Poesía norteamericana: Mary Oliver

Leemos a Mary Oliver (1935 – 2019), poeta estadounidense ganadora del National Book Award y del Pulitzer de poesía. Las versiones al español son de Andrea Rivas.

 

 

EL DÍA DE VERANO

 

 

¿Quién inventó al mundo?

¿Quién inventó al cisne y al oso negro?

¿Quién inventó a la saltamontes?

Esta saltamontes, quiero decir:

la que se lanzó fuera del pasto,

la que come azúcar de mi mano,

que mueve su mandíbula atrás y adelante en vez de arriba y abajo,

que mira alrededor con sus inmensos ojos complicados.

Ahora levanta sus pálidos antebrazos y se lava el rostro meticulosa.

Ahora abre sus alas y se va flotando.

No sé con exactitud lo que es una plegaria.

No sé cómo prestar atención, cómo caer

sobre el pasto, cómo arrodillarme en el pasto,

cómo ser ilusa y bendecida, cómo andar por los campos,

que es lo único que he podido hacer el día entero.

Dime, ¿qué otra cosa debí haber hecho?

¿No muere todo al final y demasiado pronto?

Dime, ¿qué piensas hacer

con tu única, salvaje y preciosa vida?

 

 

 

AGOSTO

 

 

Nuestra vecina, alta y rubia y vigorosa, la madre de tantos hijos, está enferma. No sabíamos que estaba enferma pero viene hacia la cerca caminando como una mujer que balancea una espada en el interior de su cuerpo.  Además de que su largo cabello ha desaparecido y es corto, repentinamente, es gris. No la reconozco. Incluso se me ocurre que no es ella sino su madre. Pero es su voz al borde de la risa, la misma voz que hemos escuchado durante años sobre los matorrales.

 

Cada verano lo hijos, ahora crecidos y algunos con hijos propios, vienen a visitar. Nadan, dan largas caminatas por el puerto, preparan cenas para doce, para quince, para veinte. Temprano por la mañana dos hijas salen al jardín y con lentitud se adentran en los precisos y silenciosos movimientos del T’ai Chi.

 

Todos sonríen. También el padre sonríe y construye castillos en la arena con los niños y maneja de vuelta a la ciudad y maneja de vuelta al campo. Se contrata a un carpintero: se repara un techo, se reconstruye un pórtico. Todo lo que pueda ser arreglado.

 

Junio, julio, agosto. Cada día escuchamos sus risas. Yo solo pienso en la pintura de Van Gogh, el hombre en la silla. Todo mal, ningún lugar al que ir. Las manos sobre sus ojos.

Librería

También puedes leer