Poesía en portugués: calí boreaz

Leemos a la poeta calí boreaz en la versión de Sergio Ernesto Ríos. Nació en Portugal y donde estudió derecho. Vivió en Bucarest y estudió también Lengua y Literatura Rumana así como traducción literaria. En 2010 cruzó el Atlántico hacia el sur para vivir en Río de Janeiro, donde se dedicó al estudio y al oficio del teatro. Tradujo del rumano las novelas El regreso del húligan [ed.  ASA, Portugal, 2010], de Norman Manea, y Lisboa para siempre [ed.  Thesaurus, Brasil, 2012], de Mihai Zamfir.  Tiene dos libros de poesía: outono azul a sul [ed.  Urutau, Portugal & Brasil, 2019], un relato poético del exilio y la clandestinidad, con epílogo de João Almino y dibujos de Edgar Duvivier y António Martins-Ferreira;  y tesserato [ed.  Caos & Letras, Brasil, 2020], una colección de intentos poéticos sobre la suspensión y el desplazamiento en la inmovilidad.  Sus cuentos “islandeses” y “a fazedora de luas” se encuentran publicados en las antologías Coleção Identidade Vol. II, de 2019, y Conto em Casa, de 2020, respectivamente.  Sus poemas y cuentos también han aparecido en varias revistas literarias brasileñas, portuguesas, gallegas y mexicanas, así como en exposiciones en Portugal y la India.  Creó y presentó en 2020, para el Midrash Centro Cultural, el programa online de poesía contemporánea “aún somos muy jóvenes para escribir estos poemas”. Interpreta sus poemas en espectáculos poético-musicales —jam poetry sessions— y en forma de pelicula-poemas. En 2022 está prevista la publicación de su tercer libro. [casas virtuales: caliboreaz.com | instagram.com/caliboreaz]. Leemos aquí tes textos pertenecientes a tesserato(ed. Caos & Letras, Brasil, 2020).

 

 

 

 

n soy muy joven para escribir este poema
percibo que la melancolía es un exceso
—de espacio y de tiempo
percibo que soy de los caballos que necesitan
no del latigazo o hasta de la sangre resquebrajando los huesos
sino de la propia desaparición
—para iniciar el trote
percibo y busco seguir el consejo de ferlinghetti
escuchar mi propia respiración y, de oído contra el suelo, el girar de la tierra
después, desatornillar las puertas pero no
tirar los tornillos
que yo escuche bien esto: no tirar los tornillos
no destruir el mundo si no tengo algo mejor que colocar en su lugar
—es que por ahora no tengo nada mejor en mente
estoy aquí (¿realmente estoy?) con una bolsa de tornillos

colgando del cuello (y es pesada)
una vez más, una vez más
el dedo en suspenso a un milímetro del botón de la bomba
y no estoy consiguiendo interpretar las señales
soy aún muy joven para escribir este poema
pero ya sé que el canto de los pájaros es de desesperación
también ya percibí que saber no llegar es tan
bonito como: llegar
de beldad estamos bien, en eso estamos
the beldad is the new felicidad
la ciudad anda midiendo mis pasos
con lupas en las puntas de los tentáculos
de arriba de abajo de los lados y en diagonal
sobre todo en diagonal: la luz justo raspando
pero sin adherirse a mi piel
que es real
que es real
tener miedo es todavía desconocer
corrijo: tener miedo es todavía necesitar conocer
yo no estoy logrando interpretar las señales
corrijo: tal vez no existan realmente papeles doblados lanzados desde el más allá
es sólo esto: cuando uso palabras, las palabras
me usan
cuando pregunto a la montaña, la montaña
me pregunta
cuando continúo aquí, el aquí
me continúa
ah, escucha bien esto:
ver todo bonito es haber descubierto la belleza de las cosas feas
pero hoy estoy cansada
entonces, sonrío como los miserables y canto como quien desiste secretamente
no nos engañemos, vecinos míos:
acabaremos siempre un poco antes del fin
seré siempre muy joven para escribir este poema

 

 

 

 

mamihlapinatapai

 

en ruso, hay una palabra específica para el afecto que se tiene por alguien que se amó. en checo, hay una palabra para cierto tipo de angustia frente a la propia mediocridad o falta de habilidad (recuerdo que kundera habla de eso). en escocia, parece que hay una palabra para el tic del labio superior que indica la anticipación de la alegría. en albanés, hay alegres 17 y 27 palabras respectivamente para cejas y bigotes. en rumano, hay no sé cuántas que significan, todas, nieve, pero cada una para especificar un cierto tipo de nieve, que por aquí (al sol marinero de la lengua portuguesa) no distinguimos por carecer de necesidad. y si el ruso voltea para el amor pasado, mira: el japonés inventó una palabra para un sentimiento de pre-amor. en yagan, idioma indígena hablado por un pueblo de tierra del fuego, mamihlapinatapai es aquella mirada cruzada por dos personas cuando ambas quieren que la otra tome la iniciativa de hacer algo que ambas saben que quieren pero.

pero: ¿qué es la cosa menos la palabra? ¿la palabra menos la lengua? eso que se percibe de repente y no tiene esqueleto ni contorno para apoyar su existencia —¿sin existir, puede aún resistir? si la lengua funda nuestra humanidad, y si hay quien sepa que nieve no es simplemente nieve, como amor no es simplemente amor, así como la saudade no es sólo una falta, y calunga no es sólo saudade sino también abismo y dios… ¿cómo puedo yo

decir algo ahora de aquí de dónde estoy?

 

 

 

 

tiempografía conmigo de espaldas mirando la fotografía que colgué

 

en la pared última de la decimoprimera casa extranjera, una ventana trans-espacial a la vista del cuarto de mis abuelos. en un tropiezo del atlántico, resbalo así a los lados de la lezíria del tajo, más hacia dentro, y más hacia dentro, allí donde termina el campo y comienzan las tintas cítricas de los crepúsculos, y las estaciones afrutadas, y la promesa del jugo tibio de los olivos, y de dónde, tan de repente, se contempla la abundancia de lo que precede todo. de esa ventana, ella amanecía antes del mundo entero, y ella es la que llamaba la brisa los pólenes y el color sonrojado de la mañana, mientras él, con el radio bajito muy cerca de su oído, ni despertaba (porque nunca dormía), desanochecía.

y lo que siento, aquí parada en esta ventana, no es la marejada de la saudade, y sí la breve metálica sensación de un yo-futuro mirándome enmarcada aquí mirando el cuadro

pero lo que siento, aquí parada en esta ventana, no es tanto la fantástica proyección de un yo-futuro mirándo a mi yo-ahora, y sí la larga consciencia de un yo-pasado— mirando por la ventana real y —sabiendo que, un día, aquella casa toda aunque primera sería extranjera y aquella vida toda aunque infinita sería enmarcada

 

 

 

 

Sobre el traductor

Sergio Ernesto Ríos (Toluca, 1981). Es director de Grafógrafxs, revista de literatura de la Universidad Autónoma del Estado de México y secretario del Centro Toluqueño de Escritores. Publicó Larga oda a la salvación de Osvaldo (UANL, 2019), en coautoría con Minerva Reynosa; El ganador del primer premio del centro de estudios interplanetarios (Periferia de escribidores forasteros, 2019); máquina portadora de cabezas (edición digital, 2018); Quienquiera que seas (FOEM, 2015); Brazuca (Palacio de la fatalidad, 2015); Obras cumbres (Bongobooks, 2014); La czarigüeya escribe (Editorial Analfabeta, 2014), en coautoría con Diana Garza Islas; Muerte del dandysmo a quemarropa (UANL, 2012), y Mi nombre de guerra es Albión (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010).

Tradujo del portugués  copia_de_seguridad_3.1 (Grafógrafxs, 2021), de Érica Zíngano, Una confesión en la boca de la noche, de Danilo Bueno (Grafógrafxs, 2021); Boa sorte, 7 poetas brasileñas (Grafógrafxs, 2020);  Apocalipsis sustentable & otros poemas (Grafógrafxs, 2022) y Bruno Brum a ritmo de aventura, de Bruno Brum (Palacio de la fatalidad, 2017); Droguería de éter y de sombra, de Luís Aranha (Palacio de la Fatalidad, 2014); Oda a Fernando Pessoa (Palacio de la Fatalidad, 2017), Paranoia (Palacio de la Fatalidad, 2013) y Voy a moler tu cerebro (Red de los poetas salvajes, 2010), de Roberto Piva; y la antología de poetas brasileños nacidos en los ochentas Escuela Brasileña de Antropofagia (Kodama Cartonera, 2011). Tradujo del inglés, con Diana Garza Islas, Una noche, senté a Donald J. Trump en mis rodillas/Y otras teorías estéticas del siglo XXI (Oficina Perambulante y Palacio de la Fatalidad, 2017), a partir de un ejercicio de Chris Rodley.

 

 

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