Leemos a la poeta española Marta Garcês (1984). Ha escrito, entre otros libros, Ciclotímica y Un otoño mal curado. Colabora con asiduidad en revistas de poesía online. Uno de ellos, “Mujeres sin rostro”, es un concepto poético en el que entrelaza sus versos con ilustraciones. Destaca la coordinación y dirección de la Antología Diagnóstico: ¡Adelante!, cuyos beneficios van exclusivamente a la lucha contra el cáncer.
1
Y seguir,
dejándome el cuerpo en cualquier uso,
dejándome la risa en cualquier boca,
dejándome la ausencia en cualquier rincón,
perdida, como yo,
rota, mas no destruída.
Y seguir,
con el impulso al vacío exhalando cada ápice de vida.
recogiendo los restos de lo que fue una felicidad,
caminando de la mano de mí misma,
amputada de respiración para abajo,
agotada, como siempre,
rota, mas no deshecha.
Y seguir,
bebiendo de las mañanas que me amenazan,
embarazandome de un parpadeo que no existe,
cantando a pleno pulmón cada mota que exprime tu nombre,
perdida, como yo,
rota, mas no deshecha.
y seguir…
y seguir…
2.
Batalla con el olor nauseabundo
del deseo impregnando las pieles.
El nudo que anuda el cuello
se deshace de nuevo.
Dos ojos me miran para conocerse
a sí mismos, otra vez,
Les nuestro mis cicatrices más antiguas: la culpa, la incredulidad y el miedo.
Fieles, celebrando la invitación a este baile de cuerpos.
Ya habrá tiempo para el perdón
Cuando la lava de tu sexo seque mis dudas sobre mi cuerpo,
Deja que cubra las cicatrices hasta convertirlas en luto perpetuo.
La vida les sabe a tan poco.
Tú y yo haciendo una guerra,
malgastando el sudor,
mordiendo todo aquello que no podemos nombrar y sabe a añejo,
Bebiendo del altar del infierno,
La sed era necesaria y
Las prisas, el don para volver a pecarnos.
El perdón precede a la mirada.
Me abraso en unos ojos que apenas he devorado para santificar, en el nombre de mi piel expuesta, la sal de tu boca.
Me empiezas a escocer…
3
Me estoy convirtiendo en todo lo que no había sido nunca.
Ahora me adivino de lejos y ya no tengo miedo.
Escucho las voces que me arrastran dentro de ti, pero no te das cuenta.
Tienes el cuerpo helado y nunca te darás cuenta. Un cadáver que no deja vivir en paz a una muerta ya.
Dejo de creerte y las escrituras de tu Biblia me escupen a los ojos, aun así, me pongo los zapatos de fiesta y salgo a bailarte cuando te viene bien.
Tienes maquillaje de ausencias en la cara y no te la has lavado esta mañana.
No me oyes porque te estoy hablando, algo he ganado esta vez.