Poesía contemporánea de Estados Unidos: Dennis Maloney

Presentamos Borders Crossings del poeta y traductor estadounidense Dennis Maloney en traducción de Roberto Amézquita. Maloney ha publicado libros de poesía como: The Map Is Not the Territory: Poems & Translations, Just Enough y Listening to Tao Yuan Ming. Además, la edición bilingüe alemán-inglés de Empty Cup apareció en Alemania en 2017. Sus libros más recientes son: The Things I Notice Now y The Faces of Guan Yin. Su obra ha sido traducida a una docena de lenguas y su trabajo como traductor incluye: The Stones of Chile de Pablo Neruda, The Landscape of Castile de Antonio Machado, Between the Floating Mist: Poemas de Ryokan, y The Poet and the Sea de Juan Ramon Jiménez. Maloney es también editor de la prestigiosa White Pine Press en Buffalo, Nueva York.

 

 

 

 

 

Cruces fronterizos
Dennis Maloney

para Jose Oliver y Tzveta Sofronieva

 

Sigo traduciendo palabras
en otras palabras
que son mías
¿a quién le pertenecen
estas palabras?
Escritor, traductor, poeta,
o al propio lenguaje.
Para amantes o usuarios de palabras,
es esta la dificultad,
lo que se pierde no es
lo perdido en traducción
sino más bien lo perdido
en el lenguaje mismo.

Alastair Reid

 

 

 

 

1

 

Nos reunimos en la Selva Negra para explorar
los límites, las fronteras del lenguaje.
Una frontera que está siempre
errante, a veces al este, al oeste. Nosotros nunca
sabemos con exactitud dónde, desaparece siempre, quiebra,
tal vez dentro de nosotros.

Escucho con atención, trato de seguir los patrones,
cadencia del habla viva en el aire y extraña al oído.
En la conversación y en la poesía, luchamos por encontrar
las palabras precisas, a través de las derivaciones
y los virajes de la sintaxis, las complejidades
del intercambio, la extravagancia
de las sílabas perdidas.

A veces las fronteras del idioma son permeables,
donde la respiración en sí misma es una acción consciente
que viaja a través de los idiomas y nos une.

 

 

 

2

 

Me he pasado la vida construyendo
puentes entre las orillas del lenguaje
y la cultura, siempre galopando el vacío,
el peligro, ola por ola, un mapa del mundo.

He cruzado el Pont Neuf, el Ponte
Vecchio como hacen los poetas entre razón y locura.
El Puente de los Suspiros, el Puente de Carlos, el jorobado
puente del canal de Ámsterdam, un largo inestable puente,
siempre tambaleándose. Por la tarde deambulo las calles
de la ciudad a lo largo de las fronteras de nuestra libertad incierta.

 

 

3

 

En las capitales y plazas de Europa
la gente se reúne para apoyar al fu lian gong, los refugiados
huyen de Siria, y víctimas del genocidio en Armenia.
Bajo la Puerta de Brandeburgo celebran la
victoria en la Copa del mundo. Escucho el raro canto de hare krishna,
una especie casi extinta en América.

En las sombras oscuras las noches de cristales rotos
resurgen, mientras los perseguidos son confundidos
con los perseguidores; y marchas y mítines
contra todo lo que es ajeno fluye hacia la noche.

 

 

4


Un diccionario explota lanza palabras
huyen hacia las fronteras,
perseguidas por aquellas sin nombre
hacia el gran desconocimiento sin destino.

Las palabras son refugiados subrepticios en ocultos
compartimentos de trenes, caminan por caminos oscuros
a través de campos de cultivo, bosques, enjuagan
la muerte en las costas, perdidas en el mar, se arrastran
debajo de alambres y sobre muros levantados para tenerlas lejos.

Las palabras están en un viaje clandestino en busca de asilo
en un idioma desconocido, sus pasaportes engrosaron
acumulando sellos a lo largo de los siglos. Uno no puede
sobrestimar la cantidad de equipaje acumulado.

 

 

5

para Fouad El-Auwad

 

El poeta sirio entró en Alemania a los dieciséis
y ahora lee sus poemas, ambos
los del árabe sonoro y los de la más dura
cadencia alemana. Ambos más allá de mi entendimiento.

Tras los poemas vienen las preguntas del público.
no sobre la sintaxis de los poemas
y sus salvajes e impredecibles versos
sino el país fracturado que dejó hace décadas.
Un país hecho añicos como
un precioso jarrón de porcelana china
golpeando el suelo contundente. Ellos preguntan
¿cómo pueden las vidas destrozadas, las rotas
ciudades reunirse de nuevo?

¿Cuál es la respuesta del poeta? Que
una tormenta se avecina sobre el mundo,
que no hay victorias,
que debemos aprender a no tener miedo,
que todos debemos aprender a hablar un nuevo idioma.

 

 

6

En las noches oscuras cuando no tengo
palabras propias, las traducciones me calman, déjame
saltar profundo letra por letra
absorbiendo la humedad de las palabras.

Escucho un suspiro susurrado como el mar
en lo oscuro, como si ambos el poema y yo
existiéramos en un estado constante de devenir.

¿Qué nos conduce como traductores a buscar
una música equivalente de una
lengua en otra? Afinidades, una vitalidad,
escuchar significados que residen, florecen,
más allá del espesor de los diccionarios.

Mordisqueando los bordes del poema, damos
contorno a las sombras. ¿cómo traducimos
el silencio que vive entre los versos?

Soy un nómada en busca de un idioma
en el que soy una palabra ilimitada,
vagando entre el mundo
que habitamos y el mundo que creamos.

 

 

7

En el puente de Charles Street, los artistas dibujan
a la gente que pasa y los joyeros
venden su mercadería. Una pequeña banda
de blues entona el blues del delta
Robert Johnson, se encuentra con el diablo
en el cruce de caminos; el melancólico blues de Rilke,
y esa lucha interminable entre la poesía y la vida;
el blues de Kafka, y la nieve cayendo en invierno,
el blues de Vaclav Havel, que lo cambió todo.

El canto de los momentos frágiles de la vida,
la belleza, y los sueños, y todo el amor
en vano, el tren dejó atrás la estación blues.

 

 

8

En el lavado de palabras, el nuevo vocabulario
ya no describe sino que oculta con la lenta
corrupción del lenguaje. La incendiaria
explosión de voces, deshumaniza con
palabras de odio y la avalancha de desinformación.
En el lavado de palabras campañas militares
se nombran como las fuerzas naturales Tormenta
del Desierto tal como nadie es responsable
por un terremoto o un tsunami.

 

 

9

 

Por breves instantes en Navidad hace
cien años, una breve pausa en cinco
meses de increíbles matanzas y carnicerías.

Los soldados alemanes y británicos
en medio de un campo belga dejaron
de dispararse unos a otros, dejaron sus lodosas
trincheras y se reunieron en el medio para
intercambiar comida, cigarros y presentes.

Cerveza alemana por ron británico.
Asaron un cerdo, cantaron villancicos y jugaron futbol.
Sobresaltados por el repentino estallido de paz.
Dos días más tarde con toda la furia artillada
se reanudaron las metralletas y los bombardeos.

 

 

10

 

Cada año después de arar campos de papas
y betabeles algunos explosivos sin detonar
se abren camino a la superficie, una cosecha de hierro.

La tierra se ha convertido en su propio
último testigo, tosiendo recordatorios,
zapatos, conchas, lentes, huesos, navajas,
una máscara de gas perfectamente conservada.

Ninguno de los bandos avanzó mucho
a pesar de tan feroces y largos bombardeos.
De tanta artillería, borraron del mapa pueblos,
caminos, edificios, árboles.

Medio millón de muertos o heridos,
una tonelada de bombas por metro cuadrado,
hicieron del paisaje un pantano sin vida y
persistente, la guerra no acaba nunca.

 

 

11

 

Una pequeña descolorida foto en blanco y negro
de mi tatarabuelo a los noventa años sentado
en un muro de piedra con su perro.
Sandymount, Milltown Malbay, ahí donde
la finca baja al mar. Mi abuelo
y dos hermanos vinieron a América, uno
se perdió en la guerra para acabar todas las guerras.

Mi abuela también emigró a estas costas
y se negó a volver a hablar de Irlanda.
Ahora me encuentro en la sede del condado
en Ennis, en la sala del registro
para obtener las actas de nacimiento
de mis abuelos y así volver
a reclamar lo que ellos dejaron atrás.

 

 

12

para Jimmie Margaret Gilliam

 

Es un verano de tristeza. Amigo
tras amigo han cruzado esa última
indefinida frontera sin guardias o
puntos de control entre este mundo
y lo que hay más allá.

El cuerpo está en guerra consigo mismo.
Los insurgentes plantan bombas a la orilla del camino,
los ejércitos rebeldes atacan los sistemas de imprevisto
y la urdimbre y el tejido se desenmarañan dejando
tan sólo un borde irregular detrás de sí.

Las últimas palabras escritas, una carpeta gastada
con poemas dejados atrás, versos repiqueteando
en el cerebro que se desvanece. No podemos atrincherar
nuestros corazones al dolor más de lo que podemos negar
la alegría de su ser ya ido.

Estos frágiles objetos los aceptamos
por cuenta y riesgo del pasajero.

 

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