Poesía francesa: Mathieu Gimenez

Leemos poesía francesa. Leemos, en versión de Davo Valdés de la Campa y Daniela Galicia, algunos textos de Mathieu Gimenez (1988). Actualmente vive en Cuernavaca.

 

 

 

 

 

 

Mathieu Giménez escribe poesía, navega, enseña literatura y dirige una escuela en México. Publicó un ensayo sobre la poeta belga Colette Nys-Mazure antes de editar varias obras colectivas dedicadas al mar. Su tesis de literatura estuvo dedicada al escritor Joseph Delteil. La poesía de Mathieu Gimenez está marcada por su juventud en las fronteras del Rosellón y las Corbières, por sus estancias en el extranjero, sus angustias y sus deseos.​​ L'Étendue de la lumière​​ (Éditions du Passavant, 2023) es su primer libro de poesía publicado. "Alba", "Mediodía" y "Medianoche": tres momentos dividen la obra poética de Mathieu Gimenez, marcando una larga jornada en poesía. El objetivo es seguir, con el poeta, la doble progresión de la sombra y la luz en una vida.​​ 

 

 

 

 

 

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Le Sachet de Lavande

 

Le sachet de lavande

​​ La grâce me suffit​​ 

 

Henry Bauchau

 

à Anne Prouteau

 

 

Je suis né

à l’heure où les ouvriers avalent le coeur des tomates

et boivent le vin le plus noir des Corbières,

dans une manufacture de peau et d’entrailles.

 

Le corps de ma mère est une forge

dont les vivants soufflets encouragent

un chant

lointain comme l’odeur des sachets de lavande

qu’elle plaçait

 

le matin

sous l’oreiller.

 

Mais voilà, c’est douloureux une mère.

On la regarde. Tant de choses brûlent

qui recomposent l’univers.

 

Tant de paroles dites et qui séparent.

Une trame faite de cendres et de gratitude

sur laquelle nous demeurons tous deux​​ 

silencieusement.

 

Petites cendres qu’elle sema un jour, au jardin des souvenirs,

offertes aux larmes et à la tramontane.

Et moi je m’interroge.

Ses bras ont-ils oublié

qu’un jour ils m’ont étreint ?

Mes mains ont-elles perdu

le jour où elles embrassèrent ses seins ?

 

Mais lorsque je m’endors,

retrouvant sous l’oreiller

un sachet de lavande,

je ramasse en un sourire

les miettes de cette grâce.

 

 

 

 

 

 

 

 

Nus dans un paysage

 

a Ricardo

 

Lorsque tu m’as dit

je voudrais que tu sois heureux

– et c’étaient ces mots-là exactement –

nous étions nus tous les deux

 

la peau à même la terre

comme une obole versée à l’herbe et à la mousse

 

Lorsque tu m’as dit cela

– et tu aurais pu le dire différemment d’ailleurs –

le pétrichor soulevait ton âme

un poème endeuillait la mienne

 

la pluie ne tarderait plus à chevaucher nos corps

 

J’eusse voulu croire

sans cesser de contempler les hommes

vivre à l’ombre de gestes qui consolent

dans la dure réalité des pierres

 

J’eusse aimé être simple

et non pas cet arbre que gifle un nuage

et non pas cet homme confondu par les voix closes

 

être un autre écrivait Rimbaud

sans quoi la clarté ne saurait advenir

 

Mais puisque tu as choisi ces mots

et cet homme vacillant

accepte seulement ce poème

et regarde en silence ces deux oiseaux y faire leur nid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La bolsita de lavanda

La gracia me basta

Henry Bauchau

 

a Ana Prouteau


Nací

a la hora en la que los obreros devoran el corazón del tomate

y beben el vino más negro de las Corbières,

en una fábrica de pieles y entrañas.

 

El cuerpo de mi madre es una fragua,

cuyos fuelles vivientes alientan

un canto

lejano como el olor de las bolsitas de lavanda

que ella colocaba

por la mañana

debajo de mi almohada.

 

Pero ahí lo tienes, es doloroso una madre.

La miramos. Tantas cosas arden
y recomponen el universo.

 

Tantas palabras dichas y que separan.

Una trama hecha de cenizas y gratitud

en la que que ambos moramossilenciosamente.

 

Pequeñas cenizas que ella sembró un día, en el jardín de los recuerdos,

ofrecidas hasta a las lágrimas y a la tramontana.

 

Y me pregunto.

¿Sus brazos han olvidado

que un día me abrazaron?

¿Mis manos han perdido el día

en que besaron sus pechos?

 

Pero cuando me quedo dormido,

encuentro bajo la almohada

una bolsita de lavanda,

colecciono en una sonrisa

los trocitos de esta gracia.

 

 

 

 

 

 

 

 

Desnudos en un paisaje

para Ricardo

 

Cuando me dijiste

yo quisiera que seas feliz

– y esas fueron tus palabras exactamente –

ambos estábamos desnudos

 

la piel en el suelo

como una moneda volcada a la hierba y al musgo

 

Cuando me dijiste eso

– y podrías haberlo dicho de otra manera –

el petricor levantaba tu alma

un poema entristeció la mía

 

la lluvia no tardaría más en cabalgar nuestros cuerpos

 

Hubiera querido creer

sin parar de contemplar a los hombres

vivir a la sombra de gestos que consuelan

en la dura realidad de las piedras

Hubiera amado ser sencillo

y no este árbol que una nube humilla
y no este hombre confundido por voces cerradas

 

ser otro escribió Rimbaud

sin el cual la claridad no sabría suceder

 

Pero ya que elegiste estas palabras

y este hombre vacilante

acepta solamente este poema

y observa en silencio como estos dos pájaros hacen allí su nido

 

 

 

 

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