomodan en las encías.
Crecemos en cuerpos más pequeños, mis senos desaparecen.
Puedo hacer que la sangre corra de regreso a mi nariz, hormigas
precipitándose hacia un agujero,
así es como traemos a Papá de vuelta.
Se quita su chaqueta y se queda sentado por el resto de su vida.
El poema puede empezar con él caminando de espaldas hacia la habitación.
LA CASA
i
Madre dice que hay habitaciones cerradas dentro de cada mujer; la cocina de la lujuria, el cuarto del dolor, el baño de la apatía.
A veces los hombres vienen con llaves,
y a veces, los hombres vienen con martillos.
ii
Nin soo joog laga waayo, soo jiifso aa laga helaa,
dije Basta, dije No y él no escuchó.
iii
Quizás ella tenga un plan, quizás se lo lleve de regreso
sólo para que él despierte horas más tarde en una tina llena de hielo,
con la boca seca, mirando hacia su nueva y pulcra cirugía.
iv
Señalo mi cuerpo y digo Ah, ¿esta cosa vieja? Nomás la traigo puesta.
v
¿Te vas a comer eso? Le digo a mi madre, señalando a mi padre que está acostado sobre la mesa del comedor, en su boca una manzana roja.
vi
Entre más grande es mi cuerpo, más habitaciones cerradas hay, más hombres vienen con llaves. Anwar no empujó totalmente, todavía pienso sobre lo que pudo haber abierto dentro de mí. Basil vino y titubeó en la puerta durante tres años. Johnny, el de ojos azules, llegó con una bolsa de herramientas que ya había usado en otras mujeres: un pasador, una botella de lejía, una navaja y un tarro de Vaselina. Yusuf clamó en el nombre de Dios a través del ojo de la cerradura y nadie le respondió. Algunos rogaron, algunos treparon por un costado de mi cuerpo buscando una ventana, algunos dijeron que estaban en camino y no vinieron.
vii
Muéstranos en esta muñeca dónde fuiste tocada, dijeron.
Yo respondí No luzco como una muñeca, luzco como una casa.
Ellos dijeron Muéstranos en la casa.
Así: dos dedos en el tarro de mermelada
Así: un codo en la bañera
Así: una mano en el cajón.
viii
Debería contarte sobre mi primer amor que encontró una trampilla bajo mi seno izquierdo hace nueve años, cayó en ella y no ha sido visto desde entonces.
De vez en cuando siento algo arrastrarse hacia mi muslo. Debería darse a conocer, probablemente lo dejaría salir.
Espero que no se haya topado con los otros, los niños perdidos de pequeñas ciudades, con madres complacientes, que hicieron cosas malas y se perdieron en el laberinto de mi cabello. Les trato lo suficientemente bien, un pedazo de pan, y si son afortunados una pieza de fruta. A excepción de Johnny, el de los ojos azules, que tomó mis cerraduras y se arrastró hacia adentro. Muchacho tonto, encadenado al sótano de mis miedos, escucho música para acallarlo.
ix
Toc, toc.
¿Quién está ahí?
Nadie.
x
En las fiestas señalo mi cuerpo y digo Aquí es donde viene a morir el amor.
Bienvenido, pasa, siéntete como en casa. Todos ríen, piensan que estoy bromeando.