Cristina Gutiérrez Leal (Coro, Venezuela, 1988) es Doctora en Literatura comparada de la Universidad Federal de Río de Janeiro (URFJ). Profesora del Instituto Latino-Americano de Arte, Cultura e Historia (ILAACH-UNILA). Publicó la plaqueta La primera huida es única (LP5, 2018) y el poemario Estatua de sal (Dcir, 2016), traducido y publicado en alemán: Salzsäule (hochroth Verlag, 2021), y el poemario Donde hay agua (Luba ediciones, 2024). Ganadora de la XX Bienal de Literatura José Antonio Ramos Sucre (2015), del II Concurso Nacional de Poesía Rafael Cadenas (2017) y del Premio Desmadres de escritas em portunhol (2023). Sus poemas y artículos han sido publicados en diversas revistas.
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Si te sobrevivo, casa.
ningún lugar me será imposible.
Sé del mar reventando contra un muro
cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje
cuando enfría sus aguas y es imposible.
Sé de gente buena acodada en puentes
contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria
me siguen enfermando mis ojos litorales
mis costas.
He visto desde un balcón
un río que divide tres países
abrí ya muchas veces mi puerta para saludar
desconocidos
ya estiré una nueva lengua
ya me senté lo más al norte posible
ya estuve en la última calle de un país
ya fui todo lo insular que pude
ya he puesto toda mi fe en un viaje
ya he querido volver y abrazar
corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos
vivo huyendo de este lugar que soy
pero el desarraigo no me cura
no me cura.
Me nombraron Cristina por una amiga desahuciada
de mi madre.
La señora Martha Cristina me heredó su segundo
nombre,
su adolecer.
Cuando sucumbo al reproche
mi madre me consuela diciendo que también tengo
el nombre de Cristo.
Él también vivió desahuciado, mamá.
Tengo nombre de mujer muriendo
y de hombre clavado en la cruz.
Eso lo explica todo.
De Estatua de sal (2017)
Hidra
De ciertos monstruos aprendí a esconderme.
De los cuerpos culebra
mis manos no dudan la belleza
me sé deleznable en las zonas profundas.
Ese veneno me encontraría exhausta y abierta demás
respirando lento
ahogada ante sus tentáculos.
Aprendí a mirar de lejos al monstruo
soy débil a las lenguas partidas
los tallos con vertientes
lo bífido.
Valdivia
A Angélica, por aquella tarde en Niebla
Cierro los ojos y evoco el Pacífico
su lejana audacia
su estar prohibido.
Cuando un recuerdo aparece
hecho pesadilla
despierto pensando esas olas frías
las hago traerme paz
porque del frío nunca sentí tentación.
Ese océano no me convoca.
Me desvincula
me exime.
Una ballena muerta en la orilla
es una escena ominosa.
Nada de ella debe ser visto.
Nada de ella debe estar lejos de lo profundo.
Una persona que ama sola
es esa ballena muerta en la orilla
un horror
un desgaste.
Tendré que coleccionar palabras
venidas de lejos
otro alfabeto quizás
otros símbolos que los míos no aguantan
y llega lo inefable
con toda su soberbia
a escupir la hoja
porque el perdón no cabe
en el lengua de mi casa.
Cuando me aterré por última vez
estaba sentada con los pies muy juntos
presionando el piso
pretendiendo abrir un hueco
alguna salida.
Ignoraba que aquella hora era el final
no más crujir de dientes.
De haberlo sabido me rompo un molar
hago sangrarme la boca
abro una zanja en mi frente.
Habría procurado una cicatriz
que constate la gloria.
No sé lidiar con una quietud sin evidencia.
Del dolor conservo el escándalo.
De Donde hay agua (2024)
Vitória/ES
Nunca había regalado una ciudad
una esquina
una plaza.
Te doy esta ciudad como si fuese mía
te la doy como último amuleto
te dejo sola con ella
porque amar también
es dar espacio.
Es bueno que sepas que en mi último pensamiento diario
me veo cruzando esa calle infinita que tanto me gusta
sintiéndome omnipotente
y de pronto te encuentro
y digo es tuya
tenela contigo que yo no puedo tenerlas a ambas.
Nunca había regalado una ciudad, pero hasta ahora
no reconozco en mí otro gesto de amor tan grande.
Abdicar de una esquina de una plaza
solo para buscar otras donde sentir
que se puede
de nuevo.
Tomátela de a poco que esta ciudad
mía o tuya, no nuestra
se bebe lento.
Nunca había regalado una ciudad
nunca había dado nada.
Abro mão deste espaço
porque não dou conta.
Y sí
nuestros hijos nacerán en otros países
habrá que enseñarles el español de la casa
tendrán que creerse la ficción del nido lejos
oirán historias sobre sus tíos, primos
tan queridos engraçados.
En casa de la abuela hablarán con sotaque.
De Braziu (inédito)