Poesía brasileña: Marília Garcia

Leemos poesía brasileña. Leemos, en versión de Rodolfo Mata y Marco Antonio Campos, algunos poemas de Marília Garcia (Río de Janeiro, 1979). Es poeta y traductora. Publicó, entre otros, los libros 20 poemas para tu walkman (2007), Cámara lenta (2017) y Parque de las ruínas (2018). En 2018 recibió el Oceanos — Prémio de Literatura em Lengua Portuguesa.

 

 

 

Paisaje con futuro dentro

 

cada día el paisaje es el mismo
pero cada vez que lo miro gana
nueva capa

cierro los ojos y ahora es paisaje en la
memoria     superficies
sobrepuestas

buscar en esas capas
un detalle que venga del futuro
un grano de estrella que flota allí
discreto    en el aire
una pequeña diferencia que muestre
lo que está en camino

leer el paisaje como el futuro dentro
hacer al futuro entrar en el lenguaje
y que me diga lo que no veo

el mechón en lo alto de la copa de los árboles
por encima el harapo de nube
parece una nebulosa
al fondo una persona trasladándose
en el mismo ritmo    un pequeño paquete
en la mano
                       ahora aprieta el paso
abre el paraguas     el paquete bajo el brazo
va con prisa     algo en el aire
una brizna de polvo  
en el ojo del poema va a decirme
qué hacer

 

 

 

 

“¿eso es una ampolleta
o sólo restos de arena?”
Ella pregunta

“¿por qué
no escribes con
emoción?”
y me ofrece una silla para sentarme


yo llamo a eso espacio

 

 

 

 

en este poema
hay un personaje

que aparece en todos los
poemas:
              el tiempo

a veces casi nadie
nota su presencia

se halla discretamente
en el fondo de la sala o
quizá es un minúsculo
punto a lo lejos que atraviesa
el paisaje

pero de súbito
percibimos en el ritmo de las
cosas una especie de
vaivén de ola guiando
el pensamiento
y listo:
                     sabemos que
es
el tempo
pasando mientras

seguimos cada palabra
al bajar los peldaños
de los versos

tú que vas leyendo
de la mano conmigo
confiando
en que vamos a detenernos
al final de la
línea

 

 

 

 

 

Una ecuación en Hyde Park

 

está lloviendo en
hyde park hoy
y estoy del otro
lado del hemisferio
sentada bajo el sol
con un gato
entre mis pies
que están descalzos
y levemente
enrojecidos.

está lloviendo en
hyde park hoy
y me acuerdo de haber
andado en un parque
de ángulos cuadrados
con el chico de la caja
negra que tenía una foto
de un bosque nórdico
puesta de cabeza en la
pared de su cuarto
y a quien placía contar
hasta 24 después de cruzar
la barandilla

andábamos en el filo
de la acera y nos sentábamos
en el parque y después
nos acostábamos
y la bata negra de toalla
ya en la casa de él
y el roommate llamado
steve que amaba
a una japonesa.

está lloviendo en
hyde park y no sé
qué decirle
y ahora está sentado
algunas mesas al frente   
y que dentro de un filme
sería alguien que dice sí
pero no estoy dentro de un

filme —oigo la voz en eco
en el agujero de lo real—
y me rehago pensando
que podía contar
que el gps funcionó
y señaló el punto de encuentro
pero el mensaje
sólo llegó después.

está lloviendo en
hyde park hoy
y podía contar que mi
corazón había sido arrancado
por la boca y estaba
olvidado sobre una piedra
con la sangre
aún caliente. 

 

sí está lloviendo
en hyde park
y al infierno
ya descendieron
uno o dos
o tres
pero él
ha de subir
atravesando las curvas,
el mirador, los espacios dirigibles
“lasciate ogni speranza
voi ch’intrate”
¿hay mundo por venir?
pregunta antes de pasar

y lleva en la mano
una grabadora
y cruzamos nuestras miradas
—sólo por un segundo—
y no recuerdo más
de ese día
pero después la
misma mirada
vuelve a la memoria
como la interferencia
de una voz saliendo
del auto en movimiento
por la ladera.

está lloviendo en
hyde park y aquel par
de ojos encuentra los míos
y ese cruce
de miradas me distrae
por un momento
de la ecuación.

 

 

 

 

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