Leemos, en versión de Arturo Desimone, a la poeta norteamericana Amy Gerstler (1954). Ganó en 1991 el National Book Critics Circle Award in Poetry por Bitter Angel (1990). Ha publicado, entre otros libros, White Marriage/Recovery (1984), Nerve Storm (1993), Medicine (2000), Ghost Girl (2004), Dearest Creature (2009) y Scattered At Sea (2015), que fue finalista del National Book Award. La traducción de Hoffnung fue realizada por Arturo Desimone originalmente para la ocasión de una entrevista a Amy Gerstler en la columna radial poética La Maja Desnuda de la locutora venezolana Nidia Hernández, (redactora de una antología que reúne la obra de Rafael Cadenas en formato bilingüe).
Hoffnung
Él fantasea que sus apuestas con ella ya están ganadas,
sin saber que durante los años posteriores a la guerra
ella aprendió a preferir a las mujeres cuyas conchas
tienen sabor a mostaza. Para asir las esperanzas de uno
en una polilla color de corteza, sus alas arrugadas
como papel picado, una polilla se coloca en la altura
del muro de la cocina, congelada por días ahí adonde
seguramente morirá en su noble estado ceñido
justo debajo de las telarañas de la calefacción,
está ahí para confirmar tu necesidad de más amigos
y un incremento en tu cuota diaria de luz.
Para alimentar la ilusión de C., que T. podrá dejar
la bebida, y luego cotejar aquellas
esperanzas en campos de trigo ondulado,
alfalfa tal vez, es desear que C. se hunda hasta las caderas
en hectáreas de negación aún no cortadas a guadaña.
El dactilógrafo espera que la contratan esta noche, sin
que su discapacidad se convierte en obstáculo. L. dijo que sintió
los rizomas de la esperanza correr por su cuerpo,
irradiando hacia todas direcciones, como alguna enfermedad incipiente
que él venía combatiendo desde su infancia.
La esperanza, dice él, es tan insidiosa como la amargura.
Si la Madre Tierra tan sólo supiera cuanto nosotros
nos amamos, ella crujiría, se estremecería,
antes de partirse en dos como un melón macheteado, soltando
el globo ardiente y pegajoso de esperanza desde su núcleo.
Nota del traductor: Gerstler usa la palabra “Hoffnung” importada del alemán, sin traducirlo– esta palabra en el alemán significa a la vez una esperanza, una promesa o una señal positivamente portentosa.
Palacio de Espuma Marina
I
Perdona este atentado frontal
paisano querido. Perdona mi noria
de palabra, mi deriva, las maneras
en que este mensaje de texto
se hiciera tan hervoroso,
¿Cómo sucedió que tú te hiciste tan mojigato
hacia mí? ¿Debería yo resistir furiosamente?
Es éste tu visaje real, librado a zarandeos,
destellos de lo que esconde debajo
el mundo que podemos ver? No
olvides, murmura algo
picado por los peces bajo del mar
II.
Amo el artilugio de como llevas
a tú cara, como cabalgas esta vida
Me deleito en el atisbo de tus
ojos nerviosos, inquisitivos,
aunque trato de actuar como no.
Estar drogada más allá de mi razón
solo amplifica tu tenebroso
vataje cerebral. Luego de la oscuridad
estás mercurial: mojadito/
aceitoso/reluciente. No me hagas
correr detrás de ti, arrastrando
mis pesadas acaricias, mi par de
garras torpemente dentadas,
Algunos de nosotras (pero tú no)
somos azarosamente ancladas
a nuestros cuerpos. A penas
podemos encaminar una línea recta,
sintiendo como cada momento
se acaba de despertar,
después de casi habernos ahogado,
aún chorrea el líquido transparente
por las comisuras de nuestras
bocas. Tambaleamos
y temblamos como baldes
de sangre o semen o chocolate
mousse o baba o linfa
o fango o enjuague continuamente
atravesándonos. Burbujeamos
y espumamos, intentando
de hablar debajo el agua.
III
Dame un chupito de cualquier cosa
que estás tomando, para afinarme
con el derretimiento sin cesar
del cosmos, con los ritmos
del lavaplatos, del arroja-choclos,
de la chingada-dura, la incontinente, y
doblando los huesos de los demás amantes
para que quepan en tumbas bien cavadas…
ojalá que nunca se pierdan ante el olvido.
Hoffnung
He fancies his chances are good with her,
unaware that in the years since the war
she has come to prefer women whose cunts
taste like mustard. To pin one’s hopes on
a bark-colored moth, its wings crinkled
like crepe paper, a moth affixed high
on the kitchen wall, frozen for days where
it will likely die in noble clinging mode
just under the cobwebby heating vent,
is to confirm your need for more friends
and a greater daily quota of sunlight.
To raise C.’s hopes that T. can stop
drinking and then to liken those
hopes to fields of undulating grain,
alfalfa perhaps, is to wish C. hip deep
in acres of unscythed denial. The blind
typist hopes she’ll be hired tonight without
her disability becoming an issue. L. said he felt
hope’s rhizomes race throughout his body,
radiating in all directions, like some incipient
disease he’d been fighting since childhood.
Hope, he said, it’s as insidious as bitterness.
If mother earth only knew how much we
loved one another she would creak, shudder,
and split like a macheted melon, releasing
the fiery ball of molten hope at her core.
Sea Foam Palace
I.
Pardon this frontal offensive,
dear chum. Forgive my word-
churn, my drift, the ways this
text message has gotten all frothy.
How was it you became holy
to me? Should I resist, furiously?
Is this your true visage, shaken free,
glimpses of what underlies
the world we can see? Do not
forget me murmurs something
nibbled by fishes under the sea
II.
I love the way you wear
your face, how you ride this life.
I delight in the sight of your
nervous, inquisitive eyes,
though I try to act otherwise.
Being stoned out of thy mind
only amps up thy fearsome
brain wattage. After dark
you’re quicksilvery: wet/
slick/glistening. Don’t make
me chase you, dragging
my heavy caresses, a pair of
awkward serrated claws.
Some of us (but not you)
are poorly moored
to our bodies. We can
barely walk a straight line,
feeling every moment
just resuscitated
after having almost drowned,
still dribbling clear fluid
from the corner of our
mouths. We stagger
and shudder as buckets
of blood or semen or chocolate
mousse or spittle or lymph
or sludge sluice continually
through us. We bubble
and spume, trying
to talk underwater.
III
Give me a swig of whatever
you’re drinking, to put me
in tune with the cosmos’
relentless melt, with the rhythms
of dish-washing, corn-shucking,
hard-fucking, bed-wetting, and
folding the bones of other loves
into well-dug graves … may they
never become lost to the world.