Original ajeno: Raymond Carver

El poeta dominicano León Félix Batista construye en Círculo de Poesía un dossier de poesía en lengua inglesa, Original ajeno, que incluye traducciones de los siguientes poetas: David AntinJohn AshberyW. H. Auden -William Blake -Raymond Carver -Guy Davenport -Clayton Eshleman -Lyn Hejinian -Richard Kenney -Ted Hughes -Philip Lamantia -Marlene NourbeSe Philip -Ezra Pound -Adrienne Rich -James Schuyler -Charles Simic -Charles Tomlinson -Derek Walcott -Charles Wrigth. Leemos aquí sus versiones de Raymond Carver (1938-1988). Publicó los poemarios Near Klamath (1968), Winter Insomnia (1970), At Night The Salmon Move (1976), Where Water Comes Together with Other Water (1985),  Ultramarine (1986) y A New Path to the Waterfall (1989). El crítico Geoffrey Wolff piensa que una de las características fundamentales de la literatura de Carver es introducirnos al mundo de desesperación de la gente común y corriente.

León Félix Batista (Santo Domingo, 1964), estudió en Nueva York. Ha publicado, entre otros, Delirium semen (México, 2010), Caducidad (Madrid, 2011), Música ósea (Perú, 2014), Prosa del que está en la esfera (Buenos Aires, 2006); Inflamable (Montevideo, 2009), Sin textos no hay paradiso (Colombia, 2012), El hedor de lo real en la nariz imaginaria (Quito, 2014), Mosaico fluido (Sao Paulo, 2014) y Prosa de fabricación casera (Estados Unidos, 2018). Aparece en varias antologías, entre ellas Zur Dos (última poesía latinoamericana, Bartleby, Madrid, 2005), Cuerpo Plural (antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, Pretextos, Valencia, 2010) y Poesía esencial dominicana (Visor, Madrid, 2011).

 

 

 

 

 

 

El hombre afuera

 
Siempre hubo el adentro y
el afuera. Adentro, mi mujer,
mi hijo e hijas, ríos
de conversación, libros, afecto
y gentileza.

 
Pero entonces una noche, más allá
de la ventana de mi cuarto alguien
–algo– respira, se desliza.
Yo desperté a mi esposa aterrorizado
Temblé en sus brazos hasta que amaneció.

 
¡Ese espacio más allá de la ventana
de mi cuarto! Las pocas flores que allí
germinan pisoteadas, las colillas
de cigarrillo Camel debajo de los pies:
no estoy imaginando cosas.

 
La noche siguiente y la siguiente vez
sucede, y despierto a mi mujer,
y de nuevo me consuela
y otra vez palpa mis piernas tensas
de miedo y me toma en un abrazo.

 
Pero entonces yo comienzo a demandar más
y más de mi mujer. Ella, avergonzada
marcha por la habitación,
yo guiándola como a una carretilla,
carreta y carretero.

 
Finalmente, esta noche, levemente la toqué
y ella saltó despierta, ansiosa y preparada.
Desnudos, luces encendidas, nos sentamos
en el tocador y nos miramos francamente
al espejo. Detrás nuestro un par de labios,
el reflejo de un cigarrillo encendido.

 

 

 

 

Tu perro muere

 

Arrollado por una furgoneta.
Lo encuentras al costado de la calle
Y lo sepultas.
Te sientes mal por ello.
Te sientes mal personalmente,
Pero te sientes mal por tu hija
Porque era su mascota
Y lo quería bastante.
Ella le canturreaba
Y le dejaba dormir en su lecho.
Tú escribiste un poema acerca de él.
Lo llamaste “un poema a tu niñita,
Sobre el perro atropellado por una furgoneta”
Y de cómo lo cogiste,
Lo llevaste hasta los bosques
Y enterraste hondo, hondo,
Y aquel poema se volvió tan bueno
Que casi estás contento de que el perro
Hubiera muerto, de lo contrario nunca
Habrías escrito aquel buen texto.
Entonces te sentaste a escribir
Un poema acerca de escribir un poema,
Acerca de la muerte de ese perro,
Pero mientras escribes escuchas
Que una voz de mujer grita tu nombre,
Tu primer nombre,
Ambas sílabas,
Y tu corazón se para.
Después de un rato continúas escribiendo.
Ella grita otra vez.
Te preguntas cuánto tiempo durará.

 

 

 

 

En las trincheras con Robert Graves

 
 
Los vientos latinos de Mayorca
todavía están remotos. Aquí cerca
metralletas atraviesan cada noche. De día
fuertes explosivos, alambradas, francotiradores…
Las ratas cavan madrigueras dentro y fuera
de los muertos. Los cadáveres son como camiones
que las ratas conducen más abajo
en el fango. Detrás de las líneas,
a ambos lados, oficiales y hombres hacen fila
para el último polvo. Excepto Graves, en todo caso.
Debe el halcón primero hacerse hombre, aguijón
para el sexo. Vivimos
en tiempos complicados.

 

 

 

 

El alcance

 
Él sabía que estaba
en problemas cuando,
a mitad
del poema
se descubrió a sí mismo
tomando
su Thesaurus
y luego
el Webster’s
en ese mismo orden.

 

 

 

 

Regreso

 
Las vacas de George Mensch
han cubierto de plastas la sala de estar,
las ventanas se han caído
y el pórtico trasero
se ha derrumbado alrededor de la cocina:
Yo me muevo a través de cada cuarto inmundo
Igual que una pequeña financiera.

 

 

 

 

La que se broncea, a sí misma

 
 
Una especie de ligera
insensibilidad;
la cabeza es un charco,
corazón y falanges
–todas las extremidades–
arden
bajo tu roce
indiferente.

 
Ahora, antiguo sol,
esposo,
derrámate en mí,
sé áspero
conmigo, fortaléceme
en contra de aquel otro,
aquel bastardo.

 

 

 

 

Por favor, épicas no

 
 
Zhivago con un bigote fino,
Esposa e hijo. Sus ojos de poeta
Atestiguan todo tipo de sufrir,
Sus manos de doctor se mantienen ocupadas,
“Los muros de su tórax eran papel ligero”,
Dijo el camarada medio hermano General
Alec Guinness a Lara, a quien Zhivago ha amado
Y dejado embarazada.

 
Pero en ese momento
El grupo del bar topless
Próximo al teatro empieza a ejecutar.
El saxofón escala más arriba y más arriba,
Demandando la atención. Los tambores
Y los bajos también están presentes,
Pero es el saxofón elevándose y cayendo
Lo que habrá de drenar el esfuerzo
A resistir.

 

 

 

 

Fotografía de mi padre a los veintidós años de edad

 
 
Octubre. En esta húmeda, inhóspita cocina
Estudio la cara de joven azorado de mi padre.
Sonrisa tímida, sujeta en una mano una cuerda
De percas espinosas y amarillas, en la otra
Una botella de cerveza Carlsbad.

 
En mezclilla y camisa de algodón, se apoya
Contra el guardafango de un Ford del ´34.
Le gustaba posar fuerte y vigoroso para la posteridad.
Llevar su viejo sombrero de tres picos sobre la oreja.
Toda su vida mi padre quiso ser osado.

 
Pero sus ojos y las manos que laciamente
Ofrecen la cuerda de percas muertas
Y la botella de cerveza, lo delatan.
Te amo, padre, aunque ¿cómo te puedo agradecer,
Yo que tampoco dejo de empinar el codo,
Y ni siquiera sé dónde pescar?

 

 

 

 

Bebiendo y manejando

 

Es agosto y no he leído
Un libro en seis meses
Excepto algo llamado La Retirada de Moscú
De Caulaincourt.
No obstante, estoy feliz
Viajando en coche con mi hermano
Y bebiendo de una pinta de Old Crow.
No tenemos sitio en mente donde ir,
Simplemente conducimos.
Si cerrara mis ojos un minuto
Me perdería, aún podría
Acostarme alegremente y dormirme para siempre
Junto a esta carretera
Me comenta mi hermano.
Cuando menos lo pensemos algo grande va a pasar.

 

 

 

 

Volando sobre la jungla

 
“Sólo tengo dos manos,”
le dijo la azafata,
bellísima. Sin mirarlo
continuó zigzagueando
entre las filas
sosteniendo la bandeja.

 
Él piensa
Que ésta es otra mujer
Que se aleja de su vida
Para siempre.
Observa a través de la ventanilla
Ve luces que titilan en la noche
Imagina una aldea en la jungla.

 
A este hombre le han sucedido
tantas y extrañas cosas en la vida
que no se sorprende cuando ella
regresa y se acomoda en un asiento
del otro lado del pasillo
lo mira y le pregunta:
“¿Te bajas en Río o en Buenos Aires?”

 
Una vez más esta mujer
Expone la belleza en ambas manos,
Los pesados anillos de plata
Que sostienen sus dedos; la gruesa
Pulsera de oro que rodea su muñeca.

 
Están volando sobre Mato Grosso
Que está cubierto por espesa bruma.
Es muy tarde:
Él continúa considerando
La plasticidad de esas manos,
Admira los dedos inquietos.

 
Han pasado varios meses.
Es difícil y complejo recordar
Esos momentos.

 

 

 

 

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