De Y ahora qué hago yo con esta cuchara
Era
No matar moscas no es cuestión de mojigatería
es cuestión de respeto a los mayores,
aunque parezca lo mismo.
Las moscas existieron con los dinosaurios.
Los vieron con sus cientos de ojos,
con los mismos que ahora ven
tu torta de cumpleaños.
Querer matar una mosca y no matarla
no viene de aquí
viene de lejos ese respeto paleozoico.
Viene de antes
de que existiera el chocolate.
Principio de magia
Quien sospecha que alguien tiene mal de ojo,
hace que se le descomponga el ojo a ese alguien.
Quien desconfía del río
lo hace sonar
aunque piedras no lleve.
Así funcionan los hechizos.
La hechicera dice:
Sapo, ahora eres una piedra.
Y el sapo se confunde
se pregunta qué es ser un verdadero sapo
se acurruca en sí mismo
y se lo lleva el río.
Encaje
Cuando alguien muere en Bolivia
voltean todos sus retratos
y voltean también la mesa.
Con las patas boca arriba la mesa ruega
como rogaría una tortuga al revés
pero nadie se conmueve.
Primero hay que esperar.
El otro mundo no es otro
sino este, dado vuelta.
Así la túnica de las viudas
está hecha del mismo material
que la lencería.
Terminado el luto
voltean la mesa
para comer en ella el desayuno.
Poema en el que todo está bien
Muchos poemas son oscuridad y niños perdidos,
ausencias en el rostro de la noche.
En cambio, este es un poema en el que está todo bien.
En él hay un perrito tierno con una placa que dice “Lucky”,
dos turistas con sombreros,
una pareja besándose en una banca;
y no dan nauseas ni nada
y no me pregunto si es moralmente correcto
haber domesticado a los lobos
y que ahora sean animales al servicio sentimental
de la especie humana.
Tampoco si la moral es algo que hay que tener en cuenta,
ni hago un recuento de sus diferencias
con la ética y la teología.
En fin, es un buen poema.
Como decía, está todo bien.
Marchando sobre ruedas
suave en la nave
mejor imposible
gracias a Dios.
Veranillo
Hay una vaca negra atollada en el barro espeso de mi sangre.
No es una vaca metafórica, hace muuu y a mí me duele.
Me estremece su sufrimiento que no se le nota.
Un gallo con espuelas vive en mi frente,
me picotea todo el día entre las dos cejas
y yo no sé alimentarlo.
Tampoco sé pelear, eso es lo que más le duele.
Además, las vacas no pelean.
Tengo una vaca en la sangre y un gallo en la frente.
No quiero granja ni tractor.
Quiero una cabuya para jalar a mi vaca,
un rival para mi gallo
y que por fin llueva sobre todos nosotros
para que afloje este barro seco que nos confunde.
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