Poesía chilena: Damsi Figueroa

Proponemos la lectura de la poeta chilena Damsi Figueroa (1976). Es profesora de creación poética en la Universidad de Concepción y directora artística en Amukan, editorial itinerante. Publicó los poemarios Judith y Eleofonte (1994), Cartografía del éter (2003) y Gen (2010). En 2022 publicó Signos vitales. Para Vicente Undurraga, la de Damsi Figueroa, "no es una poesía que comparta los hallazgos de su honda indagación por medio del acopio o la insistencia. Es, más bien, una poética de la resistencia y la concentración".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta al Yeti

 

Hemos estado pensando en ti, querido Yeti.

En las justas razones que tuviste para darnos la espalda

y​​ avanzar empinando tu lomo lunar por las escarpadas montañas.

 

Ni entre los monjes hallaste paz.

Solo la nieve te vio como igual y te abrigó el corazón descalzo.

 

Las cosas han cambiado desde entonces.

Han bajado de los cerros,

han emergido de los lagos otros seres abominables,

maravillosos​​ e indispensables como tú,

para desdibujar los límites de la imaginación humana.

 

Si vuelves,

juntos podremos esperar la navidad

Y aunque acá no hay nieve,

podremos reflejarnos en las vidrieras rotas de los escaparates saqueados.

Ya no tendrás que volver a esconderte

Yeti, nunca más.

 

El mundo del que huiste se está acabando.

El mundo que dejaste atrás está devorando al aire,

se está comiendo el sol.

Prometeo desatado camina con su fuego bajo el mar,

los bosques arden y muy pronto el último glaciar de tu desvelo

Arderá inevitablemente.

 

El único posible será el del corazón.

 

Y si vienes, si vienes pronto,

podrás verlo arder también, querido Yeti.

 

Ahora, si estimas en más la vanidad de tu destierro,

lo entenderé

 

Existe la probabilidad de que Wislawa tuviera razón

Quizás la esperanza no sea más que un síntoma del olvido

Y las mujeres sigan pariendo hijos entre las ruinas

 

Pero ahora es distinto.

Eso queremos creer mientras te escribo estas líneas.

 

La paratopía solo es posible

si regresas, querido Yeti.

 

 

 

 

 

 

 

La casa del ángel

(poema desplegable)

 

Una habitación donde quepa un ángel

cómodamente sentado

 

Un perchero donde pueda colgar sus alas

Un velador donde pueda colocar su aureola

Ni sillas, ni cama

 

(un ángel vive desvelado)

 

Una libreta pequeña y un lápiz

donde pueda anotar ciertos asuntos

matemáticas divinas, por ejemplo

 

Un viejo estetoscopio de madera

con el que pueda auscultar los sonidos de la tierra

Sin piso, sin paredes, sin ventanas

 

Un ​​ reloj de pie, algunas flores

Abejas, falenas y san juanes

Dorados, verdes, tornasoles

 

Un horizonte amplio, poblado de álamos

Blancas nubes

Sin espejos, para que no recuerde

Su invisible estado de sol puro

Un ángel peca

de ser simplemente

un huésped en mansión de bonhomía

 

Bello, calvo, esbelto o tieso

Un ángel invocado​​ 

nunca sea más que eso

 

Una forma de besar​​ los labios de la muerte

Abrazar la luz del día

y​​ sentir la soledad entibiándonos los huesos

 

 

 

 

 

 

 

 

Muerte natural

 

Solo las niñas

Se dan el verdadero trabajo de entender. Colocan

esfuerzos –suficientes-

en la única tarea, que nadie, absolutamente nadie,

jamás les encomendaría.

 

Una mañana

levantan la cara al sol

y​​ comienzan a intuir la esencia de la vida.

Y por la tarde, y a veces, incluso

antes del medio día

ya han visto la cara de la muerte​​ 

sonriente a su lado,

acompañando las labores de la madre.

 

Prematura es la vida de un verso sobre una página escrita con garabatos

 

Ellas descubren

que el mundo no está hecho de palabras.

Luego, deben transcurrir años, para​​ que recién puedan expresar

(en palabras)

esa única verdad.

 

Se les va la vida en aprender a escribir lo incontestable.

Enseguida, se vuelven silenciosas

Y construyen escondites donde no penetran los adultos,

Sus leyes, ni las leyes de la física,

Ni las leyes del dolor,​​ 

ni las leyes del sometimiento.

 

Desde esos mundos compartidos​​ 

con insectos y fantasmas

Planean

Planifican

Y logran

-sí- logran comprender.

 

Ya han visto todo a esos escasos cinco años

desde debajo de una silla,

pegadas al fondo de un ropero,

acurrucadas dentro de un cajón.

ya han descifrado los torbellinos de la existencia,

sus golpes, sus latidos, olas de vida vibrante

palpitando y resonando​​ 

en el silencio

de los rincones

y el olor

ese olor a usado y guardado,

a desechado, ese olor a olvido

colma su entendimiento

 

y ya saben todo de la vida

antes de vivirla

ya entendieron

 

 

 

 

 

 

Pellaifa

 

Para llamar a los cisnes hay que mecer un junquillo en la orilla del lago

Para llamar al huillín hay que golpear dos piedras azules

Para llamar al pangue hay que esperar a que hielen los cerros

Y soltar la oveja mansa. Hay que esperar,

Hay que saber esperar por los prodigios de la noche

Kalfumalen se enciende, la niña azul, la estrella venerada, el buen augurio

Hay que esperar y soltar el asombro como un canto

Para que trepe a los árboles y encienda la luna

Hay que esperar por los fuegos silvestres y en silencio

Hay que saber esperar para que hagan visibles las puertas selladas del bosque

Y entrar en el renü de los duendes

Sin perder la cordura

Hay que saber esperar y agradecer al sendero

A su mano oscura

Que nos regresa siempre

 

 

 

 

 

 

 

Poema para muchos años después

 

Algunos salen de una vez

Hay otros, que deben ser pacientemente trabajados

bajo la tenue luz de la lámpara

durante las largas horas del amor

 

Faena interminable que deja marcas en el cuerpo

y​​ el corazón derramado en un vaso puesto al revés

 

¿Qué es?

 

 

 

 

 

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